Por Rodrigo Fresán, escritor. Octubre 29, 2014

Discusión inevitable en toda reunión cuando nos ponemos a hablar acerca de las cosas verdaderamente importantes: ¿Cuál es la mejor y más grande película gangsteril: la saga de El padrino  o la monumental Érase una vez en América? Volví a ver ambas hace un tiempo y he confirmado definitivamente lo que venía intuyendo desde hace años: lo siento por Coppola, pero Leone gana por varias cabezas (y no de caballo decapitado). Porque lo que consigue Leone es todo lo que aporta Coppola, pero le suma a Proust  y una atmósfera onírica y lírica que evoca a lo mejor de El gran Gatsby.

 Y se sabe que desde su estreno en Cannes 1984, Érase una vez en América no tuvo una historia fácil. Sus casi cuatro horas fueron cortadas y remontadas de manera salvaje y así los norteamericanos tuvieron que padecer (y su crítica condenar) una versión donde todo se reformulaba en el más torpe de los órdenes cronológicos. Los que lo conocieron dicen que semejante afrenta rompió el corazón del italiano, quien murió sin volver a ponerse detrás de la cámara. Por suerte, el VHS primero y el DVD después hicieron justicia. Y ahora llega en formato Blu-ray,  con más de veinte minutos extras (llevando el metraje total a los 251 minutos), respetando, por fin, la visión absoluta de su director. 

Eso sí, seguiremos sin estar del todo seguros si al final Max Bercovicz se arroja dentro de ese camión de basura y por qué sonríe Noodles en ese fumadero de opio de Chinatown. Mejor así.

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