Por Natalia Correa V. // Foto: Cristóbal Olivares Julio 14, 2017

Los líderes políticos:

“No le van a dar importancia al conflicto mapuche mientras no vean que es un asunto relevante para sus votantes”.

“A menudo, en Chile la gente habla sobre el conflicto mapuche como si ese tipo de problema sólo se hubiera presentado aquí, y eso no es verdad”, dice Kim Wilson, un abogado australiano especialista en la resolución alternativa de conflictos. Ha sido consultor y juez en el Tribunal Nativo Nacional de Australia, y en Papúa Nueva Guinea.

Wilson ha visitado Chile 5 veces y acaba de incorporarse como asociado a Dinámica, una plataforma que desarrolla proyectos de innovación. Dice que lo que ocurre en La Araucanía es muy similar a lo que ha pasado en otras zonas donde dos partes se enfrentan en una lucha armada. Lo diferente en Chile es que, mientras la población indígena en Australia es de alrededor del 1%, los mapuches en Chile corresponden al 10% de la población.

—¿Cómo se resolvió el conflicto en Australia entre los indígenas y el Estado?

—Durante 200 años, desde la colonización inglesa, la ley australiana no reconoció a los indígenas ni sus intereses en la tierra. Eso hasta que en 1994 la Corte Suprema desarmó esa normativa y el Estado instauró un sistema que permitía a los pueblos originarios recuperar sus territorios mediante negociaciones. Al final, los indígenas usaron el sistema político y legal de los blancos para ganar de vuelta sus derechos a la tierra.

—¿Y en Chile qué es lo que falta para poder llegar a alguna solución?

—Falta reconocimiento a los pueblos mapuches. Es un proceso cultural largo, pero que debería empezar. Un conflicto como este, en sus aristas más radicales, no es sostenible y, por lo que veo, no se está haciendo nada que apunte a resolverlo. Mientras no haya iniciativa, esto va a empeorar.

—¿Cómo podemos llegar al reconocimiento?

—Hay que mejorar la actitud hacia el “otro”. Si creemos que hay un grupo de personas que son menos que nosotros, es fácil tratarlas mal. Cuando te permites pensar sobre el “otro” y sobre qué siente esa persona; le das relevancia y justicia. No todos los problemas se tienen que resolver en una corte, pero sí es necesario el reconocimiento.

—¿Son los ciudadanos los que deberían tomar un rol más protagónico?

—Los líderes políticos elegidos democráticamente no le van a dar  importancia al conflicto mapuche mientras no vean que es un asunto relevante para sus votantes. Este problema no incumbe sólo al Estado. En una sociedad participativa, todos tenemos que cooperar informadamente. Debería haber un diálogo donde la gente pudiera involucrarse.

—¿Qué impide que comience ese diálogo?

—El uso de fuerzas militares para manejar el problema. Esto debería ser una señal para la gente en el gobierno de que hay algo que no está funcionando. Al mirar las circunstancias actuales y  preguntarse si esta es la manera satisfactoria de avanzar, la respuesta es no. También existe la responsabilidad de los líderes indígenas, que deberían promover la no-violencia en sus manifestaciones.

El abogado dice que ha habido muchos momentos de conflicto en el mundo,  uno de los más recientes, el de Irlanda del Norte. Allí se enfrentaron los independentistas y los unionistas, que querían mantener los lazos con Gran Bretaña. Sólo se llegó a una solución cuando las dos partes se sentaron a conversar. Ese es siempre el primer paso: comprometerse a discutir.

—Cualquier  avance requiere dialogar. Ese acto puede ser el principio de algo. Las dos partes, el Estado y los mapuches, deben estar abiertas a ceder. Esto debe ser una negociación.

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