Por Diego Zúñiga Marzo 18, 2015

© Jorge Sánchez

“Yo creo que es importante aprovechar que Manuela viene de la actuación, porque mira las cosas desde otro lugar. El cambio de roles complejiza el trabajo”, dice Sotomayor , quien está dedicada a producir “1976”, el primer largometraje de Martelli.

-Era como un poema -dice Dominga Sotomayor (1985)-, un texto muy lindo, pero muy reflexivo, donde no había ninguna estructura de guión posible.

Era diciembre de 2013 y aquel texto que Dominga Sotomayor leía como un poema era el guión de una película, de su segunda película, Mar, que debía filmar un par de semanas después en una playa argentina, en Villa Gesell. Pero no había guión, no había escenas, no había diálogos. Había un texto que parecía un poema, en el que los actores trasandinos Lisandro Rodríguez y Vanina Montes habían plasmado algunas de las ideas -y sensaciones- que querían retratar en la película donde serían los protagonistas, la película que le pidieron a Dominga Sotomayor, unos meses antes, que dirigiera.

-Cuando Lisandro me propuso hacer la película, le dije que sí, pero que él se preocupara del guión. Y una semana antes del rodaje me mandó ese texto, donde estaba gran parte de lo que sería la película, pero faltaba ponerlo en escenas -recuerda Sotomayor y sonríe, porque en ese momento veía imposible filmar la historia, pues tenía que armar el guión en menos de una semana.

-Me puse a pensar qué hacer y ahí se me ocurrió llamar a la Manuela -dice.

Manuela es Manuela Martelli (1983), la actriz que sorprendió con su interpretación en B-Happy y que se dio a conocer con Machuca, quien venía trabajando con Sotomayor en el proyecto de su primer largometraje como directora, 1976. Iba a ser una experiencia nueva, pues nunca habían escrito juntas.

-Yo le dije que sí y nos encerramos cinco días en la casa de la Dominga. Todo muy intenso -recuerda Martelli.

-Armamos una estructura muy simple, pues el rodaje iba a ser muy flexible -dice Sotomayor.

Así, en menos de una semana, escribieron el guión y la directora de De jueves a domingo partió a filmar a Argentina.

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Se habían visto un par de veces en la universidad -ambas estudiaron en la Católica-, tenían algunos amigos en común -por ejemplo, Omar Zúñiga, con quien hoy son socios en la productora Cinestación-, pero hablaron de trabajo, por primera vez, vía Skype, cuando Manuela Martelli estudiaba Cine en Filadelfia, y Dominga Sotomayor estaba radicada en Buenos Aires. Era 2012, Sotomayor aún no estrenaba De jueves a domingo, pero ya había hecho varios cortometrajes que a Martelli le habían llamado la atención. Era una estética que le resultaba cercana, los silencios, la contención y la experiencia de ser contemporáneas.

-Yo ya tenía la idea de hacer un largo y quería comentarlo con alguien, postular a fondos, así que contacté a la Dominga y empezamos a conversar -cuenta Martelli.

-Al principio hablamos harto de cosas técnicas, la empecé a asesorar, y en algún momento le propuse que trabajáramos juntas -dice Sotomayor.

Martelli ya había terminado de estudiar Cine en la Universidad de Temple, en Filadelfia -donde estuvo entre 2010 y 2012- y estaba de vuelta en Chile, por lo que se pusieron a trabajar intensamente en lo que sería su primer largometraje, 1976. Postularon a Corfo en 2013 -Martelli como guionista y directora, y Sotomayor como productora junto a Cinestación- y ganaron un fondo para el desarrollo del guión.

-Ése fue el primer trabajo que hicimos juntas -dice Sotomayor, quien luego decidió hacerse cargo de la producción de Apnea, el primer cortometraje de Martelli, que estrenó el año pasado en el Festival de Cine de Valdivia y que ahora se estrenará internacionalmente en el Festival de Toulouse, este domingo 22 de marzo, junto a Mar.

Apnea fue el primer trabajo audiovisual de Martelli, y es la historia de una niña que se está bañando en una tina, mientras espera que su madre vuelva a casa y la cuida su nana, que por su acento descubrimos que es latinoamericana.

