Por Rodrigo Fresán Noviembre 7, 2009

Ésta es una pequeña y humilde joya que no he dejado de oír con felicidad y admiración: God Help The Girl, de Stuart Murdoch, líder de Belle and Sebastian y uno de los más exquisitos songwriters que nos ha dado UK después de Ray "The Kinks" Davies. Bienvenidos a un puñado de canciones redondas (pensado como soundtrack fantasma para una película que el mismo Murdoch dirigirá o no el año entrante) cantadas por un grupito de chicas (donde destaca la formidable Catherine Ireton) a las que Murdoch convocó a través de un aviso de periódico.  Y leo -en la resplandeciente crítica que The Guardian le dedicó, donde se define al cantautor  como "un anticuario avant-garde" y a God Help The Girl no sólo como "un gran álbum sino como una reivindicación del formato"- que en su inspirado blog, Murdoch se preguntaba y preguntaba: "¿No desean esa sensación que proporciona el long-play? ¿Acaso la música pop los abraza y los aferra como alguna vez lo hizo con nosotros?"

La respuesta -concluía el periódico inglés- es sí, siempre y cuando el long-play en cuestión sea God Help The Girl. Así, la voz desconsolada de una chica contando su historia, la caída libre de Eve de la que nos enteramos leyendo el largo texto que precede a las letras en el cuadernillo: brillante alumna de colegio que sufre una crisis nerviosa y es internada en un psiquiátrico y conoce a varios chicos (alguno de ellos es una verdadera basura), sigue las instrucciones de una pirámide-vital que le enseña su consejera, y sueña con ponerles letra a todas esas melodías que le llenan la cabeza y no la dejan dormir y, ya que estamos, por qué no meterse a jugar en un equipo de fútbol femenino.

Bienvenidos al disco de cabecera de la Franny Glass de J. D. Salinger.

*Escritor argentino.

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