Cuestión de confianza
El 1 de agosto de 2013 Sergio Jadue vivió una jornada muy importante en la Confederación Sudamericana de Fútbol. Ese día, después de treinta años, un dirigente chileno accedía a la testera de la Conmebol gracias a su elección como uno de los vicepresidentes del organismo continental.
“Lo veo como un reconocimiento de Sudamérica al fútbol chileno, un premio a la seriedad con que hemos trabajado en la ANFP y un punto de partida a la necesidad de iniciar un recambio generacional que incorpore savia joven e ideas renovadas para la conducción del fútbol sudamericano”, fueron las primeras palabras del nuevo vicepresidente de la entidad.
Jadue lucía exultante en la sede de Luque, Asunción. Con apenas treinta y tres años, y tras una corta trayectoria como dirigente, daba un salto enorme en su ambicioso plan para llegar a ser —más temprano que tarde, según él— presidente de la Confederación.
Sin embargo, algunas horas antes, durante la noche anterior a la elección, el estado de ánimo del directivo había sido muy diferente.
En la víspera, el nerviosismo y la ansiedad se apoderaron del timonel de la ANFP. Tras meses de intenso lobby para asegurar los votos que le permitieran acceder a una de las vicepresidencias de la Conmebol, Jadue, instalado en una de las lujosas suites reservadas para los presidentes en el hotel de la Confederación, recibió un llamado telefónico desde Chile. Al otro lado de la línea, un cercano le informaba que al día siguiente iba a perder, por ocho votos en contra y dos a favor, la elección para la tercera vicepresidencia. El llamado dejó muy intranquilo al presidente de la ANFP. En su entorno nadie desconocía sus intenciones de ir escalando, ojalá rápidamente, en la estructura de la dirigencia del fútbol sudamericano. Jadue tenía como gran objetivo llegar a ser presidente de la Confederación, y para lograr esa meta debía evitar, imperiosamente, una derrota en su primera instancia electoral en Asunción.
Golpeado por la información y muy nervioso ante la eventualidad de protagonizar un duro revés en la elección, Jadue sólo atinó a llamar a Alfredo Asfura, asesor internacional de la ANFP, quien también se encontraba en el hotel de Luque. Asfura, lobo viejo en las intrincadas relaciones al interior de la Conmebol, le recomendó tranquilizarse, esperar que las cosas pasaran por su cauce normal y le dijo que averiguaría con otros dirigentes cómo estaba la situación para el día siguiente.
Jadue se quedó en su habitación, pero las instrucciones de Asfura resultaban casi imposibles de seguir para alguien que no destaca por ser un tipo tranquilo y paciente. El timonel del fútbol chileno parecía un león enjaulado en la pieza del hotel. Según su propia confesión “caminaba por las paredes” a la espera de las noticias que traería el experimentado asesor internacional de la ANFP.
Junto a su nerviosismo ante la eventualidad de una derrota, Jadue no podía digerir la posibilidad de regresar a Santiago sin su nuevo cargo. Porque si había algo que le molestaba era que en Chile se le achacara su poco peso internacional, en comparación con su antecesor Harold Mayne-Nicholls, quien había desarrollado una destacada trayectoria como funcionario de la FIFA. Lo anterior lo enfurecía, porque sabía que de perder la vicepresidencia sería muy criticado en Chile. Fueron horas interminables de espera en su pieza del hotel. Hasta que cerca de las once de la noche, un par de horas después del llamado desde Santiago, tocaron a la puerta de la habitación 103 donde alojaba el presidente del fútbol chileno, quien asumió que sería Alfredo Asfura con novedades sobre la elección.
Sin embargo, no era el dirigente chileno quien llamaba a su puerta, sino Mariano Jinkis, el hijo de Hugo Jinkis, dueño de Full Play, la empresa argentina de marketing deportivo especializada en derechos televisivos.
Hugo Jinkis, con ayuda de su hijo, levantó un imperio gracias a la venta de derechos en Centro y Sudamérica. Full Play era propietaria de las transmisiones por TV de la gran mayoría de las selecciones americanas y construyó su poder gracias a la sólida relación con los jerarcas de la Conmebol y la Concacaf quienes, a cambio de suculentos sobornos, les habían entregado a los Jinkis la posibilidad de adueñarse del rentable negocio de los derechos de televisión. Acusados por la Fiscalía de Estados Unidos del pago de sobornos, lavado de dinero y fraude electrónico, padre e hijo se entregaron en Buenos Aires a la justicia argentina el 18 de junio de 2015, tras permanecer veintidós días prófugos luego de que el Departamento de Estado estadounidense levantara los cargos en su contra. Una semana después de su entrega, el juez Claudio Bonadío ordenó la prisión domiciliaria de los Jinkis y el pago de una fianza cercana a los seiscientos mil dólares (trescientos noventa millones de pesos aproximadamente).
La visita de Mariano Jinkis a Sergio Jadue no era casual.
