Por Diego Zúñiga Junio 24, 2016

De los escritores norteamericanos que publican actualmente, Denis Johnson debe ser uno de los más sorprendentes. O de quien podemos esperar lo imposible: reinventarse libro tras libro, armar y desarmar un proyecto que tomó vuelo con el alucinante Hijo de Jesús (1992), y que acaparó todas las luces con esa monstruosa novela sobre Vietnam que es Árbol de humo (2007) —con National Book Award incluido—, pero todo esto es sólo una parte. Ha transitado por la novela negra, por el duelo, por las drogas y el exceso, y ahora vuelve a nuestras librerías con Sueños de trenes (Literatura Random House), una novela tan hermosa como delicada en su brevedad; la vida de un hombre, de un leñador, de un constructor de vías de ferrocarril, que un día, en las primeras décadas del siglo XX, ve cómo su cotidianidad se destroza por completo tras un accidente.

Denis Johnson indaga, con un estilo elegante y minimalista, en la vida de Robert Grainier, en sus viajes y sus trabajos, en su familia y en su origen desconocido, en la soledad que descubre mientras recorre una Norteamérica salvaje, y lo convierte en un personaje entrañable y complejo. Una novela que parece un sueño, la historia de un hombre que puede ser la de todos nosotros.

“Sueños de trenes”, de Denis Johnson.

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