Por Víctor Hugo Moreno Junio 9, 2017

Una gira acústica

El 2 de julio, Andrés Calamaro se presentará en el Movistar Arena. El 5 estará en el Teatro Municipal de Valparaíso, y el 7 será el turno de Concepción.

Los conciertos de Andrés Calamaro (55) se pueden parecer a un clásico de fútbol. La hinchada alienta sin descanso a su equipo, aunque se esté perdiendo por goleada. El Salmón, contra viento y marea, siempre sale airoso de sus presentaciones, aunque con el último aliento entone la melodía final de una canción casi desgarradamente, sólo buscando el pitazo final, medio desvariado y abrumado por el intenso espectáculo. Al viejo Andrés su hinchada le perdona todo. Le venera todo. Organiza eventos en su honor, llevando su música a cualquier lugar del mundo. Y es capaz de escuchar una y otra vez discos caóticos como El Salmón (2000), o también cantar en un karaoke canciones oreja como “Flaca” bajo el poco delicado sonido del teclado eléctrico.

Con Andrés algún lugar encontrarás.

Esa fiel hinchada será testigo de una inédita gira que dará por Chile en formato acústico: Licencia para cantar.

Calamaro hace descansar las guitarras afiladas de su último disco de estudio, Volumen 11 (2016), para sumergirse en la intimidad del escenario y entonar parte de sus grandes éxitos. Y desde ya lanza una advertencia: “El concierto propone sentarse y olvidarse por dos horas del teléfono”.

—¿Salmón, bohemio o cantante, quién es Andrés Calamaro?

—Un poco de cada cosa. Ahora mismo soy cantante. Soy un salmón pensando fuera de las corrientes y tengo una vida bohemia de primera clase.

—¿Tango, blues o rock?

—Últimamente escucho más rock y blues, pero me gusta mucho el tango. No hay un motivo para elegir y descartar música, pero me sé fundamentalmente roquero.

—¿Cuál es el estado de ánimo que hay que tener para componer?

—Supongo que para escribir canciones hace falta la voluntad y el método. Quedarse esperando que las canciones “simplemente lleguen” no ofrece garantías.

Para Calamaro las letras son la esencia. Algunos lo levantan al sitial del poeta maldito del rock argentino. Para otros eso puede sonar una completa y burda exageración. El cantante sí cree que su música es parte de la existencia íntima de las personas que la escuchan. “He conseguido calar en la vida de muchas personas que se cuelgan de canciones mientras viven, sueñan, tienen miedo o ilusión”, explica.

Pero las letras también las ha plasmado en libros. Paracaídas & Vueltas (Planeta, 2015) fue su debut. Un texto de 200 relatos sueltos, sin más conexión que la propia vivencia del autor, pero que resulta un envolvente cúmulo de historias de rock, música, hoteles, bares y caminos. Andrés dice sobre su obra: “ MI libro es muy recomendable”.

Las comparaciones resultan odiosas, pero el Salmón siempre ha buscado una línea común con Bob Dylan, en todo sentido.

—¿Has pensado estos últimos meses alguna vez en ganar el Nobel de Literatura?

—Sería un honor exagerado y haría hincapié en mi sorpresa. Apenas escribí canciones y algunos artículos en periódicos, pero sigo esperando mayor respuesta para mi libro, pero tampoco tanto como el premio Nobel.

Finalmente, Andrés manda un mensaje para quienes aún esperan verlo en el principal escenario de la música popular chilena: Viña del Mar.

—No tengo dramas con Viña, aunque nunca haya estado en el Festival mayor de Chile. Es un concierto para la televisión y el público. Una experiencia que me falta experimentar.

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