Por María Ignacia Pentz Julio 9, 2014

Entrar a un laberinto donde se siente el agobio, como si cada uno de esos elementos que se repiten incansablemente hubiese absorbido su propia historia. Una serie de puertas oxidadas y deterioradas, pero imponentes al mismo tiempo, que llevan las marcas del tiempo a cuestas. El sello del abandono. Y la potencia de pararse frente a ellas, que trasladan de manera instantánea a un lugar. Quizás, a ese espacio triste y desesperado donde todavía cumplían una tarea. Hay un relato detrás de cada una, se puede intuir. Son las ruinas de la ex cárcel de Rancagua, donde cada recluso construyó una vida temporal.

Así es Puertas, de Sebastián Preece, que puede verse en la Galería Patricia Ready, una instalación llena de sensaciones e imágenes: 58 puertas de celdas abandonadas, instaladas en la sala principal. Cada una de ellas, un fragmento de una realidad pasada. Otra obra que Preece trabaja como una operación arqueológica, a través de esa forma tan particular y personal que tiene de hacer arte.

Una muestra que invita a observar, sentir e imaginar en base a los rastros que el tiempo dejó:  colores pálidos y desteñidos, óxido y dibujos que alguna vez fueron. Aquí, entonces, se viaja a ese momento. A ese tiempo.

“Puertas”, de Sebastián Preece. Galería Patricia Ready. Hasta el 1 de agosto.

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