103 km pueden superar las competencias de ultra trail o ultrafondo.

En el siempre inquieto mundo del running, cuando los 10K, los 21K y el maratón se transforman en etapas superadas y el cuerpo pide más, el Ultra Trail aparece como una de las siguientes experiencias más desafiantes.

La disciplina, que nace en la década de los 70 y se aleja de la calle para adentrarse en la montaña, en sus senderos, en sus sube-y-baja, en lo impredecible de lo inexplorado, es un evento que pone a prueba los límites de cada deportista, con carreras que pueden llegar a extenderse por más de un día.

El domingo pasado, el Maratón de Santiago confirmó su condición de máximo evento de la temporada runner, con más de 25 mil personas tomándose las calles de la capital. Este fin de semana, mientras tanto, en la Patagonia se realiza la tercera edición del Ultra Fiord, una de las fechas más importantes del calendario trail nacional.

Pese a las semejanzas en su ejercicio base, se trata de disciplinas con bastantes diferencias.

De partida, no es una carrera para iniciados, pues requiere de experiencia, sobre todo respecto a la preparación. Las distancias de sus competencias lo dejan bien claro: van desde los 50 a los 160 kilómetros.

Hay que pasar por un proceso de adaptación, porque la forma de encarar el trote y la pisada es distinta, por los terrenos que cambian constantemente, lo que produce que haya más variaciones de velocidad y ritmo que en la calle, y también que trabajen otros músculos.

Marlene Flores es la principal figura femenina del ultra trail local. Toda su vida ha estado vinculada a las carreras, desde que a los seis años corría los seis kilómetros de ida y vuelta entre su casa y el colegio. Fue seleccionada nacional de atletismo; partió con los 3.000 metros, luego pasó a los 5.000, los 10 mil y los 21k, hasta que llegó al maratón. A fines de la década pasada, cuando las competencias de montaña comenzaban a abrirse espacio en el itinerario local, se motivó a dar un paso más.

“La primera vez me anoté en 80K y los corrí sin problemas”, cuenta. Y quedó maravillada.

“La naturaleza te cautiva. Aquí hay miles de sorpresas: los pajaritos, los atardeceres, los amaneceres. A cada paso que das, te encuentras con algo que te hace pensar en toda la belleza que hay en este mundo”, reconoce.

El placer por la poesía visual es un componente inherente para dar el salto de la urbe a las montañas, que en Chile permiten un escenario natural que sirve para organizar eventos en casi todas las regiones de la zona centro-sur.

En las grandes pruebas, como el Ultra Fiord de este fin de semana, la cantidad de participantes supera el centenar, con mayoría de exponentes extranjeros. Sin embargo, la representación local se mantiene firme en alrededor de un tercio de los inscritos.

Dada su extensión, entre las principales recomendaciones para hacer una buena transición, Flores destaca aprender a “manejar el cansancio, saber en qué momento te alimentas, cuándo bebes y también tener cuidado a cada paso”.

Los tiempos de competencia, al igual que en el maratón, obligan a un entrenamiento físico fuerte durante la semana, con cuatro o cinco sesiones que mezclen cerros y sectores urbanos.

Flores hace hincapié en otro aspecto, además: “Hay que entrenar la mente tanto como el cuerpo”.

El Everest del ultra trail es el Mont Blanc, un ultramaratón que cada final de agosto recorre poco más de 170 kilómetros por los Alpes de Francia, Italia y Suiza. Están ahí los mejores del mundo (el Ultra Fiord entrega puntos para su sistema de clasificación).

“Es el gran desafío”, cuenta Flores, quien estuvo ahí el año pasado y debió abandonar a la mitad por molestias gástricas atribuidas al agua-. Tiene unos niveles y desniveles tremendos. En la largada, la gente de toca y te aplaude; lloraba de agradecimiento. Por primera vez en la vida me sentí una estrella”.

Este año se espera a cerca de una veintena de chilenos en la salida, más de los 12 que hubo la temporada anterior, una muestra de cómo el ultra trail se abre espacio por estos lados.