Por Pablo Illanes Febrero 6, 2010

Aunque hablar de La dama regresa (1996), de Jorge Polaco, no tenga demasiado sentido práctico (fue distribuida limitadamente en VHS en Argentina y es muy difícil de encontrar online), se trata de la última y trágica incursión en el largometraje de Isabel Sarli, otrora diva del cine exploitation argentino. Después de esta bazofia, su última participación como actriz fue en un rol terciario en la enervante teleserie Floricienta. Junto a su marido, el director Armando Bo, a fines de los 60 filmó un puñado de títulos clave, comparables a lo que en ese mismo entonces hacían otros como Russ Meyer o Roberta Findlay. Carne, Fuego y Fiebre es una trilogía de películas básicamente idénticas: damisela pobre y de gigantescos atributos, interpretada con demencia y sin pudor por la Sarli, está rodeada de hombres ganosos, abusadores y trastornados. La fórmula erótica con dosis de acción y violencia ya había resultado en Estados Unidos y Europa y en la carrera de la dupla Bo/Sarli se fue a las nubes. Dieciséis años después, a un director sin talento y con ganas de figurar, se le ocurre relanzar la carrera de la diva en esta película que deja con la boca abierta por su total desvergüenza. La dama regresa narra la historia de Aurora, una ninfa septuagenaria sin talento conocido, que vuelve a su pueblo a reencontrarse con su amor de juventud. La tal Aurora está siempre con los ojos entreabiertos, suspira por todo y se pasa la película entera acariciando su propio busto y quejándose de que los hombres se burlan de su inocencia. Todo en la peor clave televisiva, con sketches de clase Z y actuaciones de kermesse colegial. Una rareza cruel y pervertida, que demuestra cómo un cineasta con mala leche puede destrozar la carrera de una actriz. Mala o malísima, pero actriz a fin de cuentas.

* Escritor y guionista de Dónde está Elisa?

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