Por Paula Molina // Fotos: José Miguel Méndez Diciembre 24, 2015

“Aquí estaba justo antes del 11 de septiembre”, le dice Vint Cerf a Qué Pasa. Se refiere al 2001. El atentado a las Torres Gemelas sorprendió al padre de internet tomando un vuelo desde Chile a Estados Unidos. Por eso el país ocupa un lugar especial en su memoria.
“No me importa que me llames el padre de internet, para nada, pero deberías decir que hay más de uno y que, según como quieras contarlos, podría haber millones”, dice con amabilidad, enfundado en un elegante traje de tres piezas y corbata, en medio del acalorado diciembre chileno.
Vint Cerf, hoy vicepresidente de Google, fue una de las dos personas a quien el Departamento de Defensa de Estados Unidos encargó a principios de los 70 construir una “red de redes” que superara los sistemas de comunicación de la época, y que funcionara en cualquier lugar del mundo, incluso bajo ataque atómico.
Cerf, junto a Robert Kahn, se abocó a la tarea y desarrolló los protocolos TCP/IP de entrega y envío de información, o sea, el lenguaje sobre el que está construida la internet.
Cerf también diseñó el primer servicio de correo electrónico comercial en internet, en los 80. Fundó la Internet Society, para el desarrollo de la red en los 90. Ganó el Premio Turing (el Nobel de la ciencia computacional, que no tiene Nobel), el Premio Príncipe de Asturias el 2002, y la Medalla de la Libertad de Estados Unidos el 2005.
En resumen, sin Vint Cerf internet no sería lo mismo. La entrevista con Qué Pasa se desarrolla con una persona de comunicaciones de Google en la sala: “Me protege a mí de no decir alguna estupidez”.
—¿Por qué anda siempre tan formal?
—Cuando estaba en el colegio, a fines de los 50, quería verme distinto. Usaba chaqueta y andaba con maletín. Quería que la gente se diera cuenta de que yo era diferente. Luego me fui a Washington a dirigir el programa de internet para el Servicio de Defensa. Y mi esposa me dijo que tenía que usar un traje de tres piezas… En 1976, cuando testifiqué sobre el tema ante el Congreso, decían que nunca habían visto a una persona de ARPA tan bien vestida. Desde entonces uso traje.
En esta pasada por Chile —ha estado más de diez veces en América Latina— visitó el Centro de Datos de Google en Quilicura, pero también Punta Arenas. El próximo año viaja al Polo Sur, como integrante del National Science Board de Estados Unidos. “Cuando llegue a la Antártica habré visitado los siete continentes”, dice.
—Es viajero, además de pionero tecnológico...
—Sí. Sobre lo de ser pionero, unos estudiantes en Quilicura me preguntaron por eso: les dije que no sería adecuado decir que inventé internet, pero sí que creé un marco, un ambiente donde todos han podido contribuir. Y eso es algo muy poderoso. Y que siga evolucionando es igualmente excitante. Ha sido más bien como prender un fuego, y ver cómo los demás han lanzado madera para que crezca.

“Hay 650 millones de chinos en internet hoy, así que deben tener una relación de amor-odio con ella. Y además deben saber que necesitan ser capaces de salir al mundo, porque de esa forma pueden promover sus productos. Es un caso clásico que es clave observar”.

