Por Javier Rodríguez // Foto: Alejandro Olivares. Abril 28, 2017

Edwards Boys

Para Herrero, más que hablar de Chicago Boys, habría que hablar de los Edwards Boys, pues fue el dueño de El Mercurio quien propició la implantación del neoliberalismo.

—En el prólogo del libro hablas de una desconexión entre la historiografía y el periodismo, sobre todo en las últimas décadas. ¿Crees que esa dicotomía hace que cueste entender la relevancia de Agustín Edwards Eastman en la historia reciente del país?

—Sí, y no solamente la de Edwards, la de muchas familias. En Chile el periodismo es de corto alcance, la única excepción es la dictadura, que ha sido investigada bien a fondo. Y los historiadores sienten que todo lo que es cercano en el tiempo es materia del periodismo. Entonces se produce una desconexión, quedan décadas y temas en el aire que nadie cubre.

—¿Se podría hablar de Agustín Edwards como un precursor de la posverdad? En el libro se muestran encuestas falsas que habría ocupado para subir la popularidad de Alessandri cuando compitió con Allende, o cuando acusó a dos jóvenes de sedición durante la visita a Chile de Juan Pablo II.

—Lo que pasa es que las fake news antes se llamaban propaganda, y son técnicas muy antiguas. En la época de los romanos se repartían folletos. El Mercurio sí fue parte de eso. Había una guerra ideológica en los años 60-70 y el diario fue uno de sus grandes representantes.

—¿Qué responsabilidad concreta le cabe en la gestación del golpe militar?

—Agustín Edwards contribuyó activamente al golpe a través de su medio de comunicación. El hecho de que no estuviera en Chile es anecdótico, porque en Estados Unidos recaudó muchos fondos, casi dos millones de dólares de la época, para financiar El Mercurio y seguir con esa propaganda, y esos eran dineros de la CIA.

—¿Cómo logra penetrar tan fuerte en las cúpulas de poder estadounidenses?

—Son relaciones heredadas. No olvides que estamos hablando de la Guerra Fría, por lo tanto, empresarios como Agustín Edwards eran muy bien vistos por Estados Unidos por ser aliados incondicionales y furibundamente anticomunistas. Él ya hablaba con el director de la CIA, desde 1964, para ver qué podían hacer para que Frei ganara. Y tenía amistades muy encumbradas, como David Rockefeller. No tenía que tocar puertas, las puertas se le abrían solas.

—¿No se le da la importancia necesaria a Edwards en la instauración del sistema económico que nos rige? Él en el cuerpo de Economía y Negocios comienza a implantar la idea del neoliberalismo, trae columnistas de Chicago y propicia la creación de El Ladrillo, este manifiesto de los Chicago Boys.

—Exactamente. Agustín Edwards es el padre secreto no reconocido del modelo económico chileno. No solamente al implantar tempranamente esta idea, sino que en la práctica él incorporó a muchos de estos Chicago Boys a El Mercurio, pero también a sus otras empresas. Muchos de estos ejecutivos después pasaron a formar parte de la primera fila del gobierno de Pinochet. Primer ministro de Economía, Fernando Léniz, presidente de El Mercurio; Roberto Kelly, Odeplan, que era parte de la Cofradía Náutica; Sergio de Castro, antiguo asesor. De alguna manera ese modelo económico, implantado en la dictadura, fue creado por los Edwards Boys, más que los Chicago Boys. Y es así hasta el día de hoy.

—Agustín Edwards negoció hasta el último peso para liberar a uno de sus hijos cuando fue secuestrado. ¿Qué tan resentido quedó Cristián Edwards?

—No me cabe ninguna duda de que hay un resentimiento. El hecho de que él negociara para abajo el precio, estando dispuesto a que su hijo siguiera secuestrado en una caja cinco meses, desde afuera suena inhumano. Yo creo que en ese momento él pensó qué hubiera hecho su abuelo, no se iba a rendir frente a los “ratones”, frente a los terroristas. Yo creo que eso tiene que haber pasado por su mente. No era un tema de plata. Poco después de su liberación usó casi cuatro millones de dólares para comprar terrenos cerca de Futrono.

—En el libro, una fuente postula que él no confiaba mucho en sus hijos. ¿Tienes el mismo diagnóstico? ¿Cómo crees que se moverá el mapa de poder en El Mercurio ahora? La dinastía derechamente termina, no hay más Agustines en el horizonte, y tampoco está claro que la línea de sucesión respete el mayorazgo.

—Yo creo que la mentalidad de los hijos es distinta. Ellos no son hijos de la Guerra Fría, todos se educaron en Estados Unidos, en universidades liberales. No veo a Cristián, Felipe, Isabel o Carolina cuadrarse debajo del hermano mayor. Más bien veo una estrategia, que empezó hace algunos años, de traer a todos los hijos, nietos, sobrinos, al diario, de atrincherar a la familia en El Mercurio para defender el último bastión. Puede que hagan una cuestión medio mancomunada, que se repartan la pega. Ahora, si tienen dedos para el piano o no, está por verse. No hay que olvidar que aunque Agustín Edwards admiraba mucho a su abuelo, El Mercurio en los años 30 estuvo cerca de la quiebra. Lo salvó Arturo Alessandri. No hay que olvidar que este Agustín Edwards también llevó casi a la quiebra a El Mercurio en el 83 y lo salvó la dictadura. Por lo tanto, podría ocurrir, si no tienen dedos para el piano, de que lleven a la quiebra por una tercera vez a El Mercurio en su historia, y yo creo que hoy en día no están las condiciones para que ningún gobierno, ni de derecha ni de izquierda, le tire un salvataje, como ha ocurrido antes.

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