Por Nicolás Alonso Junio 12, 2014

© Patricio Otniel

El modelo que propuso a la ANFP  significó el fin de los sorteos en el fútbol local. El sistema determina quién juega contra quién en cada fecha, tiene ahora miles de variables, y se encarga de elegir las combinaciones para que el torneo sea más atractivo.

En último término, hay un solo factor que puede explicar que Andrés Weintraub esté sentado en su escritorio, en medio de su caótica oficina en Ingeniería Industrial de la U. de Chile, donde apenas tiene espacio entre decenas de diplomas, fotos, distinciones de universidades, cientos de libros sobre investigación de operaciones, un galvano que lo acredita como ganador del Premio Franz Edelman, y un gran desorden de lápices, cuadernos, tazones, lentes, agendas y obsequios de todo tipo: es el azar.

Porque antes de que Andrés Weintraub fuera un líder mundial en la creación de complejos modelos matemáticos, capaces de controlar procedimientos con millones de variables, minimizando hasta casi desaparecer el factor sorpresa en las operaciones de, por ejemplo, la Sudamericana de Vapores; antes de coordinar con un algoritmo 700 puertos, miles de embarcaciones, medio millón de containers, para que nunca sobre ni falte nada en ningún puerto a ninguna hora; antes siquiera de imaginar que eso se podía hacer, era algo muy distinto: un joven estudiante de Ingeniería Eléctrica que no tenía idea de a qué dedicar su vida.

Era principios de los 60 y alguien le recomendó, con cierto entusiasmo, un ramo que acababan de abrir en Ingeniería Industrial. Se llamaba Investigación de Operaciones. En ese curso su cabeza cambió.  

-Estaba perdido, y ese curso cambió mi vida -dice el científico-. Descubrí que allí había un contexto muy real, problemas concretos. Muchos matemáticos se apasionan por la demostración de teoremas complejos, y están dos meses pensando en eso. A mí lo que me apasiona es que haya un problema real, que algo se vaya a solucionar.

Luego vino el doctorado en Berkeley, en esa misma rama de la matemática aplicada, y entonces de nuevo el azar. Por algo trivial, como tener que esperar dos años en EE.UU. a su señora a que terminara su doctorado en Estadística, se vio forzado a buscar trabajo, a principios de los 70, en lo que fuera, en medio de una fuerte recesión económica. Luego de ofrecerse a varios colegios como profesor de matemáticas, sin suerte, leyó un pequeño aviso que ofrecía trabajo a media jornada en el Servicio Forestal, la institución encargada de administrar los bosques.

No podía saber que el tipo que lo contrató, Daniel Navon, estaba a punto de hacerse famoso por crear el primer gran modelo matemático para coordinar todas las actividades forestales en EE.UU. Pronto le pidió a él que creara un modelo similar para precisar al máximo la toma de decisiones sobre los caminos que transitarían los camiones hacia cada faena. Ese fue el punto de partida, su primer enfrentamiento personal contra el caos, el primer ejercicio en la creación de fórmulas que dieran un orden a lo incontrolable, y que pronto lo llevaría a publicar a la par de Navon -su sistema de caminos fue implementado por EE.UU. en los 80-, y a liderar ya de vuelta en Chile a un grupo de académicos de Ingeniería Industrial en la U. de Chile que tendrían mucho que decir sobre el funcionamiento potencial de las más relevantes industrias chilenas.

Al decir “modelo”, de lo que Weintraub habla es de un programa capaz de tomar decisiones con un nivel de cálculo imposible para un ser humano, manejando hasta un millón de variables de todo tipo, todo en tiempo real. Junto a su equipo, se internan en las complejas e infinitas redes globales de cada industria que intervienen, intentando entender las claves, las variables fundamentales que sostienen la red de interacciones de esa empresa con todos sus mercados. Luego crean una fórmula con esa información, a la cual muchas personas puedan introducir data desde todo el mundo, para que vaya tomando las decisiones respecto a todas las demás piezas del puzzle.

Entre otras cosas, Weintraub y su equipo han creado modelos para mejorar las operaciones de Codelco, con un nivel de precisión que indica hasta qué bloque de 30 cm de piedra atacar en cada momento para mejorar la producción. El científico asegura que en 2010 la estatal ganó US$100 millones gracias a su modelo. También crearon una fórmula para la industria forestal chilena, manejando millones de combinaciones sobre cómo talar, y de qué forma llevar los árboles hasta puntos en que cientos de camiones lleguen y partan justo en el momento indicado. Con ese trabajo ganaron en 1998 el Premio Franz Edelman, el más importante en la materia. “Las empresas ocupaban 120 camiones y un mes después hacían lo mismo con 80”, dice Weintraub.

