Por Yenny Cáceres Enero 10, 2013

 

Cabalgar es lo único que lo calma. Por eso cabalga todas las mañanas, temprano, de seis a nueve. Nació como Clément Marty, pero desde hace 37 años se hace llamar Bartabas. Quiso ser jockey, pero un accidente en moto se lo impidió. A cambio creó un género, el teatro ecuestre, donde los caballos se suben al escenario a la par con actores y bailarines. 

Le han ofrecido que su compañía, Zingaro, que creó en 1985, se replique en otras partes del mundo, a lo Cirque du Soleil, o ir a Las Vegas, pero Bartabas se ha negado. Prefiere seguir su espíritu gitano y seguir recluido en Aubervilliers, en las afueras de París, con su troupe y los cerca de 40 caballos que conforman su compañía. Allí vive junto a técnicos, entrenadores de caballos, artistas y sus familias, mientras ensaya sus espectáculos, que le toman como mínimo un año de preparación.

Histriónico en sus fotos y con unas largas patillas que enmarcan su rostro, Bartabas es un personaje en Francia. Su teatro ecuestre es una marca nacional, y en 2003 fundó la Academia Ecuestre de Versalles, una escuela artística que considera a la equitación como un arte más que un deporte. Amigo de la fallecida bailarina Pina Bausch, acaba de publicar un libro, Manifeste pour la vie d’artiste, donde invitó a participar a Pina y otras figuras, como el cineasta Alain Cavalier. En su portada, una imagen al estilo Bartabas: vestido de jinete y junto a un caballito de madera. 

En su debut en Chile traerá una obra más íntima, El centauro y el animal, donde sólo participan Bartabas como jinete y Ko Murobushi, experimentado bailarín japonés de butoh. A Santiago viajará acompañado por cuatro de sus caballos más cercanos: Soutine, Pollock, Tintoretto y Horizonte, el más viejo, de 23 años. 

Su espectáculo debuta el próximo 17 de enero en el Teatro Municipal, y debido a las altas expectativas que ha generado, se extenderá hasta el 27 de enero, más allá de la fecha oficial de cierre de Santiago a Mil. Pero también ha significado un esfuerzo de producción inédito para este festival. 

VIAJEROS FRECUENTES

Desde hace años les rondaba la idea. Traer a Bartabas era una meta para el Instituto Francés de Chile, pero desde hace seis meses se activó el plan para hacer coincidir sus presentaciones con la visita a Chile del presidente de Francia, François Hollande, como parte de la cumbre de la Unión Europea y Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). Patrick Bosdure, director del instituto, consiguió la colaboración de tres empresas francesas (Alstom, GDF Suez y Safran) para financiar en parte la venida de Bartabas, y también se están haciendo gestiones para incluir alguna función de El centauro y el animal dentro de la agenda de Hollande en Santiago.

Esta obra se ha presentado en París, Londres, Barcelona, Turín y Hong Kong. Eso quiere decir que Soutine, Pollock, Tintoretto y Horizonte han viajado a todos esos lugares, bajo un estricto protocolo. Estos viajeros frecuentes incluso tienen sus propios pasaportes, pero lo más importante para Bartabas y su compañía es el bienestar de los animales.

“La clave es entregarles confianza, que se sientan como en casa. No tenemos caballos para reemplazar. Necesitamos caballos en buen estado de salud, que psicológicamente se encuentren bien. Somos más cuidadosos y vigilantes de lo que la gente se pueda imaginar”, dice Francis Tabouret, el encargado de cuidar a los caballos durante este viaje a Chile. 

Tabouret ingresó a Zingaro en 2007, luego de trabajar como profesor de equitación y en un circo. Como encargado de los caballos, por estos días tenía contemplado su arribo a Chile, justo una semana antes del debut de Bartabas en el país, para que los animales tengan tiempo de descansar. Durante los primeros cuatro días, los caballos permanecerán en cuarentena en el Rancho Ecuestre de Talagante, y luego se instalarán al lado del Teatro Municipal.

El objetivo es evitar más traslados y que los caballos se sientan en un ambiente más familiar. Para eso desde Francia se mandaron por barco unas caballerizas desmontables, que son las mismas que los animales ocupan en Aubervilliers, y que se instalarán en la calle Tenderini, para que así puedan ingresar directamente al teatro.

Durante una visita técnica que un miembro de la compañía francesa realizó en octubre, se supervisaron otros detalles: se pidió una rampa para que los animales puedan subir al escenario y se dieron las instrucciones para el piso, en el que primero se instalará una carpeta sintética y luego un suelo granulado de caucho, para facilitar el desplazamiento de los caballos. Otra de las peticiones fue un remolque, que se instalará al lado de las caballerizas: la idea es que los miembros de Zingaro hagan turnos para acompañar a Soutine, Pollock, Tintoretto y Horizonte durante las 24 horas del día.

El DON DE ESCUCHAR

La clave de todo está en escuchar. Lo dice Bartabas, el hombre que sólo descansa mientras está arriba de un caballo, que escucha la respiración de sus caballos para crear. “Yo mantengo con los caballos una relación de compañerismo, donde cada uno es a la vez maestro y alumno. El caballo es para mí un espejo, devuelve lo que somos capaces de dar. Es un trabajo permanente de escucha, basado en el respeto mutuo”, dice desde Francia, mientras hace un alto en sus ensayos.

Por estos días, su compañía está de vuelta con funciones en Aubervilliers con el espectáculo Calacas, que se inspira en la imaginería de la fiesta de los muertos mexicana,  y que dedica una parte a los chinchineros chilenos. Allí participan 29 caballos. Una propuesta más festiva y completamente distinta a El centauro y el animal, obra más oscura, que apela a la animalidad como una obsesión del hombre, y como un vínculo secreto entre el jinete y el caballo. Un título que mezcla danza, teatro, música y poesía, al inspirarse en Los Cantos de Maldoror, de Lautréamont (incluyendo la lectura de algunos poemas) y que se desarrolla en una escenografía diseñada por el propio Bartabas, con guiños a la cultura japonesa. Todas las reseñas coinciden en alabar sus sorprendentes imágenes, especialmente en los pasajes en que Bartabas, un jinete que nunca muestra su rostro, se fusiona como un solo cuerpo con uno de sus caballos.

A sus 55 años, Bartabas sabe que, a diferencia de otras compañías, sus espectáculos son efímeros, imposibles de remontar. Cada obra es única e irrepetible, porque han sido pensadas y creadas para un caballo en particular. Cada caballo puede estar en Zingaro un tiempo variable, de seis a diez años. Horizonte, el veterano del grupo que vendrá a Chile, ya lleva 15 años junto a él.

-¿Cómo elige y entrena a sus caballos?

-Yo no elijo a los caballos teniendo una idea precisa de lo que quiero hacer con ellos. No estoy buscando una actuación.  El azar hace que en un determinado momento un caballo u otro atraigan mi atención, pero eso pasa después. Cuando el caballo ya está en Zingaro, vemos qué podemos hacer juntos. Es una cuestión de sensaciones más que de lógica.

-Usted considera a los caballos como sus compañeros de danza. ¿Por qué?

-El caballo es mi herramienta de expresión, como el instrumento para el músico. Con la diferencia de que mi instrumento es único y vivo, que no eligió estar ahí, y por lo mismo le debemos más atención y respeto, y nunca hay que pedirle más de lo que puede dar. 

 

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