Por Alberto Fuguet, escritor y cineasta Septiembre 10, 2014

Existe un dicho en el mundillo creativo que dice: hay cosas que simplemente es imposible hacer. O que es mejor no intentar siquiera: una de ésas, hacer una coreografía inspirada en la arquitectura. ¿Se puede? ¿Vale la pena? Dancing with architecture. ¿Cómo se hace?

Esta serie se atreve a darle épica al mundo de los negocios y la subcultura geek, y lo logra.  Con el argentino ganador del Oscar Juan José Campanella como el director del piloto (y dos capítulos más), esta inteligente serie retro posee la mezcla que tiene El secreto de sus ojos: acción, suspenso, un marco histórico y eso que Graham Greene llamó “el factor humano”. En otras manos, podría ser basura estilizada; en éstas es estilo con algo de basura para pasarlo bien.

Con el mejor de los títulos, Halt and Catch Fire (que ya terminó su primera temporada, que suma diez deliciosas horas) es una suerte de Red social para la generación que creció soñando algún día tener dinero para comprarse una calculadora digital de Texas Instruments. Y es en el Silicon Valley de Texas donde transcurre justamente esta serie llena de “futuro y tech-cool” (el look y el soundtrack de 1983 y 84 son impagable; ojo con la lista del protagonista, Joe MacMillan, en Spotify) acerca de emprendedores que no habitan los últimos pisos de los rascacielos. Acá la trama es tan simple como lo que se habla en el coffee break de Icare: acá la meta es ganar. Triunfar. No tanto monetariamente sino llegar. Lograrlo. Dejar de ser el tipo que todos creían que iba a perder.

¿Acaso eso no es el verdadero “game of thrones”?

La serie de la cadena AMC (sí, los de Mad Men) narra el deseo de tres seres dañados que terminan armando un extraño trío para insertar el primer computador portátil en la casas. Lee Pace es Joe MacMillan, el vendedor, el que desea seducir o embaucar pero ganar a toda costa. Guapo, solitario, bisexual, este yuppie es un hijo de IBM que sólo desea destrozar a IBM (los malos de la serie). El gran actor secundario Scoot McNairy es un nerd  que, junto a su virginal esposa -una ingeniera que no tiene claro si debe ser como Doris Day o apostar por ser una feminista de los futuros 90-, poseen un trauma que ha definido su matrimonio: un laptop que no funcionó y los dejó en la ruina. La actriz-del-futuro, la guapa Mackenzie Davis, es una chica rubia punk con un pelo ad hoc que hackea PCs, escribe códigos sin la ayuda de Red Bull (pero sí de comida rápida) y apuesta porque algún día “todos los freaks estarán conectados en línea”. Los tres (en rigor, cuatro pues el matrimonio funciona como un dúo disfuncional dinámico) se unen para satisfacer sus deseos, aplacar sus demonios, afinar su codicia, estructurar sus ambiciones y derribar IBM y darle al mundo un computador portátil, liviano y que tenga una memoria de 500 gigas.

Si eso no es un sueño por el que vale sacrificarse, ¿cuál es?. 

“Halt and Catch Fire”.

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