Por Gonzalo Maier Octubre 17, 2009

- ¿Hasta dónde llegas con el pudor? ¿Hay un punto en el que mientras escribes te da vergüenza que te lean?

- Frente al lector, antes que yo, están mis personajes. Y si para darles coherencia interna, tal como en el caso de Amelia en la novela, tengo que herir alguna hipotética sensibilidad, no dudo en hacerlo.

- ¿Y alguna vez has borrado algo porque de verdad te ha dado un pudor insoportable?

- A cada rato me dan ganas de borrar frases de las entrevistas que doy, pero no recuerdo haber borrado algo de mis libros por pudor. Bueno, por pudor literario sí, cuando un párrafo trivial o sencillamente mal escrito me hace sentir como el peor de los escritores.

- Ezequiel, el protagonista, es crítico literario. ¿Me podrías definir brevemente cómo ves a los críticos?

- Seres que le tienen un respeto sacrosanto a la literatura, al punto de que se ven llamados a juzgar cuáles obras formarán parte de la tradición literaria y cuáles deben ser lanzadas a los últimos círculos del infierno, aun a riesgo de cometer equivocaciones imperdonables. Y es ese mismo respeto el que, en la mayoría de los casos, los inhibe de acometer sus propios proyectos de largo aliento. Hacerlo sería sacrilegio, como el que cometemos los ilusos escritores sin beatificar, con cada nuevo libro que presentamos.

- ¿Cuando te miras al espejo te ves como un escritor provocador?

- Escribir sobre la vida de hoy es lo que escandaliza, tal como ha sucedido desde siempre, con la moral imperante sobrepasada por una nueva conciencia que avanza desde los márgenes para tomarse el poder. Y una vez que el poder está en juego, no se puede negar una motivación política.

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