Por Stephanie Arellano Mayo 6, 2015

© Jorge Sánchez

El formato unipersonal de ¡Parlamento! significa que Francisco Sánchez estará 70 minutos sobre el escenario del GAM haciendo lo que mejor sabe: al igual que un juglar, ocupará todos los recursos que tenga a mano para seducir a los espectadores.

Desde antes de nacer, la trama familiar de Francisco Sánchez (1971) -director de la compañía Tryo Teatro Banda- ha estado marcada por el peso de la historia. Sus abuelos tuvieron que escapar desde Croacia a Italia, a causa de la Segunda Guerra Mundial. En ese país nació Neda Brkic -escritora y madre de Sánchez-, quien años más tarde terminaría viviendo en Chile. “Mi mamá tiene el tema de la pertenencia muy presente, porque ni siquiera pudo nacer en su patria: es croata, pero nació en Italia. Entonces hay todo un tema con el arraigo territorial, con la pertenencia, que tanto ella como yo lo tenemos”, dice Sánchez.

Es otoño, es sábado, pero es una tarde particularmente calurosa para la temporada. El Teatro Universidad Católica se prepara para una nueva presentación de La expulsión de los Jesuitas, una de las diez obras que conforman el repertorio de Tryo Teatro Banda. El público es más bien atípico para una obra de teatro. Muchas familias con niños. Son chicos en edad escolar, de unos 13 ó 15 años. Cuando puntualmente a las ocho de la noche las luces se apaguen y aparezcan en escena los cinco actores -Daniela Ropert, Alfredo Becerra, Eduardo Irrazábal, José Araya y Francisco Sánchez-, lo que verán en escena estos niños será una clase de historia inolvidable. Porque la obra cuenta un episodio conocido: los esfuerzos inagotables de los jesuitas por intentar detener la Guerra de Arauco, hasta su expulsión, en el siglo XVIII. Pero para contar esto, lo harán con música en vivo. Cada actor tocará al menos tres instrumentos y también, cada vez que puedan, interpelarán al público. Es el sello de Tryo Teatro Banda: una compañía que aborda temas históricos, pero que también busca seducir a los espectadores. Sobre todo a los más pequeños.

Minutos antes de la función, escuchar a Sánchez es como escuchar a un profesor de Historia. Gesticula y mueve los dedos de sus manos como si estuviera dibujando en el aire notas musicales. Desde pequeño fue bastante curioso. Preguntaba todo. Quería saberlo todo. Como el protagonista de Papelucho historiador, de Marcela Paz. “El niño del libro estaba en clases de Historia, donde contaban que había indígenas y que había llegado Diego de Almagro. Todo eso me llamó profundamente la atención. Siempre quedé con la idea que había mapuches en el sur y que la Guerra de Arauco había sido como en otro lado”, recuerda Sánchez. Ese libro lo leyó a los ocho años, pero lo marcó para siempre. Así surgió su pasión por entender la historia.

“Yo siento más bien una necesidad neurótica de pertenecer a esta tierra y no encuentro ningún otro elemento de pertenencia a Chile que su naturaleza -que es bellísima- o sus pueblos indígenas”, dice. Sánchez es el hombre-orquesta de Tryo Teatro Banda y desde el 15 de mayo lo demostrará justamente con una obra que aborda la relación entre mapuches y españoles, ¡Parlamento!, donde será el único actor sobre el escenario.

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El histrionismo Sánchez lo lleva a todos los lugares por donde se mueve. En la calle, en el teatro o en una cafetería. Es parte del estilo de un hombre inquieto y apasionado. Luego de salir del colegio Notre Dame, en 1988, al año siguiente entró a estudiar Teatro a la Universidad Católica y luego al Instituto de Música de la misma universidad. No terminó ninguna carrera. “No me acomodaba el formato académico para mi desarrollo. Sufrí bastante. Imagínate ese primer año de democracia (1990), teníamos todos el tema del exitismo y la economía. El ‘hay que terminar, hay que tener un título, hay que ser exitoso y hay que y hay que’… Uff, entonces yo no encajaba en esa realidad, en ese sistema de estar cinco años en lo mismo”, cuenta.

Su faceta de músico lo llevó a formar parte del grupo reggae Gondwana, entre 1997 y 1998: “Estuve poquito con ellos porque quería hacer teatro y la banda tenía sus tiempos y manera de funcionar. Lo pasé muy bien, aunque no era lo que quería: crear mis obras de teatro y tener mi música”.

Sánchez dice que siempre ha sido músico -confiesa ser un fanático de los Beatles- y ha tratado de incorporar la música al teatro. Antes de su participación en Gondwana, su primer trabajo profesional como músico fue junto a Andrés del Bosque en la obra Las siete vidas del Tony Caluga (1994). Junto a Atila Sambori y Jaime Zanetta eran los encargados de ejecutar la música en vivo. Ese trabajo “implicó investigar en la música de circo, fue una época alucinante. Yo era muy chico, tenía 22 años y veía cómo la gente llegaba masivamente a ver la obra que, además, tuvo grandes críticas y, claro, significó un muy buen comienzo para mí”.


