Por Paula Namur // Foto: Sebastián Utreras Septiembre 15, 2017

“Un descendiente de ruso con un descendiente de italiano sentados en un restaurante hablando de chilenidad”, bromea Marcelo Cicali, dueño del Liguria. Un bolichero y un encuestador, describiría más tarde el mismo Cicali.

Roberto Izikson, gerente de asuntos públicos de Cadem, y Cicali, están sentados en el Liguria de Manuel Montt. Son las 16:00 horas de un martes de septiembre y la conversación se centra en lo que somos y lo que nos identifica a los chilenos. Ambos se conocieron en abril del año pasado en medio de la inundación de la Costanera. “En eso de que somos de Providencia, somos vecinos y nos tenemos que ayudar, tuvimos la oportunidad de conocernos”, dice Cicali.

“Somos un país adolescente y yo creo que este estudio ayuda a encontrar en parte esa identidad”.

—¿Cómo surgió la idea de asociarse para hacer esta encuesta?

—Marcelo Cicali: Yo conocí a Roberto y a Cadem primero por voz de Mario Mutis, de Los Jaivas, quien me mostraba que en la encuesta de chilenidad que hizo Cadem en 2015 ellos aparecían como el grupo más representativo de la música chilena. Después conocí personalmente a Roberto cuando fue la inundación de la Costanera.

Roberto Izikson: Nosotros habíamos hecho esta encuesta en 2015. Sigo sintiendo que es una zona de conflicto: quiénes somos, qué nos une. Hay una recuperación de lo chileno. La encuesta que hicimos en 2015 es la base, pero es un cuestionario que no tenía al experto en chilenidad, y eso le agrega Marcelo: más alternativas (por ejemplo, la de la Independencia), agregó algunas preguntas como la del aeropuerto y la de las fondas. Me interesaban los territorios de fricción porque ahí es donde salen las mejores respuestas y reflexiones a la búsqueda de quiénes somos, qué nos une.

“Nos falta crecimiento, etapas de crecimiento que hemos ido postergando”.

—¿Y cuál es la identidad de los chilenos? ¿Qué nos une?

—MC: Hay una búsqueda de saber cuál es nuestra identidad, pero no tenemos una identidad, como tampoco tenemos una cocina, porque somos un país tan largo que tenemos múltiples identidades y además tenemos múltiples cocinas. Está bien, la cazuela y la empanada nos representan, pero no es sólo la cazuela: esta tiene distintas formas dependiendo del lugar geográfico, y de lo que la comunidad que habita ese espacio asume que es una cazuela, desde una de cordero y luche, en Chiloé, a una de cordero en el desierto y espesada con papa chuño. Son mundos opuestos y al mismo tiempo el mismo mundo. La nación altiplánica, el pueblo mapuche. Acá queda en evidencia que somos un país muy amplio y diverso y siempre tratamos de hacernos ver como un país concéntrico. El Chile de la zona central.

—¿Qué refleja esto?

—RI: Lo que estamos viviendo hoy día es la transición de un país pobre a uno de clase media, y para mí somos un país adolescente y yo creo que este estudio ayuda a encontrar en parte esa identidad.

—MC: Hay zonas superclaras, como la percepción sobre las fondas. Hace diez años las fondas eran un territorio de nadie, una caricatura del huaso de una chilenidad que había sido impuesta en los 70 y 80. Ahora se empieza a armar una ética del gusto, el gusto por la música, por ejemplo.

—¿La idea de esta encuesta es transformarse en la nueva “Bicentenario”?

—MC: Me encantaría estar recogiendo opiniones de gente más experta, sociólogos, antropólogos. Somos un encuestador y bolichero, también escuchamos, vemos cómo va pasando la historia viendo a la gente tomarse una copa de vino, una piscola y me interesa eso porque veo los cambios y veo los gustos de la gente y veo que cuando suena una cueca todos mueven la patita, pero nadie se atreve a bailar. Existe esto como de la negación, de las ganas de ser como otro, aunque en realidad me encanta ser como soy, pero no lo puedo mostrar.

—RI: Yo creo que esta encuesta permite que un experto en chilenidad y alguien que es bueno para hacer preguntas se junten y hagan un aporte. Y si alguien la ve y quiere participar, lo vamos a sentar en la mesa. Esta encuesta tiene el potencial de repetirse una vez al año y ver si se mueve. También nos permite salir de la coyuntura, sobre todo ahora en un año electoral y meternos en gustos, intereses y actitudes que son muy propias de Chile.

—Marcelo, estás próximo a abrir un nuevo restaurante, y pese a la burocracia que criticas, siempre eres optimista. ¿Qué falta para que Chile sea mejor?

—MC: Falta mayor sintonía entre empresa, comunidad y Estado. Nos echamos la culpa de todo, y esta mesa, sin una de esas patas, se cae.

Izikson: “Esta encuesta permite salirse de la coyuntura, sobre todo en año electoral”.
Cicali: “¿En qué momento se nos instaló en la cabeza que la faena minera le hace mal a Chile?”.

—RI: En Chile lo que falta y que se ha deteriorado es la mesa. Y cuando logras que las tres partes se sienten en la mesa, lo que hay es desconfianza. Uno mira con desconfianza al otro. Nos falta ponernos de acuerdo. Si no nos ponemos de acuerdo no podremos dar el salto al desarrollo.

—MC: También nos falta crecimiento, etapas de crecimiento que hemos ido postergando. Por cierto, como dice la presidenta, a escala humana, etc., pero creo que la palabra crecimiento, y también lo decía el ex presidente Ricardo Lagos, es la clave, y el resto es challa. En eso soy un convencido. (...) Yo soy un hombre de izquierda, por cierto que estoy con el crecimiento, con respeto a las comunidades, pero se ha instalado el que cualquier empresa minera le hace mal a Chile, y Chile es un país eminentemente minero. ¿En qué momento se nos instaló en la cabeza que la faena minera le hace mal a Chile? No conozco a nadie del mundo de la izquierda que no alegue contra las empresas mineras.

—¿Cómo viven los inmigrantes la chilenidad? ¿Cómo es la chilenidad del futuro?

—MC: Me encanta. Me dan envidia mis hijos y los hijos que tengan mis hijos ojalá, porque van a vivir un Chile tan diferente, multicultural, colorido, lleno de olores, música, que es el que no tenemos nosotros.

—RI: Hoy día sobre todo la inmigración es resultado de un país exitoso, y eso siempre es una buena noticia.

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