Por Alejandra García Octubre 26, 2017

La arquitectura sustentable busca optimizar los recursos naturales y aprovechar las condiciones climáticas y geográficas donde se emplazan las edificaciones. ¿El objetivo? Disminuir su impacto ambiental. Este enfoque ecológico en la construcción ya no parece un concepto futurista, sino que es una realidad que crece cada vez más; edificios que se autoabastecen de energía o que incluso pueden vender el excedente de lo que producen, ya no son una ilusión. Uno de los pioneros fue el austríaco Georg Reinberg, quien a fines de los 70 comenzó a desarrollar la “arquitectura solar” como respuesta a la segunda crisis del petróleo y a que Austria rechazó el uso de la energía atómica.

Pero mientras en Europa cada vez son más las construcciones que aprovechan la energía solar, en América Latina, donde la radiación es mayor, aún es incipiente. Países como Colombia promueven descuentos e incentivos fiscales para aquellos cuyas construcciones tengan un diseño sustentable y sean energéticamente eficientes. Son los llamados “créditos verdes”, los que buscan apoyar la creación y desarrollo de proyectos que promuevan la protección y conservación del medioambiente. En Chile, el primer ejemplo se dio en Antofagasta, cuando en 2014 se firmó un convenio entre el banco BCI, la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios y la Cámara Chilena de la Construcción —con el patrocinio de los ministerios de Energía y Medioambiente y el Plan CREO Antofagasta— para fortalecer la demanda de viviendas con energías renovables y entregando facilidades crediticias para implementarlas.

Mientras en Europa cada vez son más las construcciones que aprovechan la energía solar, en América Latina, donde la radiación es mayor, aún es incipiente.

A nivel nacional se han mejorado los procesos pro-arquitectura sustentable, pero falta el incentivo para que sea interesante entregar productos con los atributos que comprende la construcción sustentable. Como ejemplo, un proyecto pionero en estándar Passivhaus está en Concepción, una casa construida por investigadores de la Universidad del Biobío en San Pedro de la Paz que, entre otras innovaciones, ahorra un 85% de energía.

Passivhaus es una certificación otorgada por el Passivhaus Institut de Alemania. “Los edificios con estándar Passivhaus logran un nivel de confort tanto en invierno como en verano con extremadamente bajos consumos energéticos, llegando en muchos casos a prescindir de sistemas de calefacción y refrigeración”, señala Marcelo Huenchuñir. Este arquitecto de la Universidad de Chile es uno de los socios fundadores de Arquiambiente, empresa que presta servicios de asesoría técnica y desarrollo de proyectos orientados a la eficiencia energética y arquitectura sustentable. Pero no sólo en Chile, hoy están vinculados a importantes centros de investigación y desarrollo en arquitectura sustentable en Argentina, Brasil, México, España, Alemania y Portugal.

 

Chile sustentable

Entre los elementos clave para lograr este tipo de construcciones está el uso eficiente de la energía y el agua, los que se suman a la utilización de materiales reciclables, renovables y con bajo contenido energético. Una de las nuevas tendencias es el Análisis del Ciclo de Vida (ACV), metodología utilizada para evaluar las cargas ambientales asociadas a un producto, proceso o actividad durante todas las etapas de su existencia.

Estas mejores prácticas han promovido también un regreso a los orígenes de la arquitectura, que privilegiaba diseños y uso de materiales que se adaptaban a las condiciones climáticas del entorno. Esto se conoce como Arquitectura Bioclimática, la que consigue ambientes interiores confortables mediante sistemas de climatización pasivos, teniendo en cuenta factores de temperatura, soleamiento, humedad y viento. En San Pedro de Atacama, por ejemplo, las edificaciones de tierra tienen la capacidad de absorber el calor en el día y liberarlo durante la noche, ello se logra con orientaciones específicas y ventanas pequeñas para protegerse del sol.

Entre los elementos clave para lograr construcciones sustentables está el uso eficiente de energía y agua, además del uso de materiales reciclables.

Con ese foco trabaja Infiniski, empresa que diseña bioclimáticamente, construye pasivamente y se presenta como la única de nuestro país con certificación de eficiencia energética A+ otorgada por la Unión Europea. El gasto que se requiere para climatizar y conseguir confort térmico y de iluminación es mínimo debido al diseño arquitectónico bioclimático. “Nuestro sistema constructivo carece de puentes térmicos-filtraciones de aire, que es por donde se filtra la temperatura exterior hacia el interior. Como el calor sube, siempre el aislante debe ser mayor en cubierta que en paredes verticales. Según la zona climática, a veces el aislante de la cubierta llega a duplicar al de paredes”, explica Loretxu García, gerente general de Infiniski.

El desafío no es menor. Reconoce que uno de los problemas que han tenido que enfrentar es el prejuicio de que lo ecológico es exclusivo, en contraposición a que lo modular es de mala calidad. “Todavía hay quienes creen que lo ecológico es más costoso, pero Infiniski es un 30% más barato y más rápido de construir que la construcción tradicional. Y por si fuera poco, cuando tienes tu inmueble construido, ahorras un 70% en climatización”, explica Loretxu García.

En el caso de viviendas antiguas, el mercado también ofrece soluciones de eficiencia energética. Ejemplo de ello es S-Save, una empresa que incorpora sistemas ecológicos dentro del hogar, como las bombas de calor, tecnología basada en el principio termodinámico de transferencia de calor que utiliza la energía contenida en el aire para calefaccionar sistemas centralizados, como circuitos de radiadores o losa radiante.

“Los problemas de confort térmico no se deben asociar únicamente a las temporadas de invierno; actualmente no le damos importancia al posible sobrecalentamiento en las viviendas y cómo afecta este a los usuarios en ciudades como Santiago”, explica David Cabieles, de la Agencia Chilena de Eficiencia Energética (AChEE). “El confort habitacional no se debe ligar únicamente a las condiciones térmicas, se deben tener en cuenta los valores mínimos de iluminación natural durante todo el año, considerando que éstas afectan las actividades diarias. Actualmente existen estándares mínimos de carácter obligatorio establecidos en la reglamentación térmica vigente; sin embargo, los desafíos a nivel país deben apuntar hacia un mejoramiento contundente a corto y mediano plazo, apoyado en políticas públicas y la participación transversal de los sectores privados”, agrega Cabieles.

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