Por Alejandra Costamagna Junio 17, 2016

Hay varias razones para visitar por estos días el nuevo Espacio Diana. Una, la clásica, son los juegos emplazados en San Diego: un carrusel de 1935, una rueda de la fortuna, un barco pirata, autitos electrónicos, videojuegos y decenas de máquinas de este parque techado que funciona desde hace ocho décadas. Otra razón, más reciente, es la instalación del ex restaurante La Jardín, ahora llamado La Diana, que ocupa una amplia zona que conecta las dos entradas del recinto: por San Diego y por Arturo Prat. El uso de objetos reciclados y el armado de una suerte de escenografía teatral, con escaleras de caracol, plantas y pasarelas laberínticas, está en total coherencia con el edificio patrimonial que alberga al restaurante. Porque este lugar, de cinco mil metros cuadrados, fue el convento de los sacramentinos y hoy es un centro cultural multidisciplinario, cuya programación está a cargo del periodista y crítico teatral Javier Ibacache. Son justamente las antiguas habitaciones de los monjes las que hoy albergan los talleres de swing, danza y confección de marionetas, además de servir como salas de ensayo para músicos como Ana Tijoux o la Mapocho Orquesta y funcionar como espacios no convencionales de teatro.

La cartelera partió a comienzos de junio con el monólogo El contrabajo, basado en la novela de Patrick Süskind, que dirige Tiago Correa. El público es invitado a compartir la madriguera del protagonista, usar sus sillones, tomar sus cervezas, escuchar su música e involucrarse con su drama íntimo. Pero no es el único montaje disponible en esta temporada. En el subsuelo del edificio, que a principios del siglo pasado albergó las representaciones del mismo claustro, hoy opera la principal sala de teatro del recinto. Y ahí tiene funciones hasta fines de junio Lobo, una obra de marionetas para adultos a cargo de Andrés Amion, quien dirige además los talleres y presenta el espectáculo para público familiar Panchito vaquero. Los tres montajes responden perfectamente a la idea programática de Diana: abordan temas urbanos e integran el entorno en su puesta en escena. Y eso conduce a una razón extra para visitar el centro cultural: el diálogo fluido que estimula con el barrio y su historia. Desde el Cine Arte Normandie hasta el mall chino. Desde la librería del Fondo de Cultura Económica hasta las librerías de viejos. Desde los teatros Cariola y Caupolicán hasta los clubes de boxeo o el tradicional bar Las Tejas. Un polo que dinamiza el sector y potencia la integración cultural.

Espacio Diana. Arturo Prat 435. dianacentrocultural.cl

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