Por Carolina Sánchez y Nicole Leiva // Fotos: Reinaldo Ubilla Marzo 21, 2017

Tomás Moulián(77) dice lo que piensa. En 1997, con su libro “Chile: anatomía de un mito”, fue el primero en cuestionar –exhaustivamente- a la transición y a la política de los acuerdos. Después estuvo en primera fila Tomas Moulian Entrevista Sociologocriticando el actuar de Partido Comunista en la Arcis y el retiro de dineros que sepultó financieramente la universidad de la cual fue rector. Hoy, cuando se le cancela la personalidad jurídica a la universidad que formó;  habla de culpas, de fracasos, y de su renacer en la política lejos de los partidos tradicionales.

Entre 2003 y 2006 estuvo al mando de la Universidad Arcis. Entró porque quiso dirigir una institución en la que creía y de la que era parte. Fue en su gestión cuando ingresaron los dineros del Partido Comunista y del empresario ex mirista y antes guardia personal de Salvador Allende Max Marambio. Con esas platas se sostuvo el establecimiento por un tiempo. Moulián, ahora lejos de la directiva y como profesor renunciado, dice que nunca imaginó el tamaño de la crisis ni el desorden financiero en el ARCIS, la universidad que dejará de existir.

Cuando lo invitaron a la rectoría, ¿Qué fue lo que le ofrecieron?

El presidente del directorio de ese entonces —Jorge Arrate— me dijo en el mismo momento que me nombran rector que no teníamos plata para pagar los sueldos. Esto muestra que la crisis de la Arcis es de larga duración, muchas veces fue generada por un intento de crecer, de establecerse en ciudades donde nunca había llegado una universidad. Pero no teníamos dinero para sostener esa ilusión. Era una utopía y eso perjudicó las finanzas de la universidad.

¿Cuáles fueron los principales obstáculos?

Los obstáculos fueron financieros. Conseguimos, junto con Jorge Arrate, acceso a la universidad de los dineros de Ical el centro de pensamiento del PC y de Marambio y eso nos estabilizó financieramente.

¿Cuáles fueron esas negociaciones para conseguir los dineros?

Recuerdo que fuimos a pedirle la plata a Max Marambio, que en ese tiempo tenía una oficina en el Hotel Marriot, y nos dijo: "Me interesa, pero quiero primero ver el cheque de los comunistas". Nosotros, por casualidad, teníamos el cheque en el bolsillo. Se lo mostramos e hizo instantáneamente uno idéntico. Con eso pudimos tener los fondos y enfrentar los gastos de la universidad.

¿Qué fue lo más difícil que le tocó vivir?

Tener que reducir personal. Esa es la experiencia más feroz que tiene que enfrentar alguien cuando dirige una institución donde hay que hacer ajustes financieros.

¿Durante su gestión, alguna vez imaginó que la crisis iba a terminar de esta manera?

No. Pero soy autocrítico de la gestión de todos los que hemos dirigido la universidad ARCIS, porque nunca hicimos ajustes profundos a la rotación estudiantes-funcionarios. Cuando disminuye el número de estudiantes, hay que ajustar el número de funcionarios necesariamente para que la universidad pueda solventarse.

A los dos años de rectoría, Moulian ya quería renunciar. Las reuniones diarias, enfrentar los problemas administrativos, financieros y de gestión le pasaron la cuenta. Por eso decidió volver a lo que le gustaba, lo que le hacía sentir cómodo: la escritura y las clases. Siguió pasando sus días en la Arcis, pero lejos de la dirección.

¿Qué ha pensado sobre qué cosas no hizo y pudo haber hecho, de las que se arrepiente, o cosas que hizo y que ahora no haría?

No haría de nuevo el tener que pedirles la renuncia a funcionarios. Es una cosa demasiado dura y dramática. Intentaría hacer cambios curriculares más profundos, pero con un trabajo mayor con los profesores. Si fuera rector de nuevo —cosa que no lo sería ni en sueños— intentaría hacer eso mucho más a fondo.

¿Quiénes son los responsables de la crisis?

Todos. Todos los que dirigimos la universidad. De Luis Torres, el primer rector, en adelante. Y, claro, el retiro de fondos por parte de Marambio y el retiro de fondos después por parte del Ical —sobre todo el segundo— aceleraron los problemas y profundizaron la crisis financiera de la universidad.

El ingreso del dinero de Marambio y de ICAL fue clave, pero cuando lo retiraron también. ¿Qué piensa respecto a ese retiro de dinero? ¿Debió haber sido?

Nunca se habló, cuando Arrate y yo lo gestionamos, de los procedimientos de retiro, pero ese dinero era una inversión que Ical y Marambio habían hecho en la universidad. El problema es haber sacado esos dineros sin tomar en cuenta las condiciones financieras y agravando por lo tanto la situación.

