Por Javier Rodríguez Octubre 20, 2017

Donald Trump 33%

Angela Merkel 26,3%

Vladimir Puttin 13,7%

Lo dijo el rapero más exitoso —o vendedor, para ser más exactos— de la historia. Encapuchado con un polerón negro, como de costumbre, y con la rabia funcionando como el motor de su lengua, Marshall Mathers III, más conocido en el mundo como Eminem, apareció en un video difundido en los BET Hip Hop Awards 2017, celebrados en Miami, interpretando una canción dedicada, precisamente, a Donald Trump: “Porque ahora tenemos en la Oficina a un kamikaze/ Que probablemente provocará un holocausto nuclear”.

Su fraseo iba dirigido al cuestionado manejo de Trump para abordar las constantes pruebas nucleares del gobierno de Corea del Norte. Recordemos: a finales de septiembre, en el marco de la Asamblea General de la ONU, el ex conductor del reality show The Apprentice dijo: “No se puede aceptar que esa banda criminal se arme con misiles nucleares; tenemos una gran paciencia, pero si nos vemos obligados a defendernos o a defender a nuestros aliados, no tendremos otra opción que destruir completamente a Corea del Norte”. La respuesta no se hizo esperar. Desde Pyongyang tomaron sus palabras como una declaración de guerra.

Mientras todo esto pasaba, Puerto Rico vivía una de sus peores crisis humanitarias, luego del paso de los huracanes María e Irma. Al mismo tiempo, el presidente de Estados Unidos tuiteaba enfurecido contra los jugadores de fútbol americano que decidían arrodillarse o no salir a la cancha cuando se cantaba el himno estadounidense en protesta ante la represión policial contra los afroamericanos, como parte de la campaña Black Lives Matter. El presidente apagaba todos los fuegos con bencina: provocó a Kim Jong-un, se fue contra los jugadores de uno de los deportes más populares de su país y, cuando por fin decidió aparecerse por Puerto Rico, lo hizo lanzando rollos de papel higiénico a los ciudadanos que días atrás habían perdido todo y se ponían a la fila para ver si conseguían algo de este dios caprichoso que llegaba a entregar su limosna.

Pero hubo un último número: retar a Rex Tillerson, su secretario de Estado, a un test de inteligencia luego de que en medios estadounidenses trascendiera que este habría calificado en conversaciones privadas al millonario como un “imbécil”, información que fue luego desmentida.

¿Es Trump el hombre más poderoso del mundo o está disfrutando, quizás por cuánto tiempo, de la impronta del cargo?

Las cifras, por el momento, no lo acompañan. Según la empresa de encuestas e inteligencia electoral Morning Consult, en septiembre de este año sólo un 43% de los estadounidenses aprobaban su gestión. A modo de comparación: en su primer gobierno, George W. Bush promedió un 62% de aprobación (Gallup).

 

La última esperanza europea

La aparición de la canciller alemana Ángela Merkel detrás de Trump no es una sorpresa. De hecho, en el último ranking Forbes ocupa el segundo lugar entre las personas más poderosas del mundo sólo detrás del presidente ruso Vladimir Putin. En nuestra encuesta, Merkel se encuentra sólo 7 puntos porcentuales debajo del presidente del país más influyente del mundo. La canciller se ha erigido como el último bastión liberal-progresista tanto en su propio país como en la Unión Europea, que ve cómo los populismos nacionalistas de derecha toman fuerza.

 ¿Es Trump el hombre más poderoso del mundo o está disfrutando, quizás por cuánto tiempo, de la impronta del cargo?

En Alemania, de hecho, Alternativa para Alemania (AfD), el partido de extrema derecha, se ha convertido en la tercera fuerza más votada, declarando la guerra al islam y culpando al Estado por la entrada de más de un millón de refugiados en el último tiempo. Merkel ganó credibilidad al sacar a Alemania de la recesión con paquetes de estímulo y subsidio para las empresas, logrando que los germanos comenzaran 2016 con un superávit de más de 12 mil millones de euros. Y, aunque con cuestionamientos, le declaró la guerra a ISIS, enviando armas a los combatientes kurdos. Por primera vez luego de la Segunda Guerra Mundial, Alemania se involucraba en un conflicto bélico de manera tan directa.

Recientemente reelegida para su cuarto período —donde la alianza entre la Democracia Cristiana y la Unión Social Cristiana a la que representaba consiguió un 33%—, Merkel debe hacerle cara a los conflictos internos pero, también, al complejo escenario europeo donde la crisis catalana, el brexit y el emergente poder ruso ponen en jaque la estabilidad de la Unión Europea.

Precisamente es Vladimir Putin quien ocupa el tercer lugar en esta lista. El líder de Rusia ha logrado extender su influencia desde Siria a Estados Unidos, donde fue acusado de haber intervenido directamente en la elección estadounidense, al permitir que hackers de su país entraran a las cuentas de correo electrónico de miembros del Partido Demócrata para ayudar a la campaña de Trump.

Más que respuestas, este año parece ser el de las preguntas. ¿Logrará la alianza Putin-Trump dominar el globo o el estadounidense será sólo una marioneta del ruso, como cada fin de semana Alec Baldwin lo muestra en Saturday Night Live? ¿Cuánto tiempo durará la influencia mundial de Trump por ser sólo el presidente de Estados Unidos? ¿Podrá Merkel estabilizar Europa con aliados como el presidente de Francia, Emmanuel Macron?

2017 ha sido el año del nacionalismo. Una continuación del fenómeno que comenzó con el brexit, siguió con la elección de Trump y que vuelve a irrumpir en Europa con la crisis de Cataluña. Un terreno fértil para aquellos liderazgos que, en tiempos de miedo, logran convencer. El diálogo político parece quedar cada vez más de lado. Ya no está de moda, ya no es sexy. Así lo demuestra Trump cada día y así comienza a parecer en Europa.

A mediados de marzo, Merkel y Trump se juntaron por primera vez en la Casa Blanca. “Tenemos algo en común”, bromeó el magnate en relación a, por una parte, las acusaciones que se ha encargado de hacer a la administración Obama de intervenir sus teléfonos y, por otro lado, a los pinchazos de las agencias de inteligencia durante la misma administración al teléfono de Merkel.

Terminada la conferencia, entraron los gráficos. Merkel se acercó a Trump para pedirle que se sacaran la clásica foto dándose la mano. El mismo que había declarado que Merkel estaba arruinando Alemania con su política de acogida a los refugiados, hizo caso omiso de la petición.

Merkel aún espera su respuesta y, al parecer, nosotros también tendremos que hacerlo.

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