Por Javier Rodríguez // Foto: Revista Arcadia. Mayo 26, 2017

Umaña, el protagonista de la novela debut de Felipe Restrepo, tiene una obsesión. Quiere dejar el pasado atrás. Quiere empezar de cero. Como cambia de ciudad, cambia de personalidad. Una búsqueda frenética por ser otro.

—Siempre he tenido la necesidad de escribir, no me importa tanto el género. Me preguntan mucho sobre el paso del periodismo a la novela, y yo no lo veo tan rígido. Se da muy naturalmente. Al menos en mi caso —dice el colombiano, actual director editorial de Gatopardo. Porque Restrepo, antes de Formas de evasión (Planeta), se había dedicado al periodismo, donde partió trabajando en Cambio, revista colombiana dirigida por García Márquez.

—La novela es muy cinematográfica.

—Sí, somos una generación que está muy marcada por lo visual. Yo leo mucho, pero también veo muchísimo cine, series. Quise hacer un libro que tuviera un ritmo muy intenso. Que lo leyeras y no pudieras parar y todo el tiempo te estuviera mostrando a los personajes en escenas.

—Umaña cambia mucho durante la novela. Podemos hablar de varios Umañas, varias versiones. Tú te has destacado como perfilador. ¿Intentas dar cuenta de las distintas dimensiones de las personas con este personaje?

—Absolutamente. Cuando hago el perfil de alguien me esfuerzo en encontrar todas esas facetas que puede tener, porque no siempre se es la misma persona durante toda la vida. Umaña es el extremo de eso, de siempre querer ser otro, pero incluso a las personas que no tienen esa pulsión les ocurre; son diferentes en diferentes momentos de su vida, es algo natural.

—En Latinoamérica no hay una tradición de no ficción muy desarrollada. Si bien hay narradores consolidados, todavía se mira en menos el género desde la literatura. ¿Los escritores deberían hacer más no-ficción?

—Siempre me acuerdo de una anécdota. En una feria, una de las chicas que organizaban la logística dijo: “Bueno, ese es el salón de los escritores y ese es el de los periodistas”. Me pareció muy sintomático de cómo se asumen los oficios, como si fueran dos cosas completamente diferentes, como si fuera un poco un pecado que un periodista quisiera escribir ficción. Yo escribí esta novela con exactamente la misma metodología, la misma intención, cuidado e investigación con los que escribo un texto periodístico. El periodismo latinoamericano mejoraría muchísimo si se nutriera más de la literatura. Y al revés también. Creo que son dos oficios con dos reglas, pero el uno no excluye para nada el otro, y deberían tener más conexiones.

 —¿También has querido desaparecer, como Umaña?

—Yo creo que todos. Me aburro muchísimo de mí mismo, de la rutina, de ser siempre yo. Y de ahí viene la inspiración de Umaña, que lo lleva al extremo. Ahora, la paradoja es que siempre vas a cargar con tu pasado y con tu identidad y, por más que te vayas a vivir mañana a África y no conozcas a nadie y cambies de nombre y dejes de vivir tu vida pasada, siempre vas a estar ahí cargándolo. Esa es la gran tragedia de Umaña.

—¿Crees que el trabajo que hacen en Gatopardo es un poco de resistencia? Con el clickbait, abundan las noticias de que ya nadie lee y ustedes van a contrapelo...

—Estamos en un momento de la historia en que la información está presente todo el tiempo. Ves tu Twitter y cada cinco minutos hay una noticia. A mí me interesa hacer un periodismo que se detiene, que observa, que reflexiona, que tiene una voz. Y sí, es muy difícil mantenerse, porque el mismo gremio se ha hecho esta idea de que a nadie le interesa leer. Cada vez más los grandes conglomerados quieren hacer un periodismo más barato. Mi responsabilidad como periodista es otra, y la defenderé.

Relacionados