En la historia de Chile ha habido grandes equipos, pero sólo dos han sido capaces de concretar su superioridad con la obtención de títulos internacionales: Colo Colo en 1991 y la Universidad de Chile que, dirigida por Jorge Sampaoli, ganó el tricampeonato nacional y la Copa Sudamericana. Su presidente durante ese período fue Federico Valdés quien hoy, lejos del fútbol, en su oficina de rector de la Universidad del Desarrollo, analiza la crisis del deporte más popular.
—Hoy se está cuestionando fuertemente el modelo de sociedades anónimas deportivas. ¿Usted lo defiende?
—Sí. No resuelve automáticamente todos los problemas, pero sin duda es mejor que lo que había veinte años atrás, cuando veíamos clubes que no pagaban los sueldos, abusaban de los jugadores y los dirigentes se lavaban las manos. Hoy eso no es así; con todos los problemas que hay, los equipos cumplen con sus compromisos porque están obligados. El sistema de sociedades anónimas ayudó a resolver un problema que hoy parece habérseles olvidado a quienes lo critican.
—¿Qué problema olvidan?
—Es que comparan la realidad actual con una utopía. Antes había equipos que no pagaban, que hacían colectas para recaudar fondos para lavar las camisetas o pagarle a los cancheros. Ese es un problema que parece superado. La mayor parte de las críticas viene de comentaristas que descalifican a las sociedades anónimas con argumentos que no corresponden, particularmente que quienes las dirigen son ignorantes del fútbol. Con el sistema anterior quebraron los dos clubes más grandes de Chile, y eso parece habérseles olvidado.
"Existe una especie de tentación de algunos dirigentes de querer conducir el club de acuerdo a lo que su instinto les dicta. Si los mismos dirigentes compitieran en la industria del retail, podría haber muchos exitosos. Pero en el fútbol hay que ganar el domingo. Y eso lleva muchas veces a que se tomen malas decisiones".
—Pero se han repetido situaciones como las de finales de los 90. Lo que pasó con Concepción, equipos que piden préstamos para pagar factorings... Esos son los ejemplos que ocupan los críticos del sistema.
—La diferencia con lo que ocurría antes es que ahora los dirigentes tienen que responder con el patrimonio que pusieron en la sociedad y que los casos son mucho más excepcionales. Existen porque el fútbol chileno es una actividad con dos problemas que vienen amarrados con el quehacer. Primero, que los dirigentes no son capaces de separar la pasión de las decisiones que hay que tomar para conducir una empresa. El segundo problema que ha habido tradicionalmente en el fútbol chileno es que hay un número significativo de dirigentes que no tienen la preparación ni la claridad para entender que tienen que rodearse de gente que sí la tiene. No se requiere que el presidente del club tenga conocimientos profundos de administración y finanzas, basta con que entienda que tiene que contratar gente que sí sabe hacerlo, tal como lo hacen en sus negocios personales.
—¿El personalismo?
—Sí, porque existe una especie de tentación de algunos dirigentes de querer conducir el club de acuerdo a lo que su instinto les dicta. Si los mismos dirigentes compitieran en la industria del retail, podría haber muchos exitosos. Pero en el fútbol hay que ganar el domingo. Y eso lleva muchas veces a que se tomen malas decisiones. A que por mejorar marginalmente la probabilidad de éxito se gaste plata que los clubes tienen y que no son capaces de generar.
—Viéndolo desde afuera, ¿qué mejoras se le pueden hacer al modelo para evitar esos problemas?
—Se necesita más transparencia, porque muchos de estos problemas se producen o se conocen cuando las situaciones ya son inmanejables. Y en esto las sociedades anónimas abiertas tienen la ventaja de ser fiscalizados por la Superintendencia de Valores y Seguros, lo que las obliga a una mejor gestión y visión de largo plazo. Porque si un club tiene malos resultados se sabe. Tienen que informarlo todos los trimestres. Si un club decide endeudarse, se sabe. En los clubes que no se transan en la bolsa eso no existe. Por lo tanto tienen más espacio para que se tomen malas decisiones de gestión. Y no se sabe hasta la crisis.
El riesgo de la burbuja
—A finales de los 90 los equipos grandes contrataron jugadores con sueldos altísimos, lo que infló el mercado y los llevó a la quiebra. ¿Cree que hay peligro de que se forme un escenario similar?
—Al ver los resultados que obtienen año a año los clubes grandes, tengo ese temor, de que estén pagando más de lo que es sostenible. Los ingresos de los clubes no han aumentado en los últimos años. Hoy día no estamos vendiendo más jugadores al extranjero que hace cinco años atrás. No está yendo más gente al estadio. El CDF está repartiendo más plata, pero los clubes grandes están recibiendo un porcentaje cada vez menor. Con ingresos similares se están pagando sueldos mucho más altos.
