Por Paulo Ramírez Octubre 8, 2010

© José Miguel Méndez

"No-me-gus-ta... qué quiere que le diga: no me gusta. Hay gente que adora eso. Yo no". Borja Huidobro no quería sacarse fotos para esta entrevista. Dice que ya le han sacado suficientes, que no quiere posar más, y menos aún si debe hacerlo en la calle, parado frente a uno de los varios edificios que ha diseñado en el sector de El Golf, en Santiago.

"Me saco la foto aquí en la oficina o no hay entrevista", dice.

Y casi no hay entrevista… Imposible saber si lo que hay detrás de esta reticencia es exceso o falta de ego.

Borja Huidobro abomina de los starchitects (arquitectos estrella), pero sabe que es la gran estrella de la arquitectura chilena…

-¿No le pasa nada cuando se lo dicen?

-Sí, pos... ¡lo encuentro el descueve, pos!

-Claro, a cualquiera le gusta.

-A cualquiera, por supuesto, pos huevón. Es obvio. Decir que no es mentir.

-¿Es rico ser estrella...?

-Claro, y juegas a eso... Pero eso no te da más inteligencia ni menos angustia cuando creas un proyecto.

-¿O sea no sirve mucho...?

-Facilita tener trabajo.

-¿Hay alguno de los grandes nombres de la arquitectura mundial que le cause especial interés? Estoy pensando en Frank Gehry, Norman Foster, Zaha Hadid, Richard Rogers...

-No, ninguno.

-¡Ninguno!

-Ninguno. Mira, mis socios de Francia, que son muy jóvenes, acaban de ganar un concurso para diseñar el Museo de Ciencias Naturales de Marruecos. Y compitieron contra Jean Nouvel de Francia, Rem Koolhaas de Holanda, Vittorio Gregotti de Italia, Odile Decq, que es como la Zaha Hadid francesa... Nuestra oficina compitió contra todas esas vedettes y ganó. ¿Entonces estamos más arriba? No podemos estar más abajo, porque les pusimos la pata encima... ¿Te fijas? Mejor ni compararse, porque no tiene sentido.

"Que yo sepa, la arquitectura 'chilena' de los campos, la de los tres patios de las casas de fundo, es absolutamente española. De chilena no tiene nada. Digamos las cosas como son: aquí no tenemos nada auténtico, salvo la ruca".

-¿De dónde sale el concepto, entonces, de que éstos y no aquellos son los mejores?

-Sale de las revistas, pues.

-O sea "El Croquis" tiene la culpa...

-Claro, y antes eran otras, hay millones...

-Igual estamos en el reinado de los starchitects...

-En la arquitectura hay tendencia al star system.

-¿Qué papel juega en esto el Premio Pritzker?

-Bueno, como no hay Premio Nobel de Arquitectura, los arquitectos decidieron crear esto, con un valor, con plata detrás. Entonces se lo van repartiendo. Y de repente dicen "el continente americano nos falta" y se lo dan a (Paulo Mendes) Da Rocha, que se lo merece, ¡pero se lo merece igual que tantos otros!

-A usted no lo entusiasma...

-¿Te acuerdas del gallo que se ganó el Nobel de Física el año 25?

-No.

-No, pues, nadie se acuerda. He descubierto a muchos que ganaron el Pritzker y yo no tenía idea.

"Santiago llegará hasta Valparaíso"

Se podría decir que Borja Huidobro vive de allegado. En París se instala donde sus socios, en el número 23 de Rue Charlot, y en Santiago, en el 3227 de la calle Don Carlos, en un edificio diseñado por Alberto Cruz, uno de los pocos representantes de la antigua cara del barrio El Golf.

-¿Qué piensa cuando ve obras de excelentes arquitectos echadas abajo y reemplazadas por nuevas obras, como ha pasado acá?

-No te olvides de una cosa: la ciudad es un ente vivo y evoluciona. Éste era un barrio de casas, pero pasó a ser uno de oficinas. El problema es que siempre se le echa la culpa al arquitecto: 'Por qué hicieron esto si aquí había una casa tan bonita'. Y la verdad es que al arquitecto nunca se le preguntó si se debería o no botar la casa y construir el edificio. La decisión la toma un empresario que compra un terreno y proyecta una obra. Y eso lo aprueba un alcalde que es elegido por la gente cada cierto número de años. Y si el arquitecto está en contra, simplemente no trabaja ahí y queda out de la evolución de la ciudad: tendría que irse al campo. Ésas son las leyes. Si no le gustan, tiene que irse o combatir las leyes y llegar a ser ministro y cambiarlas. Pero ningún arquitecto lo hace: hablan no más. Lo más fácil es hablar.

-¿Le gusta cómo ha ido evolucionando Santiago?

-Santiago está en línea directa con lo que ha pasado en los últimos 50 años en las grandes ciudades del mundo. Santiago va creciendo hacia una transurbanización de aquí a Valparaíso.

-¿Hacia una megaciudad?