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En octubre de 2014, ¡Parlamento! debutó en un festival de teatro en Inglaterra, bajo la dirección de Andrés del Bosque, y ahora en mayo será el estreno nacional en el GAM, como parte del ciclo Teatro Hoy organizado por Fundación Teatro a Mil. Este título cierra una trilogía con la que Tryo Teatro Banda ganó un Fondart de excelencia en 2013, y que incluyó las obras Afrochileno -sobre un angoleño que llega a Chile como esclavo durante la Colonia- y La expulsión de los Jesuitas.

El proyecto es la consolidación de una compañía que este año cumple 15 años y que Francisco Sánchez fundó junto a su esposa, Carolina Gutiérrez, y el actor Eliseo Miranda, quien se retiró después de dos años. Su nombre alude a la unión de música en vivo, actuación y dramaturgia, además de ocupar elementos de la juglaría en sus actuaciones con el propósito de acercar diferentes hitos de la historia de Chile a niños y adultos. De esa manera incorporan lúdicamente diferentes instrumentos musicales que se convierten en un personaje más.

En 2002 Tryo Teatro Banda se trasladó a Bolivia, donde incursionó en teatro para niños. “Montamos El gato con botas, El gigante egoísta, Los tres chanchitos, y en total hicimos seis cuentos clásicos. Nosotros nos inspiramos también en el teatro del director Marco Yavar, que tiene una mirada del teatro para niños muy importante, en donde la obra tiene que ser como abrir un cuento misterioso, como un mundo mágico de belleza y sutileza. Y no cargado de ruidos”, detalla el director.

Detrás de cada montaje existe un extenso trabajo de investigación, donde los actores deben leer libros y recopilar la mayor información posible sobre el tema que desarrollarán en el escenario. “Libros de diversas tendencias, para conocer diferentes documentos y puntos de vista, y formar el propio”, acota Sánchez.

El formato unipersonal de ¡Parlamento! significa que Francisco Sánchez estará 70 minutos sobre el escenario del GAM haciendo lo que mejor sabe: al igual que un juglar, ocupará todos los recursos que tenga a mano para seducir a los espectadores. Para esta obra, la escenografía estará compuesta de papel, el mismo de los tratados y mapas, en la cual se proyectarán sombras, se deslizarán figuras de cartón con imanes y se pintará un cuadro que luego se destruirá. Además, ocupará siete instrumentos musicales, como acordeón, eufonio, clarinete y flauta dulce.

La obra se inspira en el Parlamento de Quilín (1641), tratado con el que se intentó poner fin a la Guerra de Arauco. Para preparar esta obra, Sánchez se apoyó en el trabajo del historiador y antropólogo José Bengoa, autor de Historia del pueblo mapuche: Siglos XIX y XX, Historia de los antiguos mapuches del sur y El Tratado de Quilín.

“Bengoa ha hecho un esfuerzo notable por poner la historia de las relaciones entre el pueblo mapuche y españoles en un lugar de importancia. El Parlamento de Quilín es clave para entender al Chile actual, pues fue la primera vez que mapuches y españoles se reunieron para conversar y llegar a un acuerdo de convivencia territorial, mediante el cual los mapuches obtuvieron del rey de España la ratificación que la Araucanía les pertenecía y que había una frontera entre ambos pueblos en el río Biobío”, detalla Sánchez.

Su personaje, explica Sánchez, “es un narrador juglar que tiene la necesidad de contar que existe este Tratado de Quilín e hilvana las apariciones de españoles, mapuches, piratas ingleses, curas, soldados de la Conquista y otros personajes”.  

Todo cruzado con el lenguaje del bufón, herencia de su trabajo junto a Andrés del Bosque: “Andrés me ha hecho trabajar mucho el lenguaje del bufón, que es supercomplejo e inexplicable. El bufón de la corte es un ser deforme, contrahecho, tal vez repulsivo. Pero es alguien que tiene permiso para decir todas las verdades y tiene que ser cómico, buen artista. Entonces, en ¡Parlamento! hablaremos de un tema que a los chilenos les va a molestar desde algún punto de vista”.

-¿De qué manera ¡Parlamento! aporta a la discusión del tema mapuche?

-Al poner sobre la mesa el tratado logrado en el Parlamento de Quilín, entendemos que la autonomía que algunos sectores del pueblo mapuche piden no es algo nuevo. Al menos existe este antecedente, que debiera ser tomado en cuenta: ya gozaron alguna vez de esta autonomía. La capacidad de negociación que demostraron los jefes mapuches de esa época nos habla de un pueblo de grandes dirigentes políticos, muy alejado de la imagen que tenemos los chilenos del salvajismo mapuche que cundió en la época de la llamada “Pacificación de la Araucanía” y que sigue hasta hoy. ¡Parlamento! es una obra que invita a la conversación, a retomar la tradición de los parlamentos que rigieron las relaciones mapuche-huinca durante casi 200 años.

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