Por Javier Rodríguez, desde Concepción // Fotos: Esteban Paredes Diciembre 2, 2016

Aunque pasen los años/ Y no salgamos campeones/ Seguiremos cantando/ Vamos, vamos, Leones!
Más de cuatro mil hinchas marchan por el centro de Concepción cantando. Visten camisetas moradas, gritan fuerte. Van camino al estadio Ester Roa Rebolledo, que ellos prefieren llamar Collao. Son pasadas las dos de la tarde del domingo 9 de octubre y el bombo se escucha fuerte. No hay disturbios ni habrá más adelante, como consignó después Carabineros.
En la galería sur del estadio los esperan dos mil personas, que entonan las mismas canciones que han cantado por generaciones, en los 50 años de historia del club. Se unen. Es una fiesta de seis mil personas. En una esquina un periodista entrevista a un padre que va por primera vez con su hijo al estadio. No tiene más de tres meses y se llama León, por el León de Collao. Como él, tres padres más han convencido a sus mujeres de homenajear al equipo en el nombre de su hijo. La gente canta fuerte, agita banderas lilas con blanco. El ambiente es el de una final. Drones sobrevuelan el recinto captando imágenes de la jornada.
Pero en la cancha no hay jugadores. A los hinchas tampoco les importa. No vinieron a ver un partido, vinieron a protagonizar su propia catarsis. Es la primera vez que vuelven a su casa luego de ese fatídico 26 de abril cuando el secretario general de la ANFP, Sebastián Moreno, anunció que Deportes Concepción era desafiliado por 38 votos contra 3 por una deuda de $ 1.800 millones, siendo declarado “inviable”.
“Esta pasión no se desafilia”, dice un enorme lienzo que sostienen los hinchas.

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Acostumbrados a vivir al borde de la quiebra, nunca pensaron que el castigo fuera a ser tan fuerte. Sabían de las deudas. Ya los habían descendido en 2009 y en la ciudad tomaban fuerza los rumores sobre los malos manejos del agente de jugadores Pablo Tallarico, y de los líderes de la concecionaria Fuerza Garra y Corazón, Adolfo Sabando y Nibaldo Jaque, que, desde 2010, administraban el club.

En diciembre de 2015, un grupo de hinchas comenzó a movilizarse. Liderados por Víctor Tornería (34), ingeniero civil, profesor de la Universidad de Concepción y barrista del León de Collao; el químico Daniel Ramírez y el abogado Carlos Campos, comenzaron a reactivar el club social y deportivo Deportes Concepción.
—Los hinchas nos dimos cuenta de que con las sociedades anónimas no tenemos ni voz ni voto, así que un grupo se empezó a reunir para ver qué podíamos hacer. Lo primero fue averiguar en qué estaba Fuerza, Garra y Corazón. Sacamos las memorias y nos dimos cuenta del desbalance. Necesitábamos una figura que le hiciera el peso a la concesionaria— explica Ramírez.
La situación era crítica. El grupo se reunió con un antiguo dirigente y llegaron a la conclusión de que la mejor opción era reactivar el club social, institución nacida en 1966 y que no tenía actividad desde 1984 cuando, debido a la primera gran crisis económica del fútbol chileno, le entregó el poder a una corporación sin fines de lucro que se hizo cargo de su administración hasta la aparición de la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas, en 2004.

Abrieron el libro de socios y, tal como ellos explican, comenzaron un proceso misionero. Había que evangelizar a los hinchas, mostrarles lo que estaba haciendo Fuerza, Garra y Corazón. Les cobraban $ 5.000. En un mes consiguieron 450 nuevos socios. Hoy son más de 1.400.

Desde Fuerza, Garra y Corazón observaron con atención este proceso por un motivo particular: el club social es dueño de los campos deportivos de Nonguén: un paño de más de 23 hectáreas donde el club tiene sus instalaciones y entrena. Carlos Campos, el asesor legal, recuerda que Jaque, en una de sus esporádicas visitas a Concepción, les presentó un proyecto inmobiliario revolucionario, con piscinas, cabañas, para sacarle plata a Nonguén. Los hinchas se opusieron a venderlo. Él los trató de malagradecidos y que, de no cambiar de posición, se llevaría al primer equipo a entrenar a otro lado.
A medida que tomaba fuerza la reactivación del club social, iban encontrándose con más sorpresas. Así se dieron cuenta de que Fuerza, Garra y Corazón había incumplido con el contrato de concesión al vender en 2012 una parte al grupo de inversiones argentino Trial que, de la mano de Luis Polnoroff, ocuparía al club para triangular pases de jugadores extranjeros y evadir impuestos, en una figura similar a la que se utilizó con San Felipe. A la vez, Pablo Tallarico se inventó una deuda de un millón de dólares que la concesionaria, obviamente, le reconoció, con cargo a las platas del CDF hasta 2017.

