Por Gonzalo Maier Mayo 6, 2016

Alerta de spoiler: Catherine Cawood, la protagonista de Happy Valley, en la segunda temporada no afloja ni siquiera un poco. De hecho, con la perspectiva que entregan estos nuevos capítulos ya se instala como uno de los personajes más complejos y fascinantes que se pueden ver durante estos días. La historia es más o menos la de siempre: la sargento Cawood, en ese valle del vicio llamado West Yorkshire, hace las cosas bien mientras el resto las hace mal. Esta vez Tommy Lee Royce, el violador de su hija y padre de su nieto, intenta vengarse desde una celda en la cárcel, mientras un sicópata mata a prostitutas extranjeras. Dicho de este modo, Happy Valley parece un culebrón de tomo y lomo y ese, precisamente, es su mayor encanto, en particular porque el argumento importa un rábano frente a la sargento Cawood. En los seis capítulos de esta nueva temporada, otra vez todo gira en torno a esa mujer de poco más de cincuenta años que se echa al hombro una familia entera y un departamento de policía medio adormilado, bien lejos de clichés policiales y femeninos. Y entremedio, por si fuera poco, pilla a los asesinos.

“Happy Valley”, por Netflix.

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