Por Alberto Fuguet* Agosto 27, 2015

Ya el título de esta grandiosa miniserie, Show Me a Hero, te conquista y deja todo claro: lo ominoso, la referencia literaria, la mirada global balzaquiana a lo Comedia (drama) Humana, la caída, el arrojo de jugarse por un héroe, sí, pero por uno que no triunfará, que no podrá liderar, que por querer hacer lo que considera justo termina por arruinarlo todo. Muéstrame un héroe y te contaré una tragedia es la alucinante cita de Scott Fitzgerald que rotula la nueva serie creada por el portentoso David Simon, y que está basada en un libro de no-ficción acerca de un descalabro político-social-urbano en una ciudad mediana en las afueras de Nueva York llamada Yonkers. No es necesario mencionar, pero lo menciono de igual modo, que Simon, acaso el cineasta más obsesionado con lo urbano (sí, cineasta aunque nunca ha hecho un film) coloniza y hace suyo Yonkers, tal como ya lo hizo con Baltimore y Nueva Orleans.

El héroe acá es un concejal joven (Óscar Isaac, que estalló con los hermanos Coen) que termina accediendo a la alcaldía en el peor de los momentos. La tragedia está en la ceguera, en la ambición, en el deseo de cambiar las cosas, en la ingenuidad quizás de creer en el otro. El título, de paso, es un monumento a la economía narrativa y define, adelanta y resume esta serie que no queda corta en ambición (cuántos títulos arruinan o dejan cojas a novelas, películas y series). Esta miniserie de seis horas (en seis capítulos) posee (mucho, en rigor) de lo que hoy hubiera rodado Sidney Lumet si ahora no le financiaran una cinta tipo El príncipe de la ciudad (gran título) y en vez de haber filmado en 1981 una cinta de tres horas hubiera rodado seis. David Simon está recibiendo todos los aplausos y se los merece, entre otras razones porque le permite a Paul Haggis rodar su mejor cinta (el director de Crash ya no se empantana en la idea de buenos y malos). 

Tal como ocurrió en las muy celebradas aunque austeras y casi-documentales The Wire y Treme, Show Me a Hero cuenta la historia de una ciudad avasallada, segregada, al borde, pero lo hace abarcando todos los estamentos y fisgoneando en todo tipo de casas y vidas, como si Dickens fuera el mejor guionista de HBO. La gran diferencia es que acá todo está más concentrado (¿una reducción?) y tiene un héroe (da lo mismo si triunfa o no). Sus dos grandes series, ambas obras maestras a su modo, repartieron (quizás demasiado) el peso protagónico (tanto que en Treme terminó siendo un barrio azotado por Katrina); acá Óscar Isaac logra cargar y reaccionar ante todos los cruces. ¿El tema? Una idea liberal (instalar bloques de vivienda social en barrios de clase media blancos) que termina desangrando y obnubilando a todos los involucrados.

Esta es una serie llena de reuniones, lucha entre concejales, debates, gritos, noches de insomnio; y les da grandes momentos a todos sus personajes secundarios (Winona Ryder y Catherine Keener, ambas impecables). La serie parece seca y árida, pero chorrea emociones, ideas y pone a prueba al espectador. ¿Es necesario escuchar al pueblo cuando se trata de ayudarlo? ¿Las ciudades se planean o hay que dejarlas libres? Años atrás un amigo me recomendó un libro feroz: The Death and Life of Great American Cities. Era un ensayo que intentaba explicar cómo ideas de urbanistas biempensantes (autopistas, suburbios, malls) habían destrozado los centros históricos y, de paso, ciudades enteras. Show Me a Hero, que hoy acá en Chile resuena de manera particular, es visionado obligado en municipalidades, ministerios, el Segundo Piso y para todos aquellos que aún insisten en creer que la fuerza audiovisual está en los cines y no en los televisores o pantallas de sus casas. 

“Show Me a Hero”, de David Simon. En HBO.

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