Por Diego Zúñiga Septiembre 25, 2013

© Matthew Booth

“No soy un archivista, creo mucho en la casualidad, en encontrarse con imágenes que luego pueden armar otra cosa”, dice Franco. Así también se encontró con “Chile Ayer Hoy”, libro de propaganda del gobierno militar que inspira la obra que mostrará en Chaco.


En la mitad de esta historia hay un silencio que dura casi siete años. Empieza cuando Nicolás Franco (1973) vuelve a Chile -después de vivir en Madrid, en Ámsterdam, en Nueva York- y termina cuando lo invitan a exponer en la Galería Gabriela Mistral, en 2008.

Cuando termina ese silencio, entonces, empieza el final de esta historia. O, al menos, la parte en la que Franco se convierte en uno de los artistas chilenos con mayor proyección internacional. Uno que ganó, a fines del año pasado, la beca AMA  -que entrega la fundación creada por Juan Yarur-, que lo tiene por estos días participando en una residencia en Gasworks (Londres), que recibe sólo once artistas al año.

Ahí, desde julio, está viviendo Franco. Y ya está preparando la exposición que hará en el MAVI a inicios de 2014, como cierre de la beca AMA.

Atrás quedaron esos siete años de silencio, mientras espera que se exhiba en la Feria Chaco su último trabajo, Ayer Hoy, que se podrá ver en el stand de la galería Metales Pesados Visual durante este fin de semana, hasta el lunes 30 de septiembre. 

Ayer Hoy es una cita a Chile Ayer Hoy, libro  de propaganda del gobierno militar publicado a mediados de los 70, que mostraba en fotos lo que era Chile ayer (con Allende) y lo que era hoy (con Pinochet). Las fotos de ayer eran oscuras, feas; las fotos de hoy eran claras, bonitas.

Franco, entonces, intervino el libro, de la misma forma en que en sus trabajos anteriores ha intervenido fotos y películas. Aunque ésta es la primera vez que trabaja con un material que remite directamente a Chile. 

Se acabó el silencio, pero Franco no se olvida de esa época en la que no tenía dónde exponer sus trabajos.

 

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Lo que pasó antes del silencio es lo siguiente: Nicolás Franco tiene 19 años y entra a estudiar Arte a la Universidad de Chile. Quiere ser pintor. Le gusta dibujar, le gusta mirar los libros de arte que hay en su casa, quiere descubrir nuevas cosas, sorprenderse, pero no lo logra en el primer año de universidad. Algo no funciona. Por eso, cuando se entera de que existela posibilidad de convalidar ramos con la Universidad Complutense de Madrid, no lo duda mucho. Tiene familiares en España. Es la posibilidad de salir. Realiza los trámites y parte en 1994 a Madrid. Estará allá muchos más años de los que puede imaginar en ese momento. Estudia, pinta, empieza a descubrir el grabado, nuevas formas. Crece. Descubre otro mundo. Está tres años en España y consigue una beca para irse por un semestre a Holanda. Franco se mueve y pinta. Franco viaja y termina la licenciatura a la distancia. Franco, mientras está en Ámsterdam, envía algunos trabajos para postular en esa ciudad a De Ateliers, uno de los institutos de arte más importantes de Europa. Lo aceptan y entonces tiene la posibilidad de aprender con artistas como Georg Herold, Marlene Dumas y Rita McBride, quienes han expuesto en los museos más importantes del mundo. Artistas que no trabajan sólo con la pintura, sino también con esculturas, instalaciones, grabados. Se le abre un mundo en De Ateliers. 

-Fue bien difícil y bien jodido todo ese tiempo, todo lo que tuvo que ver con ser un inmigrante joven durante tantos años en Europa, pero aprendí mucho -cuenta desde Londres, vía Skype.

En De Ateliers entran diez alumnos al año, le dan un estudio a cada uno y ahí los artistas jóvenes interactúan entre ellos y también con los maestros. Es ahí donde Franco realmente descubre lo que quiere hacer.

-Muchos de mis compañeros tenían formaciones distintas, muchos más conocimientos. Fue ahí donde pensé que quizá era mejor trabajar con diversos lenguajes artísticos, más que con sólo uno. Entendí que si había una idea, había que ver con qué medio ejecutarla, cuál podía cristalizarla de manera más efectiva.

Después de la estadía en Ámsterdam y de exponer en un par de galerías en España y Holanda, volvería a Chile, pero sólo por unos meses, pues obtendría la beca Pollock-Krasner Foundation Grant, que retrasaría su regreso al país por un año y le permitiría viajar a Nueva York y continuar en la búsqueda de nuevos lenguajes.

