Por Pablo Illanes Agosto 5, 2009

En 1978, el cine australiano gozaba de un momento de bonanza gracias a dos corrientes. Una era la que nos inundaba a través del circuito tradicional, liderada por Peter Weir (El enigma de las rocas colgantes), Bruce Beresford (Don's party) y Phillip Noyce (Los elegidos). Películas y cineastas importantes, premiados en festivales y esas cosas. La otra vertiente cinéfila, aquella que nunca conocimos porque sencillamente no tenía distribución en nuestro país, correspondía a cine de consumo masivo donde lo único importante era la acción, el suspenso y algunos canguros muertos.

Treinta años más tarde, con su gracia e hiperkinesis habituales, Quentin Tarantino bautizó esta corriente como "Ozploitation". Long Weekend fue filmada en esa época de oro y se transformó en la película más importante de este muestrario del horror.

Eran largometrajes producidos por privados, muchos de ellos de impecable factura, que se transformaron en el grindhouse de los aussies y el cine de culto que, como todo lo filmado hace treinta años, hace poco comenzó a experimentar un revival. La cinta de Jamie Blanks (Leyenda urbana, Día de venganza) puede leerse como un sentido homenaje a un subgénero por pocos conocido. No he visto el original, pero la historia cautiva y provoca principalmente porque está escrita con ironía y sin excesos. Everett De Roche, guionista de ambas películas, se encarga de introducir a los únicos dos personajes, Peter (James "Jesucristo" Caviezel) y Carla (Claudia Karvan), como si fueran dos monstruos, una pareja que intenta reparar la relación en la que están inmersos con un viaje de camping junto a otra pareja de amigos. Peter es el típico burgués un poco bruto y acaba de gastar una fortuna en artículos de camping. Carla es una neurótica y se siente culpable luego de un aborto efectuado hace poco.

Mientras discuten y se acusan de barbaridades casi inhumanas, la pareja se pierde y debe pasar la noche en medio de la nada, a orillas de una playa paradisíaca salida de un folleto de viajes. Todo podría ser perfecto para una reconciliación, pero el rencor y la intolerancia descontrolan al matrimonio, empujándolos a odiarse de manera cada vez más violenta y, de paso, obligándolos a desquitarse con la naturaleza. Con displicencia absoluta por el medio ambiente, talan un árbol porque les arruina la vista, eliminan una colonia de hormigas y matan un lobo marino. Es tanto lo que se odian que terminan contaminando el medio ambiente con ese odio. Lo que sucede después es claramente una venganza. Pero esta vez es la misma naturaleza la que contraataca, desatando un tercer acto increíble, filmado con sobriedad y discreción.

Una película curiosa que acaba de estrenarse en DVD y Blu-Ray. Recomiendo el Blu-Ray para admirar los sobrecogedores parajes australianos.

*Pablo Illanes, guionista de Donde está Elisa

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