Por Natalia Correa // Fotos: Jorge Fuica Mayo 19, 2017

Dos mujeres enfrentan una cámara. No llevan maquillaje ni están peinadas de peluquería. Tampoco usan ropa formal. Una se llama Angélica y la otra María. Están dentro de un modesto departamento de Puente Alto. Esparcidos por el suelo hay computadores y equipos de sonido. Colgando del techo, un cartel que dice: “Tú tienes voz”.

—Cuando se acuerdan de nosotros es para decir que vivimos en una zona roja, en el gueto más grande de Chile. Seguro piensan que somos flojos, parásitos del Estado, que vivimos en los alcantarillados (…) Que acá todos los jóvenes son drogadictos, que no tenemos educación, que no tenemos cultura. Una caricatura de nosotros, pero, a diferencia de lo que ustedes creen, acá hay gente trabajadora.

Las mujeres hablan con rabia, tienen pena. Hace 20 años llegaron a Bajos de Mena, un sector de Santiago que aparece en las noticias por la delincuencia, el hacinamiento —tiene la misma cantidad de habitantes que Curicó, pero en un terreno 200 veces más pequeño—, el narcotráfico y la violencia.

“Los medios han venido a retratar este lugar como el gueto de Chile. Nosotros queríamos cambiar eso”, dice Sebastián Cifuentes, realizador audiovisual.

Algunos sitios eriazos, escombros en el suelo y edificios a medio derrumbar son el paisaje que no ayuda a mejorar la fama de este barrio. Hace cinco años, durante el gobierno de Sebastián Piñera, se comenzó a ejecutar el programa del Serviu Segunda Oportunidad, que demolería los blocks de Bajos de Mena y les daría subsidios a los habitantes para que se trasladasen a otras comunas con mejor conectividad y seguridad. Los resultados de este plan están a la vista: en cada esquina se ven construcciones de cuatro pisos que tienen parte de su estructura en el suelo. En algunas de ellas, todavía viven familias enteras —que a veces ni siquiera tienen servicios básicos, como agua— esperando el dinero prometido para salir de ahí.

Angélica y María dicen que siempre han sido discriminadas, que han perdido trabajos por decir donde viven. Quieren que las imágenes captadas por sus cámaras las vean en todo Chile. Esta es su ventana al mundo, su canal de televisión.

—Los poderosos nos marginan. No lo haga usted. Aquí comienza En bloque, el noticiario de Bajos de Mena Tevé.

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Una pizarra negra ocupa casi toda una pared del departamento, que es estudio de televisión y radio al mismo tiempo. “Me tocó ser pobre y aun así sigo adelante”; “Queremos vivir mejor para los niños”; “Que se sepa cuánto ha costado”; “La gente de dinero tiene guardias, nosotros, comunidad”. Son consignas escritas con tiza por los vecinos para mantenerse motivados. Un desahogo.

—Estaban cansados de ver en la televisión que este era el peor lugar para vivir. Les daba vergüenza que sus familiares, que viven en otros lados, vieran eso —cuenta Javiera Manzi, socióloga. Ella, junto a Sebastián Cifuentes y Natalia Luque, ambos realizadores audiovisuales de la productora MAFI, han estado a cargo de esta “residencia”, un proyecto del programa Santiago es Mío —financiado por el gobierno regional y ejecutado por el Consejo de la Cultura—, que busca fortalecer la identidad comunitaria de 11 sectores de la capital, como San Ramón, Buin y La Pintana.

Manzi, Luque y Cifuentes estuvieron viviendo en unos departamentos de la Villa Cerro Morado de Bajos de Mena desde la primera semana de febrero hasta fines de abril. Ahí, entre los equipos electrónicos y el set de televisión —compuesto por dos cámaras de video y dos sillas, para el conductor y el invitado del programa— les hicieron clases a los vecinos. En onces comunitarias se definió el tipo de contenido que querían ver y en los talleres se les enseñó a hacer documentales, periodismo comunitario, videoclips, a usar las cámaras y a subir contenido a YouTube. Los primeros capítulos de los programas creados ya están en esta plataforma web.

—Los medios siempre han venido a retratar este lugar como el gueto de Chile. Nosotros queríamos cambiar eso, que las personas vieran las cámaras como algo que pudieran usar a su favor, para defenderse y mostrar su versión de la realidad —explica Cifuentes.

 

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Un hombre con camisa blanca y jeans conduce el programa de entrevistas Departamento 32. Está nervioso, es la primera vez que habla frente a una cámara. En sus manos tiene tarjetas para no olvidar ninguna pregunta. Su invitado es Guillermo Pino, dirigente social y presidente del Club Deportivo Los Pumas, escuela y equipo de fútbol emblemático del sector.

—Resulta que hay muchas cosas que no se han podido solucionar. Por ejemplo, ¿tú crees que las canchas están aptas para hacer deporte? —pregunta el conductor.

