Por Antonio Díaz Oliva Noviembre 26, 2010

© José Miguel Méndez

Ésta es una historia de llamadas telefónicas. De mails y conversaciones con sobrenombres. El inicio, de hecho, fue así: "¿Aló, Antonio? Mira, hablas con El Autor". Ése fue el primer contacto directo con el misterioso personaje de este artículo. Alguien que -en una extraña sincronía- parece sacado del mismo libro que él escribió. Así que tal vez, antes de narrar más llamadas telefónicas y correos electrónicos, es necesario aclarar algunas cosas. La primera, claro, es una duda obvia: ¿quién es El Autor? La respuesta: El Autor es el creador de "La Semana En Que Se Juntan Los Siglos", un thriller literario para las grandes masas que, sin publicidad o una campaña de marketing costosa, lleva ocho semanas en el ranking de los libros más vendidos en Chile. Algo que sólo gente como Rivera Letelier, Guelfenbein, Simonetti y Ampuero han logrado.

Lo segundo es aclarar algunas cosas: para poder escribir "La Semana En Que Se Juntan Los Siglos", El Autor creó un software. Una suerte de Excel-Word que le permitió ordenar las escenas y características de los personajes. El Autor se demoró cinco años en escribir el libro. Un lapso en que tuvo contratiempos como cuando, al final, le dio un infarto cerebral. Por eso El Autor se escuda bajo un seudónimo. Algo que -por supuesto- ha ayudado en la promoción del libro: ya va en la segunda edición, con casi tres mil ejemplares vendidos. Él dice que conserva el anonimato por razones de salud y, luego, de marketing.

Y por eso, para hablar con él, el camino es largo. Lleno de etapas. La primera, claro, es consultar a alguien que tenga contacto con El Autor. En este caso, Francisco Ortega, escritor, periodista y editor de no-ficción en Alfaguara. El vínculo entre ambos partió en febrero, cuando Ortega vio un banner en El Mostrador. Era la publicidad de una extraña novela, tipo Dan Brown, situada en las celebraciones del Bicentenario. Aparte de un extracto de la novela, el aviso decía que las editoriales interesadas podían contactar al autor, quien, por supuesto, no revelaba su identidad. Ortega lo contactó. Leyó el manuscrito. Asombrado, intentó publicarlo en Suma, un de los sellos de Alfaguara, pero -ya que El Autor quería que el libro estuviese disponible en septiembre, para el Bicentenario- el proyecto no se pudo concretar. Por eso, El Autor optó por autoeditarlo.

Para poder escribir "La Semana En Que Se Juntan Los Siglos", El Autor creó un software. Una suerte de Excel-Word que le permitió ordenar las escenas y características de los personajes, como la manera de hablar de cada uno.

Así, luego de enviar varios mensajes de texto en SMS, de escribirle un mail, es cuando se logra una comunicación fluida con El Autor. Y ahí viene la petición de juntarse para una entrevista, a lo cual accede. Eso sí: hay que ajustarse a sus horarios. "Tengo problemas para dormir y mucho del trabajo lo debo realizar de noche, actualizar el sitio del libro , responder correos, actualizar base de datos, coordinar", dice en uno de los tantos mails que anteceden a la entrevista que concedió a Qué Pasa. "De hecho, ahora en un rato voy a dejar un despacho para Antártica, y ver algo de patrocinio o auspicio con el Fondo de Cultura Económica". De esa manera han sido los últimos días de El Autor. Días activos, en que él mismo ha ido a las librerías a dejar su novela. O que ha pasado manteniendo actualizado el sitio (www.lasemana2010.com), donde los lectores dejan sus comentarios. "La gente siempre me pregunta por lo del anonimato. Y eso es primordialmente por razones de fuerza mayor. Tengo prohibición médica de fotografías, evitar la exposición mediática. Una de las causales es mi infarto, además de todas las adversidades que hubo en el camino: la negligencia de un centro hospitalario, que me puso en un alto riesgo vital, más del que ya tenía".

¿Un Dan Brown a la chilena?

Fue a mediados del 2005. En ese entonces El Autor era alumno del taller de Poli Délano. Por ese mismo tiempo, también, la noticia sobre el hallazgo de los restos de Diego Portales se repetía en los noticiarios y primeras planas de los diarios. El Autor dice que vio en ese hecho una posibilidad literaria interesante. Y por eso escribió el inicio de la novela; en el cual La Moneda es sobrevolada por helicópteros y en el ambiente algo raro se percibe. Minutos después se descubrirá que los restos de O'Higgins ya no descansan frente al palacio gubernamental. Ahí fue cuando decidió presentar en público el inicio de este proyecto. Y recibió buenas críticas. "Sí, la idea de la novela se presentó en el taller", confirma Délano. Y luego lo recuerda: "Se trata de una persona agradable. Un tipo inquieto, algo nervioso". Antes de convertirse en El Autor, editó dos novelas que poco se vinculan con su reciente thriller. Él mismo las publicó y las pocas copias las repartió entre amigos. De ahí que obviamente no es raro que muchas preguntas surjan: ¿existe El Autor en realidad?, ¿o es una invención de algún grupo de escritores o guionistas? "Te aseguro que si el libro hubiese salido con otro nombre en la solapa, el mío por ejemplo (hubo muchos que pensaron que yo era el autor), no funciona ni la mitad de bien de lo que hoy se está moviendo en librerías", dice Francisco Ortega.

