Por Andrés Gomberoff, académico UNAB Febrero 21, 2013

La fecha es fácil de recordar para Pierre Cox. Fue el 10 de septiembre de 2001, el día antes de que cayeran las Torres Gemelas. Ese día partió desde San Pedro de Atacama rumbo al Llano de Chajnantor, una valle a cinco mil metros de altura, casi llegando a la frontera con Bolivia. En el sitio había sólo desierto, algunas construcciones incipientes y un hito que marcaba lo que sería la mitad del Atacama Large Millimeter Array (ALMA), el sistema de radiotelescopios más importante del mundo. Pero de ese proyecto, en el año 2001, no había mucho más que planes. Lo que ha visto ahora, sin embargo, es totalmente distinto.

“Cuando fui por primera vez de nuevo (en diciembre del año pasado), quedé completamente en shock”, dice Cox. “Más de 50 antenas. Es difícil contar. Quedé impactado y todavía lo estoy. Es realmente impresionante”. Cox, astrónomo francés que hasta hace poco se desempeñaba como director del IRAM, uno de los centros de radioastronomía más importantes del mundo, visitó esta vez Chajnantor para conocer el proyecto del que estará a cargo desde abril, ya que acaba de ser nombrado como el nuevo director de ALMA. Pero su contacto con este proyecto va desde mucho antes.

“Fui parte de muchos de los comités científicos de ALMA cuando aún no se había construido”, recuerda Cox.“Era una época de discusiones técnicas, de qué tipo de recibidores, cuántas bandas, cuántas frecuencias, qué tipo de antenas usaríamos”.

-¿Cómo fue esa coordinación al principio?

-Había tres tipos de antenas: las de los americanos, las de los japoneses y las de los europeos, y todas con distintas formas de armarse y distintas especificaciones. Pero creo que éste es una maravilla de proyecto global, exitoso en construir un instrumento que nunca alguien ha hecho, ningún humano ha logrado algo tan grande y todos están explorando cómo funcionará cuando esté al 100%.

-¿Cuál es el sueño que tienen?

-Mi deseo es que veamos cosas sobre las que nadie ha pensado. Sorpresas, grandes sorpresas -se ríe.

-¿Cómo qué?

-Creo que tres cosas, al menos: la primera es explicar cómo se forman las estrellas en realidad. Este proceso todavía se entiende muy poco. ALMA es tan importante para entender la formación de estrellas porque cuando se acumula tanto gas, se transforma en algo tan denso que no es posible ver, se bloquea la radiación de la estrella. Entonces lo único que permite ver a través son los trazos de polvo o moléculas que existen en el núcleo de la actividad de la nube. Otro tema importante en el que ALMA escribirá la historia es el entender cómo evoluciona la materia en torno a estrellas jóvenes, por ejemplo, creando planetas finalmente. No veremos al planeta directamente, pero sí la influencia de este planeta en la materia en torno a las estrellas. Hace veinte años, la gente, cuando hablaba de exoplanetas, creían que nuestro sistema solar era la norma. Hoy hemos podido darnos cuenta de que nuestro sistema es la excepción. Finalmente, el otro tema es la astroquímica, porque la mayoría de las moléculas emiten en ondas. Si tienes sensitividad, tienes la habilidad para tomar cortes de la luz y también de las pequeñas piezas que componen todo y analizar lo que se emite a niveles muy bajos, de baja intensidad. Podremos encontrar los bloques basales de las moléculas que podrían generar vida. De hecho, ya encontramos una de esas moléculas y creo que esto es sólo un ejemplo.

Cox se refiere al hallazgo de moléculas de azúcar, uno de las primeras grandes sorpresas de las observaciones de ALMA. Pero, a pesar de que cuando conversa está lleno de optimismo, también cree que hay desafíos.

-En diciembre pudo ver, en la conferencia que ALMA organizó en Puerto Varas, los resultados del primer año de funcionamiento. ¿Cómo evalúa lo hecho este año?