Teniendo en cuenta que Marambio siempre estuvo presente en la universidad y que el Partido Comunista tenía gente en su directorio, se puede pensar que ellos tenían conocimiento de la deuda que existía y que sacando una gran parte de lo que se sustentaba la universidad, podía terminar así.

Sí, y si no lo sabían, es porque no averiguaron. Yo creo que no lo hicieron —perdonen la palabra— para joder a la Arcis, pero aún sin esa mala intención, la jodieron.

Ud. dijo que le pareció peor el actuar del ICAL que de Max Marambio. ¿Por qué?

Porque Max Marambio sacó su dinero antes y bastante después vino el retiro de dinero del ICAL (PC). Me parece peor porque agravó una crisis que ya estaba, que ya existía. Mientras que Marambio, cuando saca su dinero, lo hace para poner fondos en una campaña presidencial. Ambos retiros son problemáticos, pero me parece más el del ICAL (PC), porque debió haber pensado que estaba retirando fondos de un proyecto que debía seguir acompañando.

Hablamos con estudiantes y todos coincidían en que entraron a la universidad por el proyecto que representaba, porque era el proyecto de izquierda, crítico, que era el que les gustaba. Pero que al final las gestiones terminaron matando ese proyecto. ¿Qué les podría decir?

Yo creo que la universidad siguió siendo una universidad crítica, pero los retiros de dinero profundizan la crisis e impiden el pago a los profesores. Querer ser una universidad crítica sin pagarle a los profesores requiere que los profesores sean santos, y santos no hay. Ni en esa universidad, ni en el mundo.

Tendría cabida en día en el sistema educacional chileno el proyecto de la Arcis?

Yo creo que la existencia de una universidad crítica tuvo cabida. Arcis trataba de tener una mirada crítica, pero en la Academia de Humanismo Cristiano también lo intentan. Así también en la Alberto Hurtado. Se trata de universidades que se mantienen financieramente mejor. Lo que hubo en Arcis son errores administrativos profundos de larga duración.

 

***

Moulián, a los 77 años, decidió reconciliarse con la política y ponerle fin a su retiro. Optó por Revolución Democrática porque, como él mismo reconoce, le entusiasma un proyecto nuevo, joven. Habla acerca del estado de la política en Chile, del silencio y de su zigzagueante relación con el partido comunista.

Está usted militando en Revolución Democrática. ¿Por qué RD? 

Me interesa porque son políticos jóvenes que tratan de elaborar un proyecto y me gustaría trabajar en esa elaboración. Todavía no lo estoy haciendo pero quisiera hacerlo. Me pareció que era esta especie de vuelta tardía a la política.

¿Es un proyecto que lo entusiasma?

Me entusiasma en la medida de que pueda surgir una nueva izquierda. Que surja una nueva izquierda junto con Revolución Democrática, en torno a Boric, en torno a los autonomistas, me interesa mucho el proyecto de Valparaíso. Ahí pueden surgir nuevos modelos de construir izquierda.

Usted siempre fue cercano al Partido Comunista, ¿qué le pasó a usted con los partidos tradicionales?

Fui cercano al Partido Comunista especialmente porque dirigí la campaña de Gladys Marín y después ellos me nombraron precandidato presidencial, cuestión a la que renuncié al poco tiempo. Mi relación con los comunistas se vio averiada por las críticas que hice respecto a su participación en Arcis, cuestión que no les gustó mucho y perdí todo contacto con ellos.

Yo nunca pensé militar en el Partido Comunista porque se trataba de un partido demasiado estructurado que, a mi entender, no ha dado suficientemente cuenta de sus fracasos. Es decir, dio cuenta del fracaso de la Unidad Popular, pero después de la crisis de la URSS, de su vocabulario desapareció la palabra socialismo y marxismo y no han explicado por qué.

Y respecto al gobierno actual y la situación política en Chile, ¿Qué podría decir?

Es un gobierno de dulce y de agraz. Intentó ser un gobierno distinto de los otros de la Concertación en dos aspectos: primero, en el tipo de alianza; incorporó a los comunistas. Y segundo, trató ser un gobierno de reformas: reforma tributaria, reforma educacional, reforma constitucional. Esta última ha quedado para las calendas griegas y eso me parece el principal defecto del proyecto de Bachelet.

El otro defecto es no hablar, no explicar. Porque hay que hablar del futuro de Chile me interesa a mí Revolución Democrática y estos movimientos en torno al Frente Amplio y el autonomismo. Son proyectos que están obligados a elaborar, son partidos nuevos que están recién surgiendo. Tienen que poner en el tapete sus marcas de identidad.

Moulián ríe al decir que Sebastián Piñera le parece nefasto como candidato presidencial. Simplemente porque es de derecha. Reconoce que tiene una buena opinión de él como persona, pero no quiere que vuelva a ganar, prefiere a la Nueva Mayoría.

 

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