Por Antonio Díaz Oliva Enero 19, 2012

La primera vez sucedió tempranamente: corría 1969 y en Estados Unidos un pequeño grupo de estudiantes se organizaba. Era la primera campaña para postular a Nicanor Parra al Premio Nobel de Literatura. Era, por decir menos, una tarea ardua. Si bien la obra de Parra contaba con traducciones al inglés (hechas por los poetas beatniks, con quienes el chileno tenía una gran cercanía y amistad) y el antipoeta era bastante experimentado -contaba 55 años en ese entonces-, su figura tenía que luchar contra otros intelectuales chilenos y latinoamericanos, en una época en que, por ejemplo, el Boom estaba en pleno proceso de ebullición. "En efecto, fue una campaña a bajo nivel", recuerda Patricio Lerzundi. Este periodista, poeta y académico chileno instalado en Estados Unidos fue el encargado de mover los hilos en esa campaña. La primera de la que se tiene registro: "Hicimos esfuerzos por ponernos en contacto con estudiantes de otras universidades de Estados Unidos y de personas conocidas en América Latina, pero para ese tiempo ya había comenzado la campaña por Pablo Neruda. Y eso, claro, nos aguó un poco la fiesta". Y el resto de la historia es conocida: un par de años más tarde, en 1971, Neruda tomaba un avión hacia Estocolmo para recibir el Nobel.

Así, el extenso historial de las campañas que se han realizado para que Nicanor Parra gane el premio Nobel tiene un antecedente prematuro. Luego de 1969, hubo otros intentos a escala, digamos, menor. Al parecer, no se lograba hacer el ruido necesario para que la Academia Sueca tomase en cuenta al chileno; había varios factores que jugaban en contra: principalmente, la poca visibilidad que tenía Nicanor Parra y su obra en el extranjero. O más bien la poca continuidad a la hora de traducirlo en países como Francia, Alemania, Estados Unidos y, por cierto, Suecia. "Por lo menos en EE.UU., en el mundo académico se conoce bastante la poesía de Parra y de forma temprana. Hay que reconocer que fuera de las aulas universitarias se lee poca poesía y menos de poetas que no escriben en inglés", dice la académica estadounidense y estudiosa de la obra de Parra, Marlene Gottlieb.

Ella fue la encargada de organizar la campaña de 1995. Y tal vez esa junto con la del 2001 fueron las más importantes (aunque hubo otras en los 90). O las que, por lo menos, consiguieron hacer bastante ruido. Anteriormente, hubo una en 1993 que alcanzó algo de notoriedad, aunque no es equiparable a la de 1995, que fue comandada por la ya mencionada Gottlieb y tuvo al Instituto Cervantes de Nueva York como institución oficial. Y está la del 2001, en la que gente como José Antonio Viera-Gallo se involucró con fuerza y, a la fecha, es la que mediáticamente más efecto ha tenido. A todas éstas, hay que sumar la que actualmente se está gestando en universidades estadounidenses, chilenas y europeas y que, además de otras personas, tendrá a Julio Ortega, el conocido crítico peruano y profesor de la Universidad de Brown como uno de los bastiones.

Lo que más se recuerda de la campaña de 1993, es que se empiezan a constatar las primeras señales de los fans de Parra; aparecen murallas rayadas en Santiago y afiches pegados en avenidas, algo que se mantiene hasta hoy (tanto en las cercanías de su casa en La Reina como en Las Cruces, es fácil leer alusiones tipo ¡Parra al Nobel!).

En esta ocasión, la casa de estudios que inició todo es la Universidad Diego Portales. Junto a ésta, instituciones universitarias como la Pompeu Fabra (España) y de Leiden (Holanda) serán parte de un documento que se enviará a la Academia Sueca a fines de enero -estimativamente-, con el cual se dará inicio a esta nueva campaña. Para todo esto, el Consejo Nacional de la Cultura también ha estado ayudando en el proceso de gestión.

