Por Gonzalo Maier Mayo 27, 2016

En Seyðisfjörður, un pequeño e impronunciable puerto perdido en la periferia de Islandia, viven poco más de 600 buenos ciudadanos y sólo un asesino. El asunto, como en muchos policiales, se trata de descubrir quién es quién. Trapped, el último hit de las series nórdicas, es una maravilla islandesa de diez capítulos en los que el bueno de Andri, un policía con un pasado oscuro, debe atrapar a un asesino durante una feroz tormenta que tiene al pueblo bajo la nieve. En la comisaría sólo hay tres policías —ninguno tiene una pistola, por supuesto– y el mal tiempo impide mandar refuerzos desde la capital. Para más remate, la aparición del muerto —un cuerpo desmembrado, en realidad— coincide con la llegada de un transatlántico lleno de turistas, y Andri, con su barba grande y sus muchos kilos, en vez de darlo todo por perdido, comienza a develar un mundo oscuro y hostil en el que no viven buenos vecinos, sino asesinos en potencia. Además, está su mujer, que se enamoró de un pelmazo, pero ya saben que en la tele los policías (tal como los periodistas) nunca han tenido suerte en el amor.

“Trapped”.

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