-Lo primero que habría que decir es que la formación que está funcionando ahora no es el sistema en su totalidad, sino una fracción, que ha partido quizás con diez o dieciséis antenas, entonces es sólo un  tercio de las antenas y de la capacidad total. A pesar de esa restricción, creo que los resultados mostrados en Puerto Varas ilustran el hecho de que ALMA tiene un potencial increíble. Hubo resultados interesantes en todas las áreas, desde formación de estrellas a las primeras galaxias. En cada uno de éstas, las conclusiones fueron de cutting edge. Algunas tan buenas que podrían ser cambios de paradigmas en sus temas.

-¿Cuáles serían las deudas de ALMA, lo que aún tiene que mejorar?

-La verdad es que me perdí la charla, el primer día, sobre los problemas -dice riéndose.  

 

La promesa de los chilenos

-Gracias a los acuerdos del gobierno chileno con ALMA, los astrónomos nacionales tienen derecho al uso del 10% de observación en el radiotelescopio, ¿cómo ha sido la interacción, por lo que ha podido ver y escuchar, con los científicos chilenos y los técnicos chilenos que trabajan con ALMA?

-En Puerto Varas pude ver muchas presentaciones de astrónomos chilenos, algunas de ellas muy buenas, hechas por gente muy joven. Muchos de ellos, un grupo de 25 personas más o menos, han estado muy activos, trabajando desde Chile o en otros lados. Yo conozco la comunidad chilena desde hace diez años, porque trabajé mucho con ellos cuando venía regularmente a Chile y creo que hay definitivamente un boom. Eso me dejó muy contento y espero poder ayudarlos y estimularlos lo más posible.

-Porque la ciencia de alta calidad y alto costo es un terreno casi exclusivo del Primer Mundo, ¿o no? ¿Está Chile empezando a aparecer en un nivel similar gracias a estos proyectos?

-Es verdad, pero Chile ciertamente será en el futuro la meca de la astronomía. ALMA ya está acá y vienen más telescopios.

-Y entonces quizás ahí pondrán un telescopio en la Luna…

-Y ahí no seré el director -se ríe a grandes carcajadas.

-Pero esto de ser la meca, ¿se va a transformar realmente en la existencia de una comunidad de científicos de primerísimo nivel o sólo vamos a ser un lugar donde están los telescopios?

-Por supuesto hay un “chorreo” que es natural, por la participación de todos estos jóvenes astrónomos y ahí hay un retorno. Pero creo que tienen una oportunidad fantástica. Tienes que pensar que, quizás a diferencia de otras ciencias, la astronomía es fácil de llevar al público. Si la cuentas bien, puedes hablar por horas y horas y te van a escuchar. Es un efecto fantástico y que pasa hasta con los niños, de cinco, seis o siete años. Creo que en Chile tienen que acordarse de que la astronomía no es sólo el que hace papers; hay una larga cadena, que incluye ingenieros y aspectos técnicos. Esto permite educar en todo tipo de temas científicos, técnicos e ingenieriles.

-¿Qué pueden hacer los chilenos para seguir aprovechando este diez por ciento?

-Los chilenos tienen el justo derecho a este 10% de observación en los telescopios. Es mucho más de lo que obtienen Francia y Alemania combinados, y si ves el número de astrónomos en esos países, creo que hay un quizás diez veces más que en la comunidad chilena. Entonces, tienes una oportunidad increíble. Aunque lo están haciendo muy bien, creo que lo podrían hacer mejor aún si estuvieran más organizados. Uniendo fuerzas, el diez por ciento de ALMA es algo enorme. Se podrían hacer surveys, grandes estudios. ¡Incluso el cinco por ciento es muchísimo!  Si las ideas se unieran, podrían hacer proyectos legado en temas gigantes, como investigaciones de alta profundidad y con más gente. Yo espero poder ver a los chilenos uniéndose con una gran propuesta.

 

El patrón de Alma

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