—En ese sentido, ¿es una mala señal al mercado la compra de Jean Beausejour por parte de la U? Pagaron la transferencia más alta en la historia del fútbol chileno por un jugador de 32 años...
—No me quiero meter en decisiones específicas.
—¿Pero usted cree que se hacen necesarias regulaciones financieras en el mercado del fútbol chileno? En España hay un fair play financiero, la NBA está diseñada para que ningún equipo saque ventajas económicas sobre el resto para mantener la competitividad...
—No hay que confundir con el modelo de la NBA. Hay dos esquemas posibles en las ligas profesionales. Uno es lo que se llama el competitive balance, que ocupan las ligas estadounidenses, y el otro es el competitive imbalance que es el que usan las ligas de fútbol en todo el mundo. En el sistema de las ligas norteamericanas se busca que sean lo más parejas posibles. Esa es la razón para que en la NBA los equipos puedan pagar hasta una cierta cantidad en sueldo. Y si quieren gastar más les cobran un un impuesto al lujo que se reparte entre todos los equipos. En las ligas de fútbol se hace justamente lo contrario.
—¿Cómo?
—Aquí cada uno por su santo. Cosa, sí, que en Chile está bastante corregida por el CDF, porque la plata se reparte prácticamente pareja para todos. Hay una redistribución de ingresos importante. Pero de todas maneras, los clubes grandes generan mucho más ingresos que los otros. No tienen ningún límite en lo que pueden pagar y la razón por la que los españoles aceptan que la competencia sea siempre entre el Madrid y el Barcelona es porque existen las competencias internacionales. Y saben que para ganar la Champions necesitan un Real Madrid muy potente. Es un modelo de negocio distinto.
—¿Pero no tiene que haber ciertos límites para que no pase lo que pasó a finales de los 90?
—Es que esos límites en el caso de las sociedades anónimas que transan en bolsas, esos límites no son necesarios porque al final tienen que dar cuenta de cómo se gastan la plata. Antes no se sabía cuánto ponían los mecenas del fútbol, cuánto sacaban, ahora se sabe, está en actas de directorio, y en la medida en que los dirigentes estén dispuestos a hacerlo es un modelo legítimo.
HINCHAS DE SELECCIÓN
—Hoy tenemos el campeonato parado, porque pareciera que la ANFP y el Sifup están de acuerdo en las posiciones y en que hay que cambiar el campeonato, pero el tema es el Consejo de Presidentes. ¿Usted ve solución al tema de la huelga?
—Antes que verle solución, yo creo que aquí el conflicto le puede estar haciendo un tremendo daño al fútbol.
—¿En qué sentido?
—Aquí hace 40 años atrás si había un conflicto como este todo el mundo estaba esperando que se resolviera de alguna forma, y una vez que se resolvía todo el mundo estaba feliz, porque iba a poder ver el fútbol. Hoy día lo que pasa es que si no se juega la fecha, la gente, y sobre todo los jóvenes —y en esto no hay que perderse, el público del futuro—, va a ver partidos de las otras ligas. Los clubes, al establecer formatos de torneo que son menos atractivos, y los jugadores, al amenazar con tanta facilidad con ir a paro, al final son todos socios en querer tener un torneo interesante. Pero con las alternativas que hay hoy día es más difícil ser hincha que antes.
"Los ingresos de los clubes no han aumentado en los últimos años. Hoy día no estamos vendiendo más jugadores al extranjero que hace cinco años atrás. No está yendo más gente al estadio. Con ingresos similares se están pagando sueldos mucho más altos".
—Pero esto no pasa con la selección, porque estos mismos hinchas del Arsenal, de la Juventus, quieren ir a los partidos de la selección, compraron probablemente abono para la Copa América, el rating explota, van a Plaza Italia. ¿Por qué cree que el campeonato no ha logrado crecer al ritmo de la Roja?
—Lo que pasa es que la selección tiene características bien especiales. La primera, una teoría mía, es que la gente está un poco aburrida de que todo sea malo. La gente se siente feliz apoyando una causa común. La segunda es que nos tocó la mejor generación de la historia del fútbol chileno, y que se plasmó gracias a una base compuesta por jugadores salidos de la Universidad de Chile y Colo Colo. Y Gary Medel.
—¿Y se puede llevar ese entusiasmo al campeonato de alguna forma?
—Yo creo que se podría, pero con mejor gestión. Lo que yo haría hoy es darle más poderes a Arturo Salah. El Consejo debería darle carta blanca a Salah durante su mandato. Darle la posibilidad de hacer los cambios que él crea que hay que hacer. Separar la administración de la liga de la selección. Que el campeonato tenga vida propia, con expertos encargados de hacer el mejor espectáculo y rentabilizarlo, como en Inglaterra. Esta unidad de hoy, donde pasa plata de un lado para el otro, enreda todo. Tiene que ser un negocio distinto.