Por Yenny Cáceres Febrero 1, 2010

Por qué Sí:

Porque es la última película del gran Heath Ledger. Y es inevitable sentir escalofríos al ver la primera imagen del actor en esta película: ahorcado y colgando de un puente. Como si no hubiera bastado con su antológico Guasón en El caballero de la noche para inscribirse en la historia, de una manera inesperada El imaginario mundo del Dr. Parnassus también puede ser vista como un relato acerca de la inmortalidad de Ledger. Porque de eso trata esta cinta, de un Dr. Parnassus que hizo un pacto con el diablo a cambio de la vida eterna. Casi como un presagio, el personaje de Tony, en la piel de Johnny Depp, dice en un momento de la película: "Nada es permanente, ni siquiera la muerte". Y así, lo más valioso de esta película es la certeza de estar asistiendo al homenaje póstumo de un hombre que nos voló la cabeza con su desquiciado Guasón.

Por qué No:

Porque es un Terry Gilliam en el peor sentido de la palabra. Director de títulos de ciencia ficción respetables, como Brazil, también es el mismo tras cintas excesivas, como Las aventuras del Barón Munchausen. Y no hay caso, parece que la fantasía a secas no le sienta bien. Aquí Christopher Plummer es el Dr. Parnassus, condenado a errar como un pobretón artista de circo. Por imaginación este cineasta nunca se ha quedado corto: el mundo al interior del espejo del Dr. Parnassus es deslumbrante, pero también agotador. Y es cierto que salió bien del paso al poner en el papel de Tony, interpretado por Ledger, a distintos actores. Con un pequeño detalle: eso funciona cuando el reemplazante es el carismático Johnny Depp. La cosa cambia cuando el desafío recae en un Jude Law. Ahí es cuando más echamos de menos a Heath Ledger.

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