Pero no sabían todo. A mediados de 2013 la administración de Jadue había gestionado un préstamo con los bancos BBVA-Penta para ayudar a los clubes, con tope máximo de 1 millón de dólares. Hubo tres equipos que recibieron más: Unión La Calera, Ñublense y Deportes Concepción, que recibió dos millones de dólares.

De hecho, en la auditoría a la administración Jadue hecha por Deloitte,se observó el pago de $310.775.183 por parte de la ANFP a Concepción. En la revisión de egresos de efectivos a la concesionaria por concepto de préstamos, el club recibió otros $520 millones: 15 en cheques al portador a nombre del club, de los cuales 11 fueron cobrados por terceros como los mismos Tallarico y Sabando.
Mientras tanto el club social organizó sus elecciones para mayo, donde se presentó una directiva liderada por Tornería que fue ratificada con un 97% de los votos.
Empezaban a trabajar, habían pagado los siete millones de pesos de deuda del club social con el Servicio de Impuestos Internos por multas. Por fin un estamento del club estaba limpio. Y ahí llega el golpe que el grupo de hinchas no duda en calificar como el descalabro más grande en la historia del club.
—Por muy mal que estuviéramos, no lo vimos venir. Ese día salió un bus de hinchas desde Conce y estuvimos cantando todo el día afuera de la ANFP, de las once a las seis de la tarde, que salió el fallo. Fue un golpe de knock out. Concepción hoy muere, ese fue el mensaje de la ANFP. Todos llorábamos —dice Ramírez, hoy vicepresidente.
Ese día los hinchas se tomaron la sede de Nonguén porque comenzó a correr el rumor de que Adolfo Sabando iría a buscar los computadores para eliminar las evidencias que pudieran implicarlo en futuros juicios. Sólo pudieron entrar los jugadores, quienes retiraron sus zapatos y las pocas pertenencias que tenían en los camarines, anticipando una despedida obligatoria cuando, días antes, sólo estaban preocupados de jugar las semifinales de la liguilla por el ascenso a Primera División.
En eso, llorando, Carlos Campos redactó en su casa el primero de los tres recursos de protección interpuestos contra la ANFP por la desafiliación. Hoy todos en la ciudad hablan del famoso “fallo”, donde la Corte de Apelaciones dará el dictamen en primera instancia.

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Había que levantarse. Ya lo habían hecho antes. Ramírez cuenta que, uno a uno, se fueron dando ánimo. La mayoría aparece en las fotos que se compartieron en la prensa de hinchas llorando. De a poco se fueron dando cuenta de que era la opción de que el club volviera a sus raíces.
El recién electo directorio comenzó a generar equipos de trabajo donde hinchas profesionales entregaban su conocimiento de forma gratuita. Un equipo de finanzas, otro de comunicaciones, de eventos sociales, jurídico y de cultura, historia y patrimonio, que se encarga de hacer un levantamiento histórico y motivar a los hinchas, por ejemplo, a mandar sus historias con el club al concurso Concepción en 100 palabras.

—El Conce es el equipo cacho, eso no lo podemos negar. Siempre hemos estado asociados a deudas. Tres castigos en diez años. Sería fácil para nosotros irnos para la casa. En la historia hay equipos que han sido castigados una vez y desaparecieron—dice Tornería.
En ese transcurso, tuvieron que rápidamente echar a andar de nuevo las escuelas de fútbol y las divisiones inferiores. Los otros equipos, aprovechando la situación, les levantaron más de 40 jugadores sin pagar siquiera los derechos de formación. Un caso emblemático es el del delantero Juan Leiva, que pasó a la Universidad de Chile, según Tornería, gratis.

Patricio Almendra, ex jugador con el récord de más partidos jugados por Deportes Concepción, ofreció hacerse cargo de las inferiores sin costo. Antonio Zaracho y Abraham Srein, entrenadores de los juveniles, aceptaron quedarse por el 40% de su sueldo.

29.11.2016 Dirigentes de Deportes Concepcion posan en Campos deportivos Nonguen Ricardo Keller, de izq a der Daniel Ramirez (vicepresidente) Victor Torneria (presidente) Carlos campos (secretario y abogado) Fotos: Esteban Paredes Drake / La Tercera

Pero había que generar recursos. En Nonguén había una oportunidad. Pero estaba destrozado. Canchas descuidadas, instalaciones descascaradas, los escombros de un incendio el año anterior.

Realizaron un levantamiento de fondos y en junio obtuvieron más de $ 12 millones. Ese mismo mes comenzaron los trabajos cada sábado en el centro deportivo. Llegaron albañiles, carpinteros, eléctricos. Un hincha donó un generador que le permitió al complejo tener luz eléctrica y poder arrendar sus canchas por las noches, hoy la principal fuente de ingresos del club. La barra se apareció cada sábado para mover escombros, pintar, trabajar.

