Por Patricio De la Paz Octubre 24, 2009

Esta ciudad es más bella de noche. Porque es justo ahí cuando Hong Kong, literalmente, se llena de luz. Brilla. Si no me cree, haga lo siguiente: vaya al muelle central, tome un barquito hasta la costanera del sector de Kowloon y espere a que el sol desaparezca. Entonces, empieza el show: suena música por todos lados y sobre las fachadas de los edificios más altos -justo enfrente, al otro lado de la bahía- se proyectan luces de colores que se prenden y apagan según la melodía. Con sincronización perfecta.

Cuando después de media hora todo eso se detiene, la noche ya ha caído en Hong Kong. Pero no la oscuridad: varios edificios -como la altísima torre del Banco de China- quedan iluminados con el neón que llevan metido en sus entrañas. La ciudad adquiere un look de ciencia ficción. Casi de mentira. Y entonces vale la pena un esfuerzo más: tome otro botecito, bájese en la zona Central y trépese al centenario funicular que sube los empinados 552 metros del monte Victoria. Desde allí, la panorámica es sublime. Con una ciudad, allá abajo, que brilla en medio de un cielo brumoso. No exagero: Hong Kong, de noche, podría ser Ciudad Gótica.

Relacionados