-No es megaciudad. Es el producto del crecimiento de la población urbana, porque la rural ya se estancó.

-Claro, ése es un fenómeno mundial.

-Absolutamente mundial. Hay una explosión demográfica gigantesca en las ciudades.

-Y ya hay varias de esas ciudades gigantescas en el mundo.

-Así es. Y esas ciudades son multicentrales. Santiago va en esa línea. Este barrio es parte de eso. Aquí nació un centro distinto, que ya no es el de Santiago-Centro. Y está pasando hacia el norte, hacia el sur y hacia el poniente también. Y todo eso sin que uno se dé cuenta.

"El Golf era un barrio de casas, pero pasó a ser uno de oficinas. El problema es que siempre se le echa la culpa al arquitecto: 'Por qué hicieron esto si aquí había una casa tan bonita'. Y la verdad es que al arquitecto nunca se le preguntó si se debería o no botar la casa y construir el edificio".

-Lo interesante es que de esto se ha hablado harto: Santiago centro financiero, Santiago con múltiples centros, pequeñas ciudades en una... Nadie ha hecho nada desde el punto de vista de la política pública y, sin embargo, el fenómeno igual ocurre.

-Claro que ocurre. Vivimos en un mundo que está basado en los flujos. Y los flujos significan velocidad, aceleración. Estamos todos metidos en eso.

-A veces parece que la ciudad se desarrolla a una velocidad distinta a la del ser humano, e incluso con un objetivo distinto a los propios del ser humano: calidad de vida, desarrollo personal...

-Es que los objetivos del ser humano son millones, son como filamentos que van de un punto a otro... ¿de dónde a dónde? No tengo idea. Sí sé una cosa: que con respecto a la ciudad tradicional, estamos hoy en una ciudad de flujos, en eso estamos empezando, apenas.

-¿Y a qué ciudades nos estamos pareciendo, entonces?

-A varias de las grandes ciudades del mundo. En Shanghái, por ejemplo, se han desarrollado como sesenta centros distintos.

-¿Sesenta centros en una misma ciudad?

-Sesenta otras ciudades. Shanghái se las tragó. ¡Glup! Pa' dentro.

-¿Y eso puede pasar con Santiago?

-Pasará. Santiago llegará hasta Valparaíso. Eso va a ser lo natural. O tal vez llegue a San Antonio.

- ¿Ah, San Antonio es otra posibilidad?

-Sí. Y yo prefiero que Santiago se desarrolle hacia San Antonio, porque es mejor puerto y ya es el principal de Chile.

"Santiago llegará hasta Valparaíso"

-¿Qué papel juega la arquitectura ahí?

-Ayudarnos en algo básico: satisfacer la necesidad de saber dónde estamos. Cuando las ciudades están llenas de flujos eso es indispensable. ¡Eso lo encuentro apasionante! Y hoy estamos metidos en este sistema de flujos: de flujos de influencias, de dinero, de locomoción colectiva, de los desechos, del cambio del trabajo, los estudios, la internet, los Youtube... y así habrá más y más y más población urbana, que hay que alojarla, darle trabajo, etcétera.

-Tarea para los arquitectos...

-Sí. El desafío es definir cuál es la imagen de eso. Cuáles son las formas. Porque hay algunos que dicen... qué sé yo... que la arquitectura chilena... que tiene plantas... que tiene esto y lo otro... nananá... nananá... Que yo sepa, la arquitectura "chilena" de los campos, la de los tres patios de las casas de fundo, es absolutamente española. De chilena no tiene nada. Son los españoles los que construyeron como lo conocían en España. Nada más. Digamos las cosas como son: aquí no tenemos nada auténtico, salvo la ruca.

-¿Y de la ruca hasta ahora no hemos sido capaces de aportar nada?

-No, porque primero fueron españoles que recrearon su mundo español. Y después vienen los criollos más viajados que trajeron la arquitectura que existía en Europa en esa época. Y ahora estamos americanizados, nos parecemos a Miami, a Nueva York. Absorbemos las representaciones y las arquitecturas de otros lugares. ¡Pero eso no quiere decir que no eres chileno! Porque tu visión de las cosas es distinta.

"La única identidad que tiene la arquitectura nacional, a mi juicio, es la estructura: son mucho más espesas y están estudiadas de una cierta forma que no encuentras en otras partes, donde no tienen temblores. Nuestros edificios tienen condiciones telúricas".

-¿Es un ejercicio inútil buscar una "identidad nacional" en nuestra arquitectura?

-La única identidad que tiene la arquitectura nacional, a mi juicio, es la estructura: son mucho más espesas y están estudiadas de una cierta forma que no encuentras en otras partes donde no tienen temblores. Nuestros edificios tienen condiciones telúricas. Pueden parecer muy livianos, pero cuando entras te encuentras con unos pilares gigantescos.

- Los terremotos marcan nuestra arquitectura, entonces.

