Por Álvaro Bisama, escritor Julio 15, 2014

Entre toneladas de basura, el año pasado DC Comics empezó a publicar The Sandman: Overture. El cómic se promocionaba como el retorno de Neil Gaiman a la serie que lo hizo famoso a comienzos de los 90. En esa época, era uno más de los autores ingleses que Karen Berger, la editora del sello Vertigo, venía reclutando con éxito apabullante desde que fichase a Alan Moore para hacer Swamp Thing y Watchmen. Gaiman vestía de negro y alguna vez había escrito una biografía por encargo de Duran Duran. The Sandman, el cómic con el que explotó, comenzó como un relato de terror y luego se volvió otra cosa. A partir de las tribulaciones del Rey del Sueño, la historieta se convirtió en una indagación sobre la naturaleza del arte de contar historias y el sentido de responsabilidad de quienes las narraban. Gracias al arte de Gaiman y una decena de dibujantes, The Sandman fue un éxito que le abrió a su autor las puertas del cine y la literatura, volviéndolo una estrella de culto que bien podía asistir a la boda de su amiga Tori Amos y brillar en el campo de la novela fantástica con obras como Coraline o American Gods. Por supuesto, era el cómic donde estaba el origen de todo. The Sandman era una serie oscura y extraña, algo que podía estar lleno de citas a Shakespeare pero también de una poesía posmoderna tejida con legiones de monstruos, pesadillas, asesinos seriales y una encarnación de Lucifer idéntica a David Bowie. Hoy, Overture es una buena excusa para repensar cómo ha cambiado la escritura de Gaiman y cómo sobrevive una obra maestra a través de los años. Esta secuela/precuela ambiciosa contiene todas las marcas de estilo de su autor (el lirismo, los diálogos perfectos, la obsesión por las máquinas narrativas), pero también lo presenta con una inusitada madurez, que el dibujo de JH Williams III hace más patente. En medio, hay una historia no contada de Morfeo, que enlaza con el primer número de la serie. Recién con dos números editados, esta historia de Sueño no sólo es la vuelta de Gaiman al cómic, también nos presenta a unos personajes que extrañábamos, radicalizando su apuesta. Una de las imágenes más potentes es el momento en que Sueño se encuentra en un páramo con todas sus encarnaciones, con todos los avatares de su pena y abandono. Gaiman escribe sobre ese encuentro con una melancolía a la que no le falta humor y Williams III lo dibuja de modo fastuoso, como un collage de estilos y rostros, como eso que The Sandman siempre fue: una meditación sutil sobre cómo narrar la identidad, sobre cómo son las historias que nos contamos las que definen lo que realmente somos.

“The Sandman: Overture”, de Neil Gaiman. En tiendas Shazam Cómics, en inglés y español.

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