Pero entonces, en 2001, se acabó la beca y debió volver a Chile. Y lo hizo pensando que después de todos estos viajes y estudios podría desarrollarse como artista visual sin problemas. Pero no. No encontró respuestas ni lugares donde mostrar su trabajo. No encontró nada, pues no tenía redes. Las puertas estaban cerradas. Era un extranjero.

Entonces, empezó el silencio.

 

                                                                                                 ***

-Es un precio bastante grande el que hay que pagar cuando uno se va de Chile -dice Franco-. Es bien jodido porque afuera nadie te da pelota y cuando vuelves, tampoco. Es muy difícil.

Fue un tiempo de bloqueo, de cuestionarse todo, de tratar de entender la escena artística. Son varios años, hasta que viene la exposición en la Galería Gabriela Mistral, junto a  Claudio Correa y, entonces, las puertas empiezan a abrirse. Porque llaman la atención los videos-instalación que muestra: son imágenes extraídas de películas de terror, es la mirada que se detiene en la arquitectura , en los edificios donde ocurren crímenes. La estética de Franco se empieza a dibujar ahí. Y la seguirá trabajando en proyectos que luego mostrará en la Trienal de Chile (2009), en Galería D21 (2010), en el Museo de Bellas Artes (2012).

Su nombre, entonces, empieza a sonar entre curadores, críticos, coleccionistas. Juan Yarur se fija en su trabajo y compra una de sus obras, DVR, de la que mostró una parte en la exhibición que hizo en el MAC: un conjunto de fotografías gigantes, en blanco y negro, tomadas de películas, imágenes aparentemente inconexas, pero que remiten a escenas de asesinatos, de historias policiales. 

La estética de Franco, entonces, se mueve en la idea del apropiacionismo y la posproducción: formas que trabajan con materiales que ya existen. Tomar una película, una fotografía o un libro, y armar un nuevo objeto con ellos, una nueva lectura, un nuevo discurso.

-Esta estética, de alguna forma, me permitió abrir un léxico, tener más palabras -explica  y agrega-: lo que me interesa de esto es que uno no empieza el proceso creativo desde cero, sino desde una etapa más avanzada. No soy un archivista, creo mucho en la casualidad, en encontrarse con imágenes que luego pueden armar otra cosa.

Y así también se encontró con el libro Chile Ayer Hoy, que tenía en su taller desde 1998. Le gustaba el diseño del libro, la simpleza: a la izquierda el negro, lo malo; a la derecha el blanco, lo bueno. Le llamaba la atención que no hubiera ningún crédito fotográfico, como si esas imágenes no las hubiera tomado nadie. Por eso, cuando se lo comentó a Sergio Parra -uno de los directores de la galería Metales Pesados Visual-, éste no lo dudó: debía trabajar con ese libro. Y, entonces, Franco lo intervino: cortó las fotos y dobló las páginas, armando así una nueva imagen. No le interesa explicitar ninguna lectura política: en esta nueva imagen el ayer y el hoy quedan registrados en un mismo plano, despojados de la carga ideológica que tuvieron en ese momento. Ahora, en el fondo, tienen un nuevo significado. 

Franco no podrá estar para Chaco -pues vuelve a Chile en octubre-, por lo que ahora está abocado a trabajar en sus nuevos proyectos. Lo que decidió armar en la residencia Gasworks es, de hecho, quizá un poco más radical: desde hace un tiempo viene investigando el trabajo que el escritor norteamericano William T. Vollmann hizo en Rising Up and Rising Down (2003), un tratado sobre la violencia, que publicó en siete volúmenes monumentales, y que Franco ha decidido intervenir de la siguiente manera: desplegó el índice de contenidos del libro alrededor de un estudio, en una sola línea negra que divide la sala en dos, y que funciona como una metáfora de la capacidad de la violencia para adaptarse y mutar. Es una línea de tiempo que abarca prácticamente toda la historia de la humanidad, desde Julio César hasta  la defensa de los animales en el siglo XXI.

-Lo que me interesa de la obra de Vollmann, es que es una invitación urgente para mirar hacia atrás, es una especie de camino sangriento a lo largo de la historia del mundo, que es, finalmente, un mundo dominado por la violencia.

1. “Género Negro” (2009). 

2. “Unknown” (2010).

3. “Table Contents” (2010). 

4. “Ayer Hoy” (2013).

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