—Ha dicho que lo que más le impresiona de internet es la cantidad de gente que quiere compartir información gratis...
—Sí. Cuando aparecieron las aplicaciones de la World Wide Web, los primeros buscadores, vimos que la gente inundaba la red de información, simplemente porque querían compartirla. De hecho, había tanta información que se generó la necesidad de desarrollar motores de búsqueda, comenzando con WAIS, Gopher, Yahoo y luego Google.
—Ha dicho que con toda la información disponible hoy, los medios tradicionales todavía son importantes...
—Primero, todavía pienso que los medios y la prensa son una parte muy importante de una sociedad democrática. Pero tienen un desafío, porque el modelo de negocios que hacía funcionar a los medios ha sido alterado por una nueva tecnología basada en internet. Ahora es fácil mostrarles a las personas avisos publicitarios mucho más específicos y, además, en Google, tenemos pistas sobre los avisos que la gente podría querer ver.
—¿Cómo funciona el sistema?
—A partir de nuestro servicio de búsqueda. Nuestro modelo, como sabes, es que ofrecemos mail, búsqueda, Google Docs, cosas como esas. Cuando escribes una frase, eso nos permite hacer dos cosas. La primera es ir y encontrar las páginas web de tu búsqueda. La segunda es encontrar los avisos que puedan responder a las mismas palabras claves de tu búsqueda.
—Podría preocuparme todo lo que sabe Google de mí...
—¡Pero no nos interesa! (Ríe). No nos interesas tú personalmente. Lo único que estamos haciendo es observar patrones y tratar de entender qué nos dicen esos patrones sobre los avisos que deberíamos mostrarte. No tenemos un gran dossier sobre ti ni sobre nadie. Son patrones muy locales. Es: qué email leíste recién, y nuestro software buscará el mismo texto.
—Usted dice que tenemos el derecho a estar libres de daño en internet. ¿Se refiere a casos como el de WikiLeaks o a estar a salvo de la vigilancia de los gobiernos, o de estar a salvo de ataques digitales?
—Apuntas muy bien a que existe un espectro de daños potenciales que pueden ocurrir en la red. Creo que uno de los más obvios es el fraude. O daños en los que alguien está en una jurisdicción y su víctima en otra, o en otro país, y en ese caso tenemos otro tipo de problema. Aquí hay un caso donde los gobiernos pueden trabajar juntos; ellos son los responsables de hacer cumplir la ley.

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—No basta con la tecnología para defenderse de estos problemas...
—Hay una variedad de daños que pueden ocurrir a individuos en cualquier lugar del mundo, y encontrar formas de responder a ellos, es parte de nuestro trabajo. Algunas serán puramente técnicas, como firewalls. También usamos la autentificación por dos factores, usamos cosas como esta (muestra una pequeña llave) que funcionan con un usuario, un password y luego una de estas llaves para generar otro password o pin.
—¿Resolvería el problema de olvidar las contraseñas?
—No. Quizás lleguemos allí algún día. Pero sistemas de doble autentificación nos permiten que alguien que sí recuerde tu password, entre a tu cuenta. Hemos estado abogando por este sistema durante cinco años, y recién empiezo a verlo en el gobierno de Estados Unidos, después de la invasión a la Oficina de Administración de Personal, donde, creo que chinos, tomaron información muy sensible de unos 40 millones de personas, incluyendo la mía.
—A propósito, en China el gobierno ha sido muy eficiente en controlar internet.
—Es un ejemplo fascinante. Porque al mismo tiempo han invertido mucho tiempo y dinero en construir capacidad de internet. Hay 650 millones de chinos en internet hoy, así que deben tener una relación de amor-odio con ella. Y además deben saber que necesitan ser capaces de salir al mundo, porque de esa forma pueden promover sus productos. Es un caso clásico que es clave observar. A largo plazo, creo que pasará una de estas dos cosas: o este control tendrá un efecto dilatorio en la utilidad de la red, y eso los va a dañar, desde el punto de visto de negocios. O finalmente descubrirán que su sociedad es más resiliente de lo que ellos piensan al tipo de lo que ellos consideran acciones disruptivas online. Es un gran experimento en realidad y está pasando frente a nuestros ojos.
—Si usted es el padre, o uno de los padres de internet. ¿Existe una mamá de internet?
—Sí, existe una madre de internet. Y se llama Ida Holz, ella es considerada la madre de internet en Uruguay. Y hay otras mujeres que participaron en el desarrollo de internet. El primer router en internet fue construido por una mujer, Virginia Strazisar, en 1975. Hay mujeres que han sido parte de esta historia durante los últimos 40 años. Y merecen mucha más visibilidad de la que han tenido hasta ahora.

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