Había que generar dinero. Al arriendo de las canchas agregaron una ramada para el 18 de Septiembre en el complejo, a la que llegaron más de 2.500 personas. Organizaron un partido amistoso contra Linares, donde pudieron darse cuenta de que el efecto de la desafiliación no los había tocado sólo a ellos.
—Organizamos el partido en Nonguén, donde no tenemos ni graderías, nada. Y llegaron más de mil hinchas. Pero no sólo ellos. Llegaron hasta los maniceros. Ahí te das cuenta de que la gente en Concepción se vio afectada por perder al club. Porque a uno como hincha le duele, pero gente externa que alimenta a su familia a través del comercio perdió una enorme cantidad de ingresos —dice Ramírez.
Además, confeccionaron su propia camiseta. Un comité creativo de hinchas generó tres diseños que fueron presentados en un particular focus group con los líderes de los “piños” de la barra. Finalmente no quisieron quedarse con una: hicieron una mezcla entre las tres camisetas que, a partir de diciembre, comienza a venderse.

Ya habían organizado marchas con buen respaldo de público, pero en la directiva sentían que tenían que darle un golpe mediático a la ANFP que les demostrara que son viables. Llamaron a marchar hacia Collao. Llegaron más de seis mil personas, simplemente a manifestar el amor por sus colores.
A la vez que veían cómo generar ingresos, el equipo legal preparaba los posibles escenarios ante el fallo de la Corte de Apelaciones.
—Hay tres recursos de protección interpuestos contra la ANFP. Uno, de la sociedad anónima Deportes Concepción, dueña del pase federativo. Otro, de los trabajadores, en total 16 que quedaron sin pega. Y otro, del club social. En los tres pedimos que se deje sin efecto la desafiliación, que se nos reincorpore a Primera B en las mismas condiciones en que estábamos —explica Carlos Campos, quien asegura que no han tenido ningún acercamiento directo de la ANFP para resolver el tema extrajudicialmente.

Por lo mismo, están reactivando la corporación dueña del 82% de Deportes Concepción Sociedad Anónima. El otro 18% es del club social y de otra sociedad de hinchas. Con eso, los hinchas serían los dueños del club y podrían prepararse para los escenarios que prevén, asumiendo que será un fallo en primera instancia, lo que los obliga a bajar las expectativas de los hinchas. Porque en la ciudad, cuando se habla del fallo, todos saben a lo que se refieren.

Y no se cierran a negociar con la ANFP, pero con ciertas condiciones. Porque no les sorprendería que se encuentren los fondos que Jaque, Tallarico y Sabando obtuvieron ilícitamente y la deuda baje considerablemente.

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Patricio Almendra se agarra la cabeza. Van a ser las 9 de la mañana del martes 29 de noviembre y en un proyector en su pequeña oficina en Nonguén ve los detalles del accidente aéreo que terminó con casi la totalidad del equipo brasileño Chapecoense, muerto en Medellín. Le preocupan, sobre todo, las familias de los jugadores. Los protagonistas silenciosos, los apoyos fundamentales para que un futbolista llegue arriba. Sus alumnos van entrando de a poco, en silencio. Pero el entrenamiento tiene que comenzar.

“El Conce es el equipo cacho, eso no lo podemos negar. Siempre hemos estado asociados a deudas. Tres castigos en diez años. Sería fácil para nosotros irnos para la casa. En la historia hay equipos que han sido castigados una vez y desaparecieron”, dice Víctor Tornería, presidente del club.

Entrenan sin saber quiénes serán sus rivales. Sin saber en qué división jugarán —si es que juegan— el próximo año. Por eso, motivar a su plantel es el triple de difícil. Y hoy más que nunca.
—Esto no fue nuevo para mí. Siempre hemos tenido problemas económicos, pero son paralelos a los préstamos de la administración de Jadue. Los hinchas sentimos que, luego de robarnos la casa, nos la quitan. Perdimos por todos lados —dice, mientras ordena a sus jugadores en la cancha de pasto natural en Nonguén, en cuyo fondo hay un mural que dice: Aquí ruge el león.
Son los que quedaron del éxodo. Son 140 niños y jóvenes que decidieron quedarse, sin sueldo, por amor al club. Almendra alterna las instrucciones con historias de sus tiempos de jugador. Como cuando compartió cancha con Carlos “Mono” Navarro Montoya, el mítico arquero argentino que los defendió en 2001. O cuando tuvieron que hacer una vaca para comprar pollo para el almuerzo del plantel cuando era entrenador. Las buenas y las malas.

Entre ellos corre el capitán Matías Godoy (21) que ocupa el 8, intentando emular al mismo Almendra. Llegó a los 12 años al equipo y hoy es el capitán. Hoy vive con ayuda de sus padres y de su mujer, madre de su hijo de un año, que trabaja como operaria de bodega en una tienda de retail. Gracias a ella puede seguir entrenando, ya que el club no le puede pagar un sueldo.
Como la mayoría en esta historia, su padre es hincha y socio. Por eso, cumplió un sueño cuando lo vio debutar el 5 de abril de 2015 por el primer equipo en el Estadio de Hualpén. Ahora espera, sin saber cuándo, ver a su hijo jugar en Collao.

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