Por Gonzalo Maier Agosto 6, 2014

Winston Churchill decía que la democracia entrega seguridades, tantas que si el timbre suena a la seis de la mañana, sólo puede ser el lechero. Y Stephen Hook, el protagonista de The Moo Man, es ese hombre. Entre la apología pastoril y la comedia romántica, el documental de Andy Heathcote y Heike Bachelier observa con lupa cómo el esforzado Hook, en el sur de Inglaterra, ordeña vacas y vive de vender la leche sin pasteurizar, tal como en los viejos tiempos. Sin alharacas ecologistas ni animalistas, Hook ama a sus vacas, se come a sus terneros y despotrica contra la industrialización de las granjas y, mucho peor, la leche que venden en los supermercados. La maravilla, en todo caso, es que Hook conoce a todas sus vacas por el nombre (Kate, Teena, Biddy, entre decenas de otras) y, quizá por lo mismo, la película parece una comedia llena de malentendidos e historias de amor, casi todas protagonizadas por Ida, una robusta vaca frisona.

Casi al final, y acechado por problemas financieros, el lechero mira a la cámara y pregunta qué ha pasado en el mundo que un hombre honesto ya apenas puede vivir de su trabajo. Mis respetos.

“The Moo Man”, de Andy Heathcote y Heike Bachelier. En Netflix.

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