Es así como un viernes por la tarde, en un café Juan Valdez, El Autor -nacido "en Santiago de Chile en la segunda mitad de la década del sesenta", como él aclara, y egresado de Ingeniería Industrial Eléctrica en la PUC- aparece. Llega con unos lentes oscuros. Un chaleco militar verde. Saluda. Tiene pelo negro largo, barba, y pese a su incipiente calvicie, se mantiene bien para sus cuarenta y tantos. De vez en cuando, tartamudea, y le cuesta terminar algunas palabras. Aclara que es debido al infarto cerebral. A lo lejos, se ve una mujer mayor: es la madre de El Autor. Ella estará mirando, desde una mesa vecina, la conversación. Luego, aclara el escritor, irán al médico donde se tomará unos exámenes que tiene pendientes.

El misterioso best seller de la literatura chilena

-Antes de esto tenías dos novelas. ¿De qué tratan?

-Una es para gusto de jóvenes. Y la otra es una historia de amor. Aunque siempre me gustó el suspenso, la segunda también tiene intriga, pero es, en esencia, una historia de amor.

-¿Y cómo se llaman?

-No te voy a decir. Además, fueron editados pocos ejemplares y sólo los tienen amigos.

-¿Qué te parece que te comparen con Dan Brown?

-Yo leí "El código Da Vinci" y unas páginas de "Ángeles y Demonios", pero no la terminé porque en ese tiempo ya estaba embarcado en este proyecto y, por lo tanto, no leía nada. Nada de nada. Estaba dedicado todo el día a esto.

- A principios de este año decides publicitar la novela -que aún estabas escribiendo- para encontrar una editorial, ¿cómo fue eso?

-Contra la voluntad de todos mis conocidos, contraté un crédito y publiqué un aviso en El Mostrador; un banner que salió el mismo día de la segunda vuelta presidencial. Hasta ese entonces vivía de hacer pitutos aquí y allá, pero tenía convicción en mi proyecto. Luego me hicieron una nota en La Nación. Y me llegaron tres ofertas, la que encontré más adecuada era la de la editorial donde trabajaba Francisco Ortega. Aunque al final, por diversas razones, no se pudo publicar ahí.

-¿En ese momento decidiste editarla por tu cuenta?

-Sí, luego de esto es cuando digo que voy a autopublicarla. Y luego de pasársela a otros lectores, y que se la devoraran, seguí aferrado a esa convicción. Además, cuando mi familia se convenció que lo de El Mostrador funcionó, recibí el apoyo de mis padres. Y fue la confirmación de que iba a sacar esto como fuese necesario.

Submarinos, galerías, conspiraciones

En el último de los mails que El Autor manda, días después de la entrevista, hay una serie de archivos adjuntos. Son planos con los nombres de los personajes y elementos de la novela, que ordenó gracias al software que inventó. Por ejemplo, tiene anotado el número de palabras que cada personaje o cómo se visten, cuál es su color de pelo, dónde estudiaron y así. Nada de raro: el tratamiento de "La Semana En Que Se Juntan Los Siglos" fue cinematográfico (una de las cualidades que Poli Délano alabó cuando leyó ese primer capítulo en el taller). Así, por su ritmo de narración frenético, este libro se parece a un capítulo de "24".

"La gente siempre me pregunta por lo del anonimato. Y eso es primordialmente por razones de fuerza mayor. Tengo prohibición médica de fotografías, evitar la exposición mediática. Una de las causales es mi infarto (cerebral)", asegura El Autor.

Estamos en Chile, en septiembre del 2010. Le seguimos la pista a Marcela Correa, una periodista que trabaja en el gabinete del presidente Ignacio Bustamante. Todo sucede en el día en que se celebra el Bicentenario de Chile. Más bien, en la tarde en que el presidente dará el discurso para conmemorar la efeméride. Es entonces cuando se anuncia que desaparecieron los restos de Bernardo O'Higgins. Y que uno de los submarinos de Chile (el Carrera) fue secuestrado. No sólo eso: en los próximos minutos también se revelará una red de galerías subterráneas en La Moneda. Y, el resto, ya lo saben: conspiraciones. Muchas conspiraciones y harta acción. Hay helicópteros. Un presidente en peligro. Problemas geopolíticos entre Chile y Perú. Una avezada periodista que intenta hilar y darle algo de coherencia al cuadro. Y todo en apenas unas horas. Y, además, con una pluma ágil que poco le tiene que envidiar a los escritores estadounidenses del mismo género. Por eso, claro, surgen nuevamente las preguntas: ¿existe El Autor en realidad?, ¿es la invención de algún grupo de escritores o guionistas?

-En la contraportada dice que como parte de la investigación, entrevistaste a miembros de las Fuerzas Armadas. ¿Con quiénes hablaste?

-Oficiales de las tres ramas, activos y en retiro y me comprometí bajo juramento a no mencionarlos jamás. De hecho, si caía en la justicia militar tenía preparado todo legalmente para protegerme y no nombrarlos jamás.

-Otra cosa curiosa es que la novela se nota muy actual. Por ejemplo, en un momento se menciona a los 33 mineros. ¿Cuándo terminaste de escribir la historia?

-El 22 de agosto del 2010. En la madrugada. Por eso quise incorporar el dato de los mineros, que el presidente los mencionara en su discurso. Más que por una cosa de marketing, para darle un dato más real a la novela. El 23 en la mañana se fue a la imprenta. Y el lunes 30 llegaron a la Feria Chilena del Libro y a mi casa las primeras copias de esa edición.

-¿Y cuál es tu próximo plan?, ¿publicar otro libro?

-Arreglar las dos novelas anteriores y también tengo otras ideas.

-¿Pero vas a seguir publicando bajo el nombre de El Autor?

-Sí. O por lo menos hasta que los médicos me digan, hasta que me haga todos los exámenes que he postergado, ahí veremos. No sé. Pero creo que El Autor, bueno, va a ser como Pablo Neruda y Neftalí Reyes. Puede que todos, en un momento, sepan mi nombre. Pero mi seudónimo siempre va a ser El Autor.

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