El Nobel y las paradojas

Su nombre no es nuevo en esto. Al contrario: Julio Ortega lleva mucho tiempo siguiendo la obra de Parra. Fue en 1964, cuando el poeta visitó Lima, invitado por el escritor peruano José María Arguedas, y lo escuchó recitar. Ortega -de 22 años- quedó estupefacto con la lectura del chileno. Escribió un artículo en un periódico ("Parra y las paradojas") y el mismo Arguedas le escribió para felicitarlo. Dice Ortega: "Me di cuenta que conversar con la poesía de Parra era formar parte de un grupo de practicantes del lenguaje más contemporáneo: el que nos inventa como interlocutores". Según el catedrático peruano residente en Estados Unidos, ésa es una de las claves de Parra: que muchos se sientan una comunidad alrededor de su obra y de su figura.

Algunos años más tarde, cuando era estudiante en la Universidad de Yale, Ortega tuvo la oportunidad de conocer en persona al autor de Artefactos. Y hablaron por horas. Y se estableció una conexión que sigue viva hasta hoy. Y no sólo eso: en 1991 Julio Ortega fue parte del jurado del primer Premio Juan Rulfo. El mismo que le dieron a Parra en la Feria del Libro en Guadalajara ese año. La misma instancia en la que el antipoeta recitaría su ya clásico "Discurso de Guadalajara" que, no por nada, hacia el final tiene un verso titulado "Después del Rulfo sueña con el Nobel?" y en el cual se lee lo siguiente: "Si no se lo dieron a Rulfo/ Por qué me lo van a dar a mí?".

Junto con Ortega, Marlene Gottlieb ha sido otra de las académicas que han ayudado a expandir la obra de Parra. Empezó a leer la poesía del chileno cuando era estudiante de posgrado en la Universidad de Columbia, allá por 1966. Y fue la autora de la primera tesis sobre el autor de La cueca larga que se haya escrito en Estados Unidos. Cuenta sobre su participación en la campaña del 1995: "Básicamente me comuniqué con académicos por teléfono, y como conocían bien la obra de Parra y la enseñaban en sus cursos, estaban completamente de acuerdo de que ya era hora que se le reconociera con el Nobel. Entonces escribí la carta y la firmaron". Consiguió que 300 intelectuales -de distintas partes del mundo- firmaran el documento. Se hicieron actos, conferencias en diversas ciudades y universidades, pero principalmente en Estados Unidos, lo que le dio un toque internacional a la campaña.

Las campañas por Parra

Un par de años antes, otro intento se había forjado: la campaña de 1993 y que tuvo a la Universidad de Concepción como institución oficial. En ese entonces, José Antonio Viera-Gallo era diputado por Concepción y entró en contacto con la gente del Departamento de Español de esa universidad (un grupo de académicos que, en su mayoría, eran "parrianos"). "El problema es que en esos años Parra no tenía las obras completas en español, como ahora. Y era conocido en algunos ambientes intelectuales estadounidenses, pero no tenía traducida su obra al inglés, francés y sueco. Y si la tenía, era de forma intermitente, cuando debería haber una cierta continuidad en eso", dice Viera-Gallo.

Lo que más recuerda de esa instancia, es que se empiezan a constatar las primeras señales de los fans de Parra; aparecen murallas rayadas en Santiago y afiches pegados en avenidas, algo que se mantiene hasta hoy (tanto en las cercanías de su casa en La Reina como en Las Cruces es fácil leer alusiones tipo ¡Parra al Nobel!). La gracia, en esa ocasión, es que la campaña surgió desde los fanáticos acérrimos del autor. Gente que leía a Parra, pero no desde la academia. Gente que caminaba hasta La Reina y se quedaba ahí, a la espera de alguna señal o saludo imprevisto del antipoeta. Algunos, incluso, eran los curiosos que llegaban a verlo -aunque no fuesen alumnos de él- a su cátedra en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Chile, donde el poeta hizo clases durante 22 años.

