Por Pablo Illanes Octubre 24, 2009

Desde Todo sobre mi madre que algo me pasaba con Almodóvar. Ni en La mala educación ni mucho menos en Volver encontré esa ansiedad que alguna vez, hace muchos años, me provocó ver en el Ducal Mujeres al borde de un ataque de nervios o en una copia pirata la magnífica y perturbadora ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Como todo autor que se jacte de tal (y PA sí que se jacta, vamos), Almodóvar tiene su lenguaje propio (el kitsch y sus derivados), su estilo particular (el melodrama femenino) y sus manías, a menudo inexplicables (como la autorreferencia más majadera). En Los abrazos rotos, el espectador alerta se topará con una trama que ocurre a dos tiempos en la cabeza de un cineasta: antes y después del accidente que lo dejó ciego y que le arrebató el amor de su vida (Penélope Cruz). Si bien la película está lejos de sus obras maestras, provocativas y anárquicas, la presencia de Penélope Cruz y la propia estructura narrativa de la película despiertan un interés inusitado. Convenientemente lejos de los manierismos de sus últimas cintas, Almodóvar parece haber depurado lo suyo para transformarlo en una forma de hacer cine que ya está en los anales de la historia. Un reencuentro largamente esperado con el autor de Matador.

*Escritor y guionista de Dónde está Elisa?

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