-Sí, nos marcan en algo. Y no hay más. ¿Qué es el resto? Acero, vidrio, paneles composit que usa todo el mundo, los encargas a China; hay otros materiales que traes de Argentina, de Brasil y llegan acá para que hagamos un "edificio chileno"... ¡y no tiene ni una jota de materiales chilenos! Porque ahora hasta el cemento es peruano.

-Mmm, de chileno nada, entonces...

-No, pues. Y hay gente que milita para eso, "no, no, no, aquí en Chile eso no va a pasar". Pero con el tiempo y con los flujos, que avanzan muy rápido, esta realidad nos va a pescar.

-¿Entonces cómo se puede buscar identidad?

-Puedes hacer figuras urbanas en medio del trayecto. Por ejemplo, en medio del caos total puedes hacer un desarrollo urbano completamente cuadrado, cuadriculado, muy bonito, y si te vas de Santiago a Valparaíso queda marcado como un hito: "Estamos pasando por el cuadrado... ahora estamos en el círculo". Puedes hacer figuras urbanas distintas para marcar los hitos, como los mojones de los campos. ¿Y eso es chileno, brasileño, norteamericano? El tiempo lo dirá.

"Santiago llegará hasta Valparaíso"

-Uno relaciona a los grandes arquitectos con proyectos fabulosos: de edificios, de urbanizaciones, con mucha grandiosidad. Pero nuestras ciudades tienen una realidad adicional, la de la marginalidad, de la exclusión, y parece que a nadie le preocupa...

-Ésas son las zonas de sombra.

-¿Por qué la arquitectura no mira hacia esas zonas de sombra?

-Los arquitectos son simplemente una parte del sistema. No hay que olvidar que todos los desarrollos tienen dinero detrás. Si no tienes dinero, estás jodido. No tienes voluntad política, estás jodido. Todos los grandes desarrollos dependen de tres personas: el político, el financista y el arquitecto. Uno se va y caga todo. No creas que existe un choclón detrás. No, esto pasa entre tres o cuatro personas, nada más.

-Las ciudades modernas son centros de tensiones. Lo vimos en París hace algunos años, lo vemos acá cada 11 de septiembre, lo vimos el terremoto del 27 de febrero...

-Es que hay muchas cosas no resueltas. Yo viví el terremoto de Chillán del año 60, y estaba en el sur para el terremoto del 2010. Recuerdo que el 60 ayudé a desenterrar a un cabro que tenía 12 años. Hoy día tiene 62. Vivió el desastre de su familia, fue a la escuela, se levantó en su vida, tuvo una pega, puede tener una tienda, qué sé yo, su departamento, su auto, para que en 3 minutos quede ¡sin nada! ¡Nada! ¿No lo encuentras terrible? Ese tipo de sector social nunca tiene ayuda. Hoy el tipo es un muerto en vida, que tiene 60 años y tiene la posibilidad de vivir hasta los 80, pero tiene que empezar de cero, como si tuviera 15 años.

-Debe ser la historia de muchos...

-Lo es. En Chile no podemos proyectarnos en el largo plazo. Es uno de los problemas de nuestro país. Cuando me fui de Chile, la presidencia duraba 6 años; después pasó a 5, y ahora está en 4: ¡cada vez más corta! Es un reflejo, en política, de lo que pasa con la naturaleza, los desastres que hay en este país. Las personas no tienen ningún resguardo. Entonces, ¿para qué preocuparse si mañana puede que no tengas nada? Esto influencia la psiquis de las personas, lo tenemos en los genes... ¡eso es chileno!

"En Chile no podemos proyectarnos en el largo plazo. Es uno de los problemas de nuestro país. Cuando me fui de Chile, la presidencia duraba 6 años; después pasó a 5, y ahora está en 4: ¡cada vez más corta!".

-La angustia de que en cualquier momento todo se va a venir abajo...

-Puede venirse abajo... es la sensación de que en cualquier minuto te puede tocar.

-En estos días ocurrirá algo que se ha comentado mucho: la torre de Paulmann superará en altura a la torre de Senerman...

-El problema que tienen esos dos es saber quién es el más macho... no sé si me entiendes...

-Sí.

-Esa discusión está a ese nivel. Patética. Y hay que pensar que ese sector tendrá miles y miles de autos más que los que tiene hoy, en que no puedes pasar de un lado para el otro.

-Eso es no pensar en los flujos...

-Claro. Y la pelea es quién construye el túnel, y se las van a arreglar para que terminemos pagando todo con nuestros impuestos. En todo caso, no quiere decir que no sean torres bonitas.

- ¿Le gustan?

-Son bonitas. Bueno, torres como Titanium las he visto en todas partes del mundo: en Dubái, en China. La que está haciendo César Pelli, Costanera, es idéntica a la que está haciendo en Abu Dabi, igualita, está al lado de una mía. ¡Y la verdad es que lo menos que se les puede pedir a esas torres es que sean bonitas! Por lo menos que den placer a los ojos, como dicen los árabes.

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