Por Cecilia Correa Junio 30, 2017

Rosa Bianchini tiene 46 años y ha sido peronista toda su vida. Nacida y criada en Buenos Aires en una familia humilde, les transmitió a sus dos hijas su convicción por la justicia social, la misma que pregonaban Juan Domingo y Eva Perón en los años 50. Pero nunca había visto algo semejante al acto del pasado martes 20 de junio, en el estadio de Arsenal. Ahí Rosa esperó cuatro horas de pie. Cuando Cristina Fernández saludó a los más de 20.000 espectadores, en el lanzamiento de su nuevo movimiento, Unidad Ciudadana, lloró de emoción. La trabajadora social quería estar cerca del escenario, pero tuvo que conformarse con verla desde la galería.

—Cuando Cristina saludó me llené de esperanza. La gente a mi lado lloraba. Ahí me dije que no me equivoqué, me dieron ganas de seguir adelante —dice al teléfono desde su casa en Buenos Aires.

Rosa es una de las tantas personas que conforman el 30% de adherentes a Cristina Fernández en la provincia de Buenos Aires, el mayor distrito electoral del país, con cerca de 30 millones de electores, y por el que Cristina compite para senadora en las legislativas del 22 de octubre.

Si algunos pensaron que la victoria del centroderechista Mauricio Macri en diciembre de 2015 y el deterioro económico que dejó el kirchnerismo —sumados a las denuncias de corrupción en el caso de la ruta del dinero K— eran los síntomas de la decadencia de la ex presidenta, ahora parecen haberse equivocado.

Quienes claman por el regreso de Cristina se concentran en el conurbano bonaerense, el distrito más resentido por el ajuste tarifario de Macri.

Si bien el movimiento peronista hoy está dividido, quienes recuerdan —como Rosa— que con Cristina Fernández como presidenta vivían mejor son los que hoy piden su regreso. Este clamor es mayor en el conurbano bonaerense, donde se concentran los sectores vulnerables y que han sido los más resentidos por la reducción de los subsidios a las tarifas públicas que ha impulsado Macri. A pesar de las medidas del actual presidente para contener el gasto público, la situación económica no ha mejorado durante los primeros nueve meses de gobierno: la pobreza aumentó de 29% a fines de 2015 a 32,9% en el tercer trimestre de 2016. Mientras, la indigencia pasó del 5,4% al 6,9%, según la Pontificia Universidad Católica Argentina.

—Macri tomó el poder en un momento inconveniente —explica Mario Teijeiro, presidente del Centro de Estudios Públicos de Argentina. El economista sostiene que el presidente recibió una economía desajustada, una situación insostenible en términos de precios, de gasto público y de beneficios estatales, y hoy paga los costos. Esto ha pesado sobre su popularidad. Según los últimos sondeos, la gestión del mandatario —que acaba de estar de visita en nuestro país— no supera el 40% de aprobación.

—La diferencia con Macri es que en la época de Cristina llegaban muy mal a fin de mes, pero llegaban. Ahora no llegan al día 20 —explicó en una entrevista el columnista argentino Joaquín Morales Solá.

La inflación anualizada en 2016 llegó al 40% y hace un mes comenzó a ceder. Los expertos esperan que la economía se recupere y proyectan una caída a la mitad para fin de año. Pero eso no lo sienten todavía los sectores más pobres.

—Cristina se presenta porque el gobierno no ha mostrado los resultados económicos esperados, y ella quiere resaltar ese contraste —explica el director del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), Nicolás Cherny. El académico de la Universidad de Buenos Aires agrega que las consecuencias las están sufriendo los sectores a los cuales Cristina había beneficiado.

Hoy la lista de la ex mandataria lidera el único sondeo que existe hasta la fecha en la provincia de Buenos Aires.

 

El regreso

Unidad Ciudadana tiene su precedente en abril de 2016, cuando tras cuatro meses de refugio en la Patagonia, Cristina decidió romper el silencio. Afuera de los tribunales en Comodoro Py, la señora K convocó a cientos de adherentes para formar un gran movimiento social. Nacía el Frente Ciudadano, que luego devino en Unidad Ciudadana.

Ese día, en medio de la llovizna, Cristina insistió en la necesidad de organizarse contra las medidas del Ejecutivo.

—Cristina comprendió que el Frente para la Victoria (ex plataforma kirchnerista fundada en 2003) no estaba parándose como una oposición fuerte. La situación se había agravado y ella se puso al frente de la conducción —cuenta María Seoane, periodista y escritora peronista.

De esta manera, grupos de distintos sectores de la sociedad han trabajado durante los últimos meses en esta nueva fuerza política, compuesta por elementos históricos del kirchnerismo y del antiguo Frente para la Victoria, sindicalistas, artistas, agrupaciones de mujeres y derechos humanos, entre otros.

—El movimiento tiene anclaje en la estructura social y no en la estructura de un partido, esa es la gran novedad—sostiene Seaone.

Entre las personas de 16 a 44 años es donde la ex mandataria tiene mayor arrastre. Ex militantes de la Cámpora, como Laura Alonso, y miembros del movimiento obrero y sindical hoy son candidatos a diputados. Son caras nuevas no contaminadas con las acusaciones de corrupción, pero que, según los analistas, no tienen peso político.

—Cristina está sola. No tiene un apoyo relevante de otros líderes, pero sí tiene a los jóvenes y a las amas de casa —explica Marcos Novaro, docente en asuntos públicos de la Universidad de Buenos Aires.

Según el académico de la UBA, Cristina representa el pasado para una parte de la población y tiene que estar presa, pero a la otra parte le pesa más lo económico que la honestidad.

—Cristina es una de nosotras. Nos representa como mujeres y a toda una generación que sigue soñando con un mundo mejor —dice por teléfono desde Buenos Aires Claudia Bernazza, hoy precandidata a diputada por Unidad Ciudadana para las primarias de agosto.

¿Cuáles son las proyecciones?

Orlando D’Adamo, director del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano, ve un futuro sin matices.

—Una gran elección de Cristina Fernández la posicionaría para 2019 como candidata presidencial. Una gran derrota la dejaría fuera de la política.

Aun cuando el resultado de las elecciones todavía es incierto, la lealtad de un sector de Buenos Aires hacia la ex presidenta es más determinada que nunca.

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