La idea es que el cortometraje se muestre justo antes de que se proyecte Mar. No sólo como una forma de promocionar el trabajo de Martelli, sino porque comparten una estética: es una cámara que filma sin estruendos y se detiene en los detalles. Son relatos contenidos, en los que el espectador debe completar la historia.

En estos meses, entonces, Sotomayor y Martelli han trabajado sin parar en lo que será 1976. De hecho, fue Sotomayor junto a sus socios de Cinestación quienes motivaron a Martelli para que postulara a Chile Factory, programa organizado por la Quincena de Realizadores de Cannes, junto a CinemaChile y el Consejo Nacional de la Cultura, donde fue seleccionada: tuvo que filmar un corto junto a una directora de Kenia, el que se mostrará en mayo, en el próximo Festival de Cannes.

-Nos va a ayudar mucho esto -dice Sotomayor- porque cuando sea el festival podremos hablar con productores, distribuidores y gente a la que le pueda interesar el largometraje de Manuela.

En eso están ahora: enfocándose en el proyecto del largo de Martelli y preparándose para el estreno de Mar.

 
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Todo fue desde un comienzo así, rápido, sin mayores planificaciones, entendiendo que Mar iba a ser una película de bajo presupuesto, y que la idea era apostar por la improvisación. Eso, al menos, conversaron al principio Dominga Sotomayor con el actor argentino Lisandro Rodríguez, cuando éste le propuso dirigir una película en la que actuara él y su novia, la actriz Vanina Montes. Una historia breve, una relación de pareja, la idea de convertirse en adultos, un verano, vacaciones en un pueblo argentino.

-Yo venía de filmar De jueves a domingo, donde había sido todo muy planificado. En cambio, Mar apareció de pronto. Fue una película mucho más abierta, que fui descubriendo en el montaje -dice Sotomayor.

Filmó en ocho días, con un guión breve, y apostó por los actores, por esta pareja y por la madre del novio (Andrea Strenitz), que aparece en medio de las vacaciones y que desata, de alguna u otra forma, el conflicto. Una película que vuelve al tema de la relación de pareja -como ocurría en De jueves a domingo-, pero en la que hay una mayor levedad y más humor, sin duda, lo que le da un aire fresco a la historia.

-No sé si Mar debería haber sido mi segunda película, pero ahí está -dice la directora, sonriendo.

Sin embargo, Mar ha ido encontrando su lugar. En enero fue seleccionada en la categoría Forum of New Cinema del Festival de Berlín, esta semana participará en Toulouse y luego se estrenará en salas chilenas, el 8 de abril en la sala de Cine UC, y más tarde estará en la sala Radicales.

-Como que no nos cuidamos tanto de planificar su estreno mundial y esas cosas. Preferimos estrenar chiquito, entendiendo que cada película tiene su lógica -dice Sotomayor-. Así como se produjo, también queremos que así sea su distribución, más concentrada.

No están obsesionadas con las cifras, pero saben que son fundamentales para poder realizar los proyectos que quieren.

-Cinestación más que una productora, es como una especie de cooperativa: si hay un proyecto, se evalúa y se ve cómo hacer para levantar fondos y ver qué rol tomará cada uno. Dominga puede producir, otro dirige y así… -explica Martelli.

-Yo creo que es importante aprovechar que Manuela viene de la actuación, porque mira las cosas desde otro lugar. El cambio de roles complejiza el trabajo -dice Sotomayor, quien está enfocada ahora, en gran parte, en la producción de 1976. Una historia que ocurre a fines de los 60, principios de los 70, y de la que Martelli no quiere adelantar mucho.

-Tiene que ver con la vida de las mujeres en esos años, con el proceso de salida de las mujeres de la casa -dice Manuela y no agrega nada más. Parece ser una mujer de palabra justa, contenida, intuitiva. Dominga, al contrario, parece más estructurada y más discursiva. Se complementan, sin duda. Y saben que vendrán más cosas. Por mientras, Martelli debe trabajar en 1976 antes de ir a Cannes: obtuvo un Fondo Audiovisual de reescritura de guión, lo que le permitirá trabajar y revisar la historia con el cineasta y escritor argentino Martín Rejtman, quien la dirigió en su película Dos disparos. Seguro que lo verá en Buenos Aires cuando vaya con Sotomayor a presentar Mar y en Bafici, en un par de semanas más, y hablen de esa historia de mujeres chilenas, de la que Martelli aún no quiere adelantar más.

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