Por Yenny Cáceres Septiembre 3, 2010

En esta historia, todo parte y termina frente a una pantalla. Está el niño que no se perdía las películas de Jackie Chan. Otro que alucinó cuando vio el making of de "Matrix". Uno que se repitió cuatro veces "Kiltro" en el cine. Y un chico que seguía las aventuras de Lee Majors en "Profesión peligro", donde el otrora hombre nuclear trabajaba en la pega más excitante e ingrata del cine: stunt o doble de acción.

Si todos estos tipos terminaron atropellados, peleando a lo Bruce Lee o en medio de una explosión, es porque pasaron mucho tiempo frente a una pantalla. Soñando con hacer eso algún día. Para que eso pasara, antes, otro tipo, de casi un metro noventa de estatura, tuvo que volver desde Estados Unidos. Marko Zaror (32) no sólo llegó con el cartel de haber doblado a La Roca en el 2003, en "El tesoro del Amazonas". También estaba empeñado en hacer películas de acción en Chile, junto a su amigo Ernesto Díaz como director. A falta de especialistas para las escenas de peleas, llamaron a un casting para la primera película de acción que realizaría la dupla: "Kiltro" (2006).

Al casting llegaron 400 personas. Danilo Castro (28) fue uno de los que acudieron. Aún tenía en su cabeza las imágenes del coreógrafo de artes marciales en el making of de "Matrix": "Cuando vi eso, pensé que era el mejor trabajo que podría existir. Y cuando me di cuenta que jamás podría hacer eso en Chile me deprimí". Con lo del casting se ilusionó. Pensó que haber practicado taekwondo desde los 11 años le serviría. Hasta que se encontró con puros Marko Zaror. Tipos grandotes y fornidos, no comparables con su metro 70 y sus 68 kilos. Hasta acá llegué, pensó. Pero resultó ser mucho más ágil que el resto y quedó. "En el casting vi a tipos muy anchos que no hacían mucho. Hay pocos que sean grandotes y acrobáticos como Marko".

De los 400 que llegaron, Zaror escogió a 10. No buscaba clones. "Me preocupé que tuvieran variedad de look, estilo y movimiento", dice. Arrendó una de las salas del Club Manquehue y durante cinco meses los tuvo practicando, de lunes a viernes, cinco horas diarias. Castro no dudó en congelar un semestre de Ingeniería Civil en la Chile para dedicarse a la preparación de "Kiltro".

Cuando la película se estrenó, recibió elogios por las coreografías de las peleas. A Víctor González (27), que desde los 8 años había practicado aikido y karate, no le bastó con verla una vez. Fue cuatro veces al cine. Intentó por varios medios contactar a Zaror. Hasta que consiguió integrarse al incipiente grupo de stunts. Dejó botada su carrera de Gastronomía, su pega en el hotel NH, y cambió la pastelería francesa por las patadas. Y así como fueron llegando nuevos miembros, también aparecieron nuevas ofertas de trabajo. Peticiones para trabajar en series de televisión o comerciales.

Zaror decidió organizar esto como una empresa: el Kiltro Stunt Team. Un día una productora lo llamó. "Tenemos 20 lucas para pagarle a una persona por un atropello", le propuso. "Con esa plata mejor cómprate una muñeca en el Homecenter", fue su respuesta. "Como no tenemos industria, no entienden que el doble es importante. En EE.UU. se les paga muy bien".

Zaror decidió organizar esto como una empresa: el Kiltro Stunt Team. Un día una productora lo llamó. "Tenemos 20 lucas para pagarle a una persona por un atropello", le propuso. "Con esa plata mejor cómprate una muñeca en el Homecenter", fue su respuesta. "Como no tenemos industria, no entienden que el doble es importante. En Estados Unidos la carrera de dobles es muy bien pagada. Tienen los mejores seguros médicos. Tengo amigos que tienen 24 años y cuatro casas". Lo dice alguien que estuvo ahí, recibiendo y dando patadas como stunt man en Estados Unidos. Porque antes de doblar a La Roca, Zaror empezó desde abajo. En "Hard as Nails" (2001), donde no le pagaron mucho, pero se trataba de una película producida por Roger Corman en que, además, le dieron un pequeño papel como el brazo derecho del malo.

