Por Yenny Cáceres Febrero 6, 2010

Y con alivio podemos decir que se viene la temporada de los Oscar. Es el momento en que llegan a cartelera películas como Amor sin escalas, ajena a cualquier vocación adolescente. Con seis nominaciones a cuestas, incluida Mejor Película y Mejor Director, esta cinta supone la consagración de George Clooney, que merecidamente está postulando a Mejor Actor por su rol. El de un tipo de traje y corbata que se ha especializado en el más ingrato de los trabajos: despedir gente.

Y hace rato que ya lo sabíamos, pero nunca está demás recordarlo: Clooney es algo más que el actor con las canas más sexies de Hollywood. Clooney también tiene el aura y el oficio del mejor cine clásico de Hollywood, ese que forjó gente como Frank Capra y Billy Wilder. Y rodeado de  la estética fría y despersonalizada de aviones y aeropuertos, Clooney da vida a un tipo cínico, pero tan real y pragmático como el que podría tocarte en el asiento de al lado en tu próximo viaje en avión.

Tal como en Gracias por fumar, Jason Reitman explora un mundo que todavía tiene mucho material por ofrecer: el de un individuo sobreviviendo en el contexto de las economías desarrolladas, en medio de crisis financiera y corporaciones.

Sin duda, una película adulta. Algo que se echa mucho de menos en estos tiempos.

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