La última gran intervención fue en la Compañía Sudamericana de Vapores, en 2010, con un modelo que maneja un millón de variables, y que, asegura, le valió a la empresa ganar US$80 millones ese año.

-¿Cuán compleja es una red de interacciones como ésa?
-Son 700 puertos, medio millón de containers de 15 tipos diferentes. El cliente te pide una semana antes veinte de tal tipo para tal día, desde Shangai a Nueva York, y si no los tienes ahí, no llegan. Y luego EE.UU. importa mucho más de lo que exporta, entonces esos containers vienen vacíos de vuelta. ¿Dónde los llevas? Ese modelo corre cada ocho horas y calcula todo de nuevo, porque han pasado cosas que no esperabas. Los gerentes están mirando la web desde todas las regiones, y ellos tienen información que no tienes: los paros en los puertos, por ejemplo. Considera todos los puertos del mundo. Cada día hay que actualizar medio millón de datos. Tiene que estar todo automatizado, pero integrar la opinión de la gente en todo el mundo.

-Suena utópico un modelo que controle todas las variables humanas.
-Sí, y no tienes por qué llegar a la solución perfecta, sino a una buena solución. La realidad es compleja, caótica, desordenada. Lo que nosotros hacemos es ordenarla y modelarla de tal manera de poder decir: esto es lo esencial. Y hay un montón de otras cuestiones que no las vamos a tener en cuenta, porque es demasiado detalle. Ese modelo te ayuda a pensar: esto es lo que hay que decidir, de esto hay que preocuparse. Y luego lo resuelve, con millones de combinaciones.

EL ORDEN QUE ALTERA EL PRODUCTO
En su atiborrada oficina hay una serie de elementos que contrastan con la formalidad de todos los demás: un león de peluche, una pelota de fútbol de juguete, una foto en que sale él, entremedio de Sergio Jadue y José Yuraszeck, con una medalla de oro en el cuello y la Copa Sudamericana en alto, festejando eufórico junto al plantel de la U. de Chile. Le es inevitable: Andrés Weintraub tiene una pasión de niñez, un sentimiento que no puede explicar hacia el fútbol y el club azul, que rompe sus parámetros justamente por eso: por ser irracional, por no permitir ningún modelo que garantice el éxito. Los goles ponen en jaque su ciencia.

-Me dicen: Andrés, tú eres un gallo serio, académico, Premio Nacional, qué haces metido ahí. Pero son cosas emocionales -dice el científico.

Esa afición lo llevó desde hace un año a ser dirigente de Azul Azul, donde dice haber cumplido el sueño de su vida, pero antes lo llevó a meter otro gol: aplicar su modelo en el corazón del campeonato nacional de fútbol. Se le ocurrió en 2004, luego de ver cómo ese año a la U. de Chile le tocaba jugar contra Colo Colo en la primera fecha, con muy poco público. Entonces se acordó de un colega en Estados Unidos que modelaba el campeonato de béisbol para que fuera lo más emocionante posible.

Ese mismo año le hizo una propuesta a la ANFP, que significó el fin de los sorteos en el fútbol local. El sistema que determina quién juega contra quién en cada fecha tiene ahora miles de variables, y se encarga de elegir las combinaciones para que los equipos grandes sólo se enfrenten en el tramo final. O que no juegue un domingo o de visita quien tenga que participar en copas internacionales. O que ningún equipo chico juegue contra los grandes de corrido. La chilena, asegura, fue la primera liga en el mundo con un modelo así, que luego adoptaron también las ligas alemana, holandesa, austriaca y la brasilera.

-¿Podría idear un modelo que potencie el juego de la U. de Chile?

-Se puede, no es fácil, pero hay gente que lo está intentando. No es mi tema, pero uno podría analizar qué combinación de jugadores anda mejor que otra, cada minuto. También podría saber si un jugador de 18 años va a ser mañana una estrella, determinando 40 características anímicas y físicas, e intentando modelar eso. Con Messi no te sirve, porque a los 18 años ya era lo que es, pero la gran mayoría de los jugadores a esa edad todavía no explotan. Puede haber características intrínsecas para predecirlo. Habría que analizar a miles de jugadores hasta encontrarlas.

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