Por Verónica Marinao Septiembre 26, 2009

Buena parte del teatro local peca de ser frío e intelectual o de caer en la comedia de risa fácil sin reflexión. Ni lo uno ni lo otro es malo en sí mismo, el problema es cuando la oferta se limita sólo a esos polos. Últimamente, por ejemplo, es casi una odisea encontrar obras que emocionen. De ahí que la sobria propuesta de la debutante Elisa Zulueta sea un acierto. Desde la inolvidable El Submarino Amarillo (2002), de Gustavo Meza, que un texto chileno no ahondaba tan íntimamente en una relación filial. Roma (Antonia Santa María) es una joven de 21 años que decide pasar unos días con su padre, un tal Pérez (Luis Gnecco) que casi nunca ha estado presente en su vida. La muchacha no sólo tira su rabia acumulada contra él; también lanza sus dardos hacia la nueva novia (Natalia Grez) de su progenitor.

Zulueta maneja muy bien los diálogos, pero le falta dosificar los silencios y sintetizar. El elenco se desempeña con destreza, pero se agradecerían más matices tanto en el texto como en la puesta en escena. Quizás por tratarse de un debut, la autora se centró demasiado en lo que necesita decir y dejó de lado elementos que enriquecerían la atmósfera. Pese a que los personajes son un plomo, en el contexto, es decir enfrentados a ese "drama" que para muchos es formar una familia, son tremendamente queribles. Un montaje ideal no sólo para el público que recién se acerca a las tablas, sino también para aquellos que esperan emocionarse con situaciones humanas. Parece una tarea fácil, pero no lo es, y Zulueta va bien encaminada.

Teatro del Puente. Viernes, sábado y domingo a las 20.30 horas. Hasta el 4 de octubre.

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