Por Patricio Jara, periodista y escritor Enero 9, 2010

De seguro que si el luthier Emmett Chapman hubiera vivido en la Edad Media, habría ido a la hoguera. Los cargos: crear un instrumento como el stick, suerte de engendro entre bajo y guitarra eléctrica, capaz de sonar de modos distintos al mismo tiempo. Un aparato compuesto, aparentemente, nada más que por el puente, el mástil y el clavijero de lo que sería una guitarra eléctrica normal, pero dotado de entre ocho y doce cuerdas que pueden tocarse con el método tapping: al no contar con caja de resonancia, el ejecutor simplemente las va presionando como si fueran teclas independientes.

Luego de cinco años de trabajo, el primer stick salió a la venta en 1974 y, desde entonces, Chapman da forma a una decena de modelos (alrededor de US$ 2.500 cada uno). Éstos han despertado el entusiasmo de los músicos más refinados de la corriente progresiva a nivel mundial. Algunos de los cuales se presentarán en Santiago el 5 de marzo en el Teatro Nescafé de las Artes. Se trata de Stick Men, trío formado por Tony Levin, miembro de King Crimson y quien además de haber grabado con John Lennon, Pink Floyd o Yes, trabaja habitualmente con Peter Gabriel. A él se suma el baterista Pat Mastelotto (King Crimson, Phil Collins) y Michael Bernier, uno de los músicos que más han sobresalido en la ejecución del stick. Basta escuchar temas como "Sasquatch Hunter" y "Fugue" para saber que la música del proyecto Stick Men -que tuvo su debut en octubre pasado en Polonia- cumple con creces la razón de ser más elemental del rock progresivo: hacer que las canciones, más allá del virtuosismo a toda prueba, sean como el viaje a un lugar que no aparece en los mapas. Imperdible. Ticketmaster, desde $ 20 mil.

www.myspace.com/stickmensounds

*Escritor, autor de Quemar un pueblo.

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