Por Yenny Cáceres Abril 9, 2010

Desde que se comenzaron a construir las Torres Gemelas, en los años 60, un hombre se obsesionó con cruzarlas de un lado a otro. ¿Qué hace que un hombre decida caminar esos 60 m que las separaban, apenas equilibrado sobre un alambre? Eso nos preguntamos cuando vemos Man on Wire (2008), de James Marsh, ganadora del Oscar al Mejor Documental. El hombre tras este proyecto es el francés Philippe Petit, un tipo que antes de subirse al World Trade Center se había encaramado a la catedral de Notre Dame y al puente de la bahía de Sydney.

Y a medida que avanza el metraje, nos volvemos a preguntar. ¿Petit es un performer? ¿Un dadaísta trasnochado? Es tan fascinante su convicción y la rigurosidad con que planifica su alocado proyecto, que hasta perdonamos que a ratos el documental adquiera un tono ingenuote a lo Amélie para mostrar las excentricidades de este equilibrista. Cualquier tropiezo en el camino se ve recompensado al ver el rostro de Petit al alcanzar su meta, con una sonrisa inescrutable, fascinado ante el vértigo de la muerte. "No hay un porqué. Es un acto misterioso", diría Petit a la prensa, horas más tarde.

Y es inevitable sentir escalofríos al ver otra foto de la proeza y un avión cruzando por detrás de las torres. Porque Man on Wire es la historia de un sueño. Pero también es el reverso de la peor pesadilla americana del último tiempo.

Centro de Extensión UC. Selección del Festival de Cine de Sundance. Domingo 11 y  sábado 17 de abril.

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