Por Javier Rodríguez // Foto: José Miguel Méndez Junio 30, 2017

26 Escuelas Chilenas

En cooperación con la Universidad de los Andes, 26 escuelas vulnerables de la Región Metropolitana implementarán el programa KiVa entre 2017 y 2019.

Corría el año 2006 cuando en la universidad de Turku, en la fría Finlandia, la psicóloga y experta en educación, Christina Salmivalli comenzó a desarrollar un método para combatir el abuso entre los compañeros de curso en los colegios. El país nórdico, siempre puntero en los índices de calidad de vida, veía con preocupación cómo, poco a poco, el bullying comenzaba a tomarse la agenda pública. Hacía tiempo que Salmivalli venía pensando que se requería cambiar el foco. Porque luego de numerosos estudios y entrevistas se dio cuenta de que lo más doloroso para las víctimas de bullying no era el abuso en sí mismo, sino la indiferencia de quienes los rodeaban. Los cómplices pasivos. Así, se trazó su nuevo objetivo: que nadie se ría ni tampoco guarde silencio ante este tipo de situaciones en un colegio finlandés. En eso estaba, cuando en noviembre de 2007 Finlandia enfrentó una de las peores tragedias que ha vivido en este siglo: el tiroteo en una escuela de Jokela, en el que murieron ocho estudiantes y la directora del centro. El adolescente que perpetró el asesinato, quien había sido víctima de abuso escolar toda su vida, había anunciado el ataque un día antes por YouTube. Luego del asalto, se suicidó de un disparo en la cabeza. Este hecho activó las alarmas. El gobierno finlandés obligó a los colegios a generar protocolos antibullying y les entregó subsidios para que implementaran el programa que quisieran.

El método KiVa, desarrollado por Salmivalli, fue el elegido por la mayoría. A través de la enseñanza del respeto y la empatía, este método busca atacar el acoso desde todos sus frentes y actores. Estas clases lectivas son complementadas con dinámicas donde los niños actúan para ver qué harían en casos de bullying, juegos online donde los van evaluando y obtienen datos, y capacitaciones para profesores y apoderados.

Los resultados fueron casi inmediatos. Hoy el programa está implementado en la gran mayoría de los colegios finlandeses, los índices de bullying han bajado más de un 80%, y ya se emplea en países como Holanda, Italia, Reino Unido, Estados Unidos y Nueva Zelandia.

Según estudios de la Universidad Católica, en Chile un 47% de los estudiantes se autodenomina como testigo de bullying. Por esto, aquí el programa podría ser clave. Así lo notó el psiquiatra Jorge Gaete, quien en una investigación de la Universidad de los Andes —institución que trajo a Salmivalli a Chile— busca implementar el programa en el contexto chileno, particularmente en 26 escuelas vulnerables de la Región Metropolitana. De hecho, en octubre llegarán instructores KiVa a capacitar a los profesores.

—¿Cómo se lo toman los alumnos cuando les dicen que son parte activa del problema?

—KiVa tiene varios conceptos clave. Uno es la empatía. El programa busca empoderar a los estudiantes para que ellos entiendan que pueden hacer algo para evitar los abusos, ponerse en el lugar del otro. Porque muchos ven cómo sus compañeros sufren y sienten que no pueden hacer nada, sin saber que la solución está en ellos. En ese sentido, los profesores que enseñan nuestro método nos han dicho que los alumnos aman las clases. No buscamos hacerlos sentir culpables, sino que lo pasen bien y entrenen habilidades sociales.

—Pero, ¿cómo lo hacen en países con realidades tan distintas?

—Si bien el programa nació para la realidad finlandesa, tomamos temas comunes en cualquier sala de clases. Cuando mostré los resultados del programa en conferencias internacionales, se me fueron acercando los interesados. En cada país tenemos un socio que distribuye el programa en los colegios y va desarrollando investigación al respecto, cosa de ir adecuándolo a su contexto. En el caso de Chile, que es el primer país de Latinoamérica que lo implementa, es la Universidad de los Andes, que empezó con la evaluación el año pasado y que lo aplicará en 26 colegios vulnerables de Santiago.

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