Por Sergio Fortuño Septiembre 5, 2009

Cuando uno escucha cantar a este hombre, se pregunta cómo lo hará con pequeños y rutinarios actos de la vida, como pagar cuentas o comprar el pan. Su falsetto convulsionado parece el de una persona siempre a punto de ser desbordada por la soledad y la angustia. El tercer disco junto a The Johnsons del enigmático Antony Hegarty es un paso más en el camino de desolación iniciado con Antony and the Johnsons y I Am a Bird Now. El sonido dulce y brumoso de las cuerdas y el piano que acompañan a la voz siguen presentes como rasgo característico, mientras Antony, a diferencia de sus canciones antiguas, se centra en el paisaje natural y social antes que en la reflexión individual. Pero no importa el escenario, su temple es el mismo y sigue siendo sobrecogedor. 

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