Los kiltros de Zaror

Hoy las cosas han cambiado. Nunca tanto para llegar al nivel de Estados Unidos y que estos dobles chilenos vivan completamente de esto. Pero ahora deben pagarles al menos 150 mil pesos diarios por cualquier servicio. Las reglas en esto son claras. Mientras más arriesgado el trabajo, más cara la tarifa. Para un comercial que será exhibido en Canadá, en que un bus frenaba y uno de los dobles tenía que salir disparado por una de las ventanas, la tarifa puede alcanzar el millón de pesos.

Para Juan Carlos Calbanca (27), que de niño soñaba con hacer películas como las de Jackie Chan, estos ingresos extras se suman a su trabajo como guardia y cantante de micros, donde interpreta temas de Marco Antonio Solís y Pedro Fernández. ¿Un romántico que pega patadas? "Tengo muchas facetas", responde este practicante de jiu jitsu, que usó la agilidad que le proporciona este arte marcial japonés para salir ileso de una explosión de barriles de gasolina que apareció en la serie "Huaiquimán y Tolosa".

Porque en todas las series o telenovelas chilenas en que algo ha explotado, ahí seguramente estuvo uno de los miembros del Kiltro Stunt Team, como "Héroes", "Los 80", "Fortunato", "Lola" y "Alguien te mira". Francisco Chávez (36) se quedó con las ganas de participar en el final de esta última teleserie. Un final que nunca se filmó, en que caería envuelto en llamas desde un segundo piso. Porque a Francisco le gustan las caídas. Desde que veía en la tele a Lee Majors en la serie "Profesión peligro" se fascinó con este mundo de los dobles: "Siempre quería caerme. Cuando caché que había tipos que se dedicaban a esto, lo encontré maravilloso".

Profesión peligro

Las ganas que le dejó "Alguien te mira" se las sacó con "Mandrill". Es el tipo que aterriza en una mesa desde un segundo piso, al inicio de esta película. Sánchez, cuando no está cayendo, se dedica a hacer traducciones del inglés. Y si no, seguramente está luchando. Porque Francisco, un tipo fornido que practica lucha libre, es la encarnación del espíritu "kiltro" de este equipo. "Somos kiltros porque hay una mezcla de todo", asegura. Desde gimnastas, gente que hace capoeira y otros artistas marciales. Y también parecen tener ganas de todo.

En "El baile de la victoria", la película del español Fernando Trueba basada en un libro de Antonio Skármeta, Chávez dobló a Julio Jung en una escena en que un caballo lo arrastra hasta chocar con una paleta publicitaria. Dice que no le pasó nada. Que le quedó una pequeña cicatriz, pero cuando muestra la mano y sólo vemos un pequeño rasguño, casi arrepentido dice que no. Que no fue nada en verdad. Apenas una línea en el dorso de su mano. Y asegura: "A la gente de las artes marciales, nosotros (los luchadores) les enseñamos a saber recibir los golpes".

El stunt es el tipo al que no le vemos la cara. El ego aquí consiste en otra cosa. El placer aquí es que te paguen por hacer lo que te gusta. No importa que ese gusto sea tirarse de un segundo piso o saltar en medio de una explosión. Para Danilo Castro, que por su contextura delgalda le tocó doblar a Benjamín Vicuña en "Huaiquimán y Tolosa", lo que más le gusta es participar en las coreografías de las peleas, como en la que aparece casi al final de "Mandrill": "Es como estar jugando. Los dobles somos los mismos que consumimos este tipo de películas. Estar en una es muy bacán". Ya lo había advertido Juan Carlos Calbanca: "Algunos compañeros se ven buena gente y son verdaderas armas letales".

