Por Marisol García Julio 22, 2015

© mellamosebastian.cl

El pop no puede ser sólo un espacio de articulación de tendencias, por interesantes que éstas sean. Los grandes nombres del pop han comprendido que su función es también la de provocar, que es una tarea muchas veces impredecible, y que para marcar huella exige una estrategia fina, bien pensada, valiente.

En tal sentido, es probable que (me llamo) Sebastián – el nombre artístico con el que Sebastián Sotomayor ha publicado ya cuatro discos en cinco años– esté haciendo la cantautoría más inteligente entre los nuevos creadores chilenos del género.

Las canciones del nuevo La belleza son confesiones personales que varias veces sacrifican el pudor para forzar los tabúes de la balada: contra las convenciones de lo que se supone debemos sentir, decir o hacer en una relación íntima, y a favor de una franqueza  que desafía incluso los códigos de identidad sexual (“¡No, no, no, no! / Nadie nos ordene cómo vivir el amor”, se repite en el estribillo de “<3”, un auténtico manifiesto).

En el proceso, el cantautor y pianista –con una voz dúctil, suavizada por años de entrenamiento– forja a veces la complicidad y otras la incomodidad de quien lo escucha (hablamos de un músico que ha conseguido que Nano Stern lo acompañe en una canción sobre los puntos negros en la espalda). No hay comparación para este pop impúdico, ágil, doliente, bailable y sofisticado: todo a la vez.

“La belleza”, de (me llamo) Sebastián.

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