Tiempo pasó hasta que se volviese a barajar la idea de una campaña. En 2001, una vez más, se movieron instituciones y personajes, encabezados por la Universidad de Chile. Hasta la fecha, es la campaña que más notoriedad ha tenido. No sólo se mandó un dossier a la Academia, sino también un video de diez minutos en el cual Parra salía recitando y dando discursos. Uno de los encargados de ese video fue Víctor Jiménez, el director del documental Retrato de un antipoeta: "Yo ya llevaba un tiempo filmando a Parra. Y un día nos contacta una mujer de nombre Viviana Vicencio. La Colombina le había dicho que las mejores imágenes que había visto últimamente de su papá eran las nuestras. Nos pidieron un video con tales y tales características", cuenta Jiménez. Cercana a Parra -habría sido designada por el mismo poeta para que estuviese al mando de la iniciativa-, Viviana Vicencio fue parte activa de esa campaña, que no sólo obtuvo los focos de los medios de comunicación, sino otros logros valiosos. Por ejemplo: traducir parte de su obra al sueco. O lecturas en torno a la obra de Parra en lugares como el Bellas Artes y diversas universidades. Y una concurrida exposición de sus Artefactos en el edificio de la Telefónica. "La gente de la academia es bien recelosa. No hubo ningún tipo de acercamiento con ellos", recuerda Viera-Gallo, quien el 2001 era senador por Concepción y también el político más activo en colaborar en la campaña. "Lo que sí nos recomendaron fue justamente eso: tener la obra traducida al sueco. Y que también no sería malo tener un recital de Parra en Estocolmo".

"La gente de la Academia Sueca es bien recelosa. No hubo ningún tipo de acercamiento con ellos", recuerda Viera-Gallo, quien el 2001 era senador por Concepción y también el político más activo en colaborar en esa campaña. "Lo que sí nos recomendaron fue justamente eso: tener la obra traducida el sueco".

Hacerse los suecos

La figura de Julio Ortega, vale aclarar, es muy importante en las campañas para que Parra gane el Nobel. No sólo porque es cercano al autor chileno, sino porque -de alguna forma- es o fue cercano a la Academia Sueca. O, por lo menos, fue un referente en la selección de autores de años pasados. "Yo he sido uno de los críticos consultados por el comité, ahora puedo contar cómo el método ha cambiado. Varios críticos recibíamos una carta pidiéndonos proponer a un escritor y razonar esa propuesta", cuenta. Y luego agrega un dato relevante: "No hace mucho decidieron premiar escritores de lenguas que no lo habían recibido". Ahora, en la campaña que se lanzará próximamente, tendrá un papel clave: será el encargado de redactar la carta oficial que se envía a la academia. "Por Borges hubo campañas anuales, y por Octavio Paz hubo un inteligente trabajo diplomático -comenta el peruano-. No quiere decir eso que el resultado se deba a una campaña, el caso de Borges lo demuestra. Más que una campaña, se requiere de una persuasión discreta".

Por lo menos en el mundo académico, algo se ha avanzado y Parra se lee cada vez más. "A estas alturas, su obra figura en las listas de lectura obligatoria para el doctorado en Español en casi todas las universidades estadounidenses -dice Gottlieb-. Y entre los profesores anglosajones, que no suelen interesarse por la literatura escrita en español (fuera del Boom y recientemente Bolaño), el interés aumenta. Especialmente porque el mismo Bolaño dijo que Parra era uno de los poetas más importantes en lengua española, ahora hay más curiosidad en conocer la obra de Parra".

<>"Se ríe, se lo toma en serio y también no tanto", dice Lerzundi. "La última vez que lo vi, cuando le pregunté si estaba pensando en el Nobel, me contestó que no, pero que estaba trabajando en el 'Discurso de Estocolmo' por siaca". Algunos incluso bromean con que el antipoeta debería sacar un libro con todos sus poemas y referencias acerca de por qué se lo deberían dar, o por qué no le han dado el Nobel. "Es un premio distraído. Ha tenido grandes momentos de atención súbita, pero Parra está en muy buena compañía: Borges, Kafka, Joyce, Rulfo", dice Ortega. "La única constante de la conducta del Nobel es su capacidad de sorpresa. Se hacen los suecos con éxito".

 

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