"Hay algunos más locos que otros", asegura Víctor González. Así explica su gusto por el riesgo: "Te están pagando por pelear, por hacer artes marciales. Después le empiezas a tomar el gusto a lo peligroso, a la adrenalina, a hacer cada vez cosas más peligrosas". González ha tenido bastante trabajo en los últimos meses como doble de "Prófugos", la primera serie de HBO que se está filmando en Chile. Allí ha hecho de todo, partiendo por entrenar a los actores en las escenas de acción. Dice que Pancho Reyes está irreconocible: "Antes no tiraba ni un combo y ahora es una máquina de pelear".

Con un metro 70 de estatura y extremadamente delgado, también le tocó ponerse una peluca y doblar a una mujer. Eso no habría tenido nada de extraordinario si no fuera porque la escena implicaba lanzarse desde un auto en movimiento. "Nunca nadie del equipo lo había hecho. Reboté, di una vuelta en el aire. No pude controlar el cuerpo y volví a caer. Todos pensaron que me había matado. Lo peor fue tener que repetir la escena. La hice a las 3 de la mañana, y a las 7 de la mañana todavía estaba prendido".

Víctor González ha tenido bastante trabajo en los últimos meses como doble de "Prófugos", la serie de HBO que se está filmando en Chile. Allí ha hecho de todo, partiendo por entrenar a los actores. Dice que Pancho Reyes está irreconocible: "Antes no tiraba ni un combo y ahora es una máquina de pelear".

Otra de las escenas más peligrosas en que ha participado la filmó hace poco en Valparaíso, también para la serie de HBO. Su papel era de un guardia del puerto que a último minuto le debe hacer el quite a un auto que viene a 150 km/h. Su polola, la misma que cuando supo que trabajaba en escenas de riesgo le dijo que no podía pololear con él, justo trabaja al frente de la locación. En su momento la convenció de seguir con el pololeo. Pero ahora no la convenció ni siquiera de asomarse a la ventana para ver como casi lo atropellaban a 150 km/h.

Y aunque por razones de tiempo Marko Zaror se desligó de la empresa de stunts hace poco, siguen juntándose en el gimnasio de Miguel Ángel de Luca, en Bilbao con Antonio Varas, donde el equipo de dobles entrena dos veces a la semana. De hecho, Zaror está remodelando este gimnasio, que está a pasos de las torres donde se filmaron algunas de las más recordadas peleas de "Mirageman" (2007).

En esto todos repiten el mismo discurso, que bien resume González al hablar casi con veneración sobre Zaror: "Hasta hace 5 años esto era un sueño. Marko nos abrió el camino".

El mejor de los encargos siempre será trabajar con Zaror. "A veces en el cine se caen en errores técnicos, pero Marko sabe trabajar bien la realidad de la acción y las coreografías", dice Juan Carlos Calbanca. Lo disfrutan, pese a que saben que trabajar con él implica otros desafíos. "Con Marko nos pegamos de verdad. Cuando te dice que vas a recibir una patada de un 50% de su capacidad, en verdad es de un 80% para nosotros".

 "Prefiero que un auto me atropelle a que Marko me pegue una patada en la cabeza", confiesa Víctor González. "Tiene una capacidad física que no es de una persona normal. No es normal que una persona te pegue una patada en el pecho y te tire 5 metros". Todo esto lo dice con conocimiento de causa. Porque en "Mandrill" le tocó ser víctima de una patada de Zaror. "Algo que nunca se había hecho", asegura Víctor. Después de un giro doble en el aire, Zaror termina dándole una patada en la cabeza. En el rodaje repitieron la escena 17 veces. Hasta que les resultó. Y después tuvieron que repetirla como respaldo: "Quedé mareado. Paras un rato. Pero es muy excepcional hacer una escena así".

Es domingo en la mañana. Antes de la avant première, ésta es una función especial para los artistas marciales que participaron en "Mandrill". No hay duda. El más grandote es Marko Zaror. El resto de los dobles se pierde en el anonimato de sus caras y sus cuerpos. Se apagan las luces. Zaror, ya en la piel de Mandrill, entra a un bar. No dice palabra alguna. Al poco rato vemos caer a alguien y chocar fuerte contra una mesa. Nadie le verá la cara al tipo. Nadie sabrá que se llama Francisco Chávez, que practica lucha libre y que cuando chico soñaba con caer como Lee Majors en "Profesión peligro".

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