—Están a medias no más (…) Acá hay sólo cuatro canchas disponibles para 50 y tantas villas que hay. Queremos que eso cambie para darles mayores posibilidades a los futuros deportistas de Bajos de Mena —responde Pino. El dirigente tiene 34 años y está vestido con buzo y zapatillas, como siempre. Tiene el pelo y ojos oscuros, cuatro hijos y juega fútbol desde que tiene memoria.

En el canal de YouTube Bajos de Mena Tevé hay 30 videos. En todos aparecen personas que viven en el sector mostrando sus vidas. Quieren terminar con los prejuicios.

—Por cosas de la vida no se dio para mí lo de ser profesional, como Alexis o Vidal. Ellos nacieron en poblaciones y son un ejemplo. Tenemos que sacar grandes deportistas de acá —dice Guillermo. Él no tiene estudios superiores, su vida era jugar a la pelota. Pero el sueño nunca se cumplió. En Los Pumas, entrena a niños que quieren probarse en los grandes equipos nacionales, como Colo-Colo o la “U”. Les da la oportunidad que él nunca tuvo.

Pino, que también es uno de los locutores de la radio comunal, fue uno de los más involucrados en Bajos de Mena Tevé. Ayudó a los jóvenes encargados de la “residencia” a conseguirse el departamento para instalar el canal y a difundir el proyecto entre los vecinos.

—Me gustaría ver que la gente se uniera, que los que viven en diferentes villas se conozcan por el canal, que todos lo ocupen —explica Pino. Su objetivo, y el de otros dirigentes sociales, es que Bajos de Mena sea una comuna algún día.

Con una sonrisa, Pino asegura que pronto será el conductor de un programa en Bajos de Mena Tevé. Un espacio de debate deportivo para comentar los partidos del fin de semana con dirigentes de distintos clubes del sector, y así promover el deporte en el barrio.

—Ya me estoy pauteando para no embarrarla.

 

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En el canal de YouTube Bajos de Mena Tevé hay 30 videos hechos por  los vecinos. En todos aparecen personas que viven en este sector mostrando sus vidas. Quieren terminar con los prejuicios.  Uno de ellos es Juan Montes, un joven baterista que habla sobre su pasión por la música. El minidocumental parte con una fotografía de un edificio recién demolido con fecha 11 de agosto de 2013. Sólo quedaron los pilares que lo sostenían y escombros.

—Ahí ensayábamos nosotros —dice, apuntando a una esquina de la imagen, donde ya no queda nada. Juan lleva una polera de Iron Maiden, el pelo desordenado y barba. Él vive con su madre, Melina Montes, en la Villa Cerro Morado. Ambos recuerdan las máquinas que vinieron a derrumbar edificios y los escombros que ellos tenían que limpiar. Juan cuenta que de esas construcciones que ahora no existen sacó el nombre de su banda: Demolición.

—La música es inexplicable, es una sensación cuando toco… Me siento como otra persona, como que no pertenezco a esta tierra —dice mientras muestra a la cámara la batería con la que hace magia. Montes se sienta y comienza a tocar. Se mueve rápido, las baquetas vuelan en sus manos. La cámara hace zoom a su cara, Juan cierra los ojos y se deja llevar. Jamás pierde el ritmo. Se imagina en otro lugar, uno mejor.

—Todavía es nuestro sueño, que está ahí, en una cápsula. Ojalá algún día hacerlo florecer —dice el joven a la cámara. Por ahora, no tienen dinero para arrendar un lugar donde tocar o un estudio donde grabar su música.

Una última imagen de él tocando con los edificios de fondo. Luego, el video se va a negro. Hasta ahora, tiene más de 200 visitas en YouTube.

 

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El día del lanzamiento del canal llega el senador Montes, la directora del Consejo de la Cultura de la RM, vecinos y la gente de la productora MAFI. En medio de un terreno desocupado, ya de noche, se presentan en una pantalla gigante los videos que estarán en YouTube. Hay olor a empanada de pino y a sopaipillas.

Ese día, 22 de abril, se entrega oficialmente Bajos de Mena Tevé a los residentes del sector, incluyendo equipos de video y sonido. Desde ese momento, ellos dirigen su canal. La única regla a seguir es no discriminar. Esa es su línea editorial.

Mientras una vecina hace de reportera en terreno, entrevistando a los asistentes al evento, otra mujer se levanta a dar un discurso, el último de la noche. Dice que no pretenden politizar, quieren mostrar el lado que nadie conoce de este lugar, ese que jamás aparece en las noticias, el Bajos de Mena sin delincuencia, narcotráfico o violencia. Van a mostrar quiénes son las personas que viven infectadas de prejuicios.

—Este canal es sólo nuestro. Al fin.

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