Jadue no estaba dispuesto a perder la elección de la vicepresidencia ante el venezolano Rafael Esquivel, y decidió escuchar al propietario de Full Play: “Sergio, los demás no confían en ti”, le volvió a repetir. “Tienes que aceptar la plata que se te está ofreciendo para que todos sepan que eres uno de ellos”.
El empresario se había enterado de las averiguaciones que estaba haciendo Asfura sobre la votación para las vicepresidencias y decidió acudir a la habitación del chileno. Según el relato del propio calerano, Jinkis de entrada le dijo: “Es verdad lo de la votación de mañana. Vas a perder ocho contra dos, y eso ocurrirá porque el resto (de los presidentes de federaciones) sienten que no pueden confiar en ti”.
El presidente de la ANFP transpiró helado. A menos de veinticuatro horas de la elección le estaban confirmando que su gran objetivo, escalar en la estructura directiva de la Conmebol, sufriría un duro revés. Jadue pensó en los diversos movimientos que había realizado para concitar apoyos, en las innumerables horas de lobby gastadas y en la imposibilidad de enrostrarle un éxito continental a sus detractores en Chile.
El chileno se percató de inmediato de que los dichos de Jinkis tenían relación con un ofrecimiento que le había hecho el empresario un año antes, a mediados de 2012. Según cuenta Jadue, en aquella oportunidad se encontraba en Asunción en una reunión de la Conmebol y se le acercó Mariano Jinkis para solicitarle un encuentro privado, cita que se concretó al día siguiente en la habitación del argentino en el hotel de la Confederación. En aquella conversación privada se dio inicio a la trama que terminaría condenando a Sergio Jadue en el escándalo de corrupción investigado por la Fiscalía de Estados Unidos. En ese encuentro Jinkis le explicó al chileno que los presidentes de todas las federaciones sudamericanas recibían dineros por concepto de bonos por la firma de diversos contratos de transmisiones televisivas. Según el relato de Jadue, Jinkis le aseguró que esas platas no eran entregadas directamente por el organismo con sede en Luque, sino que se pagaban a través de su empresa, Full Play. El dirigente chileno preguntó por los plazos, montos y concepto de aquellos dineros, a lo que el argentino contestó que se trataba de “bonos o comisiones” por cuatrocientos mil dólares (doscientos ochenta millones de pesos, aproximadamente) que se pagaban una vez al año a cada uno de los presidentes de las federaciones asociadas (diez en total).
Jadue le respondió a Jinkis que estudiaría el tema y después le daría una respuesta, terminando esa primera reunión sin coordinar ninguna entrega de dinero. En su versión, el acercamiento del empresario de Full Play lo pilló de sorpresa y lo asustó, prefiriendo “hacerse el leso” y no volver a tocar el tema con nadie.
Tras varios meses de nulo contacto, a fines de 2012 Jinkis volvió a encontrarse con Jadue en Asunción y otra vez le comentó acerca de los “bonos” para los presidentes de federaciones. El argentino le insistió al chileno sobre la “conveniencia de aceptar las comisiones para poder escalar en la Conmebol y evitar lo que está empezando a ocurrir: que los otros dirigentes desconfíen de ti por ser el único que no ha aceptado las platas”, le dijo Jinkis.
Ante la insistencia del dueño de Full Play, Jadue, según su versión, siguió ignorando el ofrecimiento con el argumento de que lo iba a estudiar.
Aquellas dos sigilosas conversaciones con Jinkis en el año 2012 habían sido el preámbulo de la que se desarrolló la noche del miércoles 31 de julio de 2013, en la lujosa habitación de hotel del dirigente chileno. El argentino había tocado la puerta con la intención de terminar con las evasivas de Jadue. Pero el chileno no estaba dispuesto a perder la elección de la vicepresidencia ante el venezolano Rafael Esquivel, y decidió escuchar con atención al propietario de Full Play: “Sergio, los demás no confían en ti”, le volvió a repetir. “Vas a perder mañana con Esquivel. Tienes que aceptar la plata que se te está ofreciendo para que todos sepan que eres uno de ellos y confíen”.
Jadue reconoce que no pensó en las consecuencias que traería la decisión que estaba tomando; su ambición y deseos de ascenso pudieron más, y en pos del éxito electoral a cualquier costo, aceptó recibir “los bonos” y le confirmó a Jinkis su disponibilidad.
El argentino le pidió su número de cuenta corriente en Estados Unidos para depositarle, a lo que el dirigente contestó “no tengo, sólo tengo cuenta corriente en Chile y es en pesos”. “No te preocupes, ya coordinaremos para armar la estructura que sea necesaria y recibas todo lo que te corresponde”, le aseguró Jinkis quien, antes de salir de la habitación, se despidió del presidente de la ANFP diciéndole: “No comentes nada con nadie y quédate tranquilo, mañana vas a ganar la elección por siete votos a dos y una abstención”.
Según Jadue, durante todo ese año 2013, no volvió a hablar con Jinkis ni recibió un solo centavo. Pero a él poco le importaba en ese momento, su gran objetivo lo había conseguido al mediodía del 1 de agosto, cuando en la elección por las vicepresidencias de la Conmebol resultó triunfador junto al paraguayo Juan Ángel Napout (primer vicepresidente) y el colombiano Luis Bedoya (segundo vicepresidente).
¿El resultado de la votación? Siete votos a favor del chileno, dos en contra y una abstención.
¿Te quedó claro?
El Hotel Radisson del exclusivo barrio de Barra de Tijuca fue el elegido por Chile para hospedarse en Río de Janeiro antes de enfrentar a España por la segunda fecha de la fase de grupos del Mundial de Brasil 2014.
La selección entrenó en su concentración en el complejo Toca da Raposa II de Belo Horizonte y, pasado el mediodía, viajó a la ciudad carioca para esperar el trascendental choque del día siguiente frente a los campeones del mundo en el mítico estadio Maracaná.
Lo que ocurrió la tarde del miércoles 18 de junio de 2014 quedó escrito con letras doradas en la historia de la Roja: la selección de Jorge Sampaoli derrotó inapelablemente a España por 2-0, sellando su clasificación a octavos de final y, de paso, eliminando a los monarcas planetarios del Mundial. Los goles de Eduardo Vargas y Charles Aránguiz entraron en la bitácora de las imágenes imborrables de nuestro fútbol, generando una algarabía absoluta en la hinchada nacional.
“Ya coordinaremos para armar la estructura que sea necesaria y recibas todo lo que te corresponde”, le aseguró Jinkis quien, antes de salir de la habitación, se despidió del presidente de la ANFP diciéndole: “No comentes nada con nadie y quédate tranquilo, mañana vas a ganar la elección”.
La alegría del triunfo se extendió, obviamente, a toda la delegación chilena en Río, comenzando por Sergio Jadue, quien en su calidad de presidente de la ANFP celebró eufórico y en compañía de la presidenta Michelle Bachelet, primero en el palco oficial y luego en el camarín de la Roja.
El triunfo de Chile no sólo significó una satisfacción inmensa para él, también sirvió como bálsamo para olvidar el tenso momento que vivió la noche anterior al partido, en el exclusivo hotel Sofitel de Copacabana, cuartel general de los dirigentes de la FIFA en la Copa del Mundo.
El día previo al duelo, al momento del arribo de la delegación chilena al Radisson de Barra da Tijuca, Jadue se encontró con un mensaje al registrarse en el hotel: “Don Sergio, lo llamó Julio Grondona. Dijo que le devolviera el llamado con urgencia”, fue el recado que le entregaron al timonel de la ANFP.
Grondona, presidente de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), vicepresidente de la FIFA y uno de los personeros más poderosos de la Conmebol, quería ubicar al dirigente chileno lo antes posible.
Según el relato de Jadue, cerca de las seis de la tarde de ese martes logró comunicarse con Grondona, quien lo invitó a cenar al hotel Sofitel donde estaba pernoctando la élite de la dirigencia internacional. Al llegar, el capo de la AFA lo conminó a sentarse junto a él en una mesa que compartieron con otros personeros de la FIFA. Se trató de una cena de camaradería, sin temas importantes, en la que no hubo atisbo de la urgencia que había tenido el recado de Grondona quien, ante el resto de los comensales, presentó a Jadue como “el hombre que mañana va a eliminar al campeón del mundo en el Maracaná”.
Tras un par de horas de amena charla y sobremesa, uno a uno se fueron poniendo de pie los dirigentes. Cerca de la medianoche el que se despidió fue Jadue, pero cuando se acercó a Grondona este le pidió que lo esperara unos minutos a un costado del lobby, ya que tenía un tema importante que conversar con él.
Grondona agarró del brazo al chileno y le dijo: “Te voy a dar un consejo, un consejo que yo no te lo he dicho en todo caso: cuando a uno le ofrecen un regalo que todos los demás han recibido, debe recibirlo también. Vos terminás tu mundial y recibís la plata”.
Por la cabeza del dirigente chileno no se le aparecía ninguna conversación pendiente con el vicepresidente de la FIFA; no sabía de qué tenían que hablar. Hasta que, mientras lo esperaba, a Jadue se le vino a la mente su última conversación con Mariano Jinkis, casi un año antes, cuando decidió aceptar los “bonos” en la jornada previa a su elección como uno de los vicepresidentes de la Conmebol. Tras aquella charla, Jadue no volvió a hablar con el empresario de Full Play y tampoco realizó gestión alguna para recibir los pagos ofrecidos o para abrir una cuenta en dólares en Estados Unidos. En eso estaba pensando cuando, sin nadie a su lado, Grondona se le acercó y preguntó: “Sergio, ¿cuántos años tenés?”. “Treinta y cinco”, respondió Jadue.
“¡Ah!, casi los mismos que llevo yo en la AFA”, le contó el hombre de la FIFA, quien completó los treinta y cinco años al mando de la Asociación de Fútbol Argentino al momento de su muerte, el 30 de julio de 2014, un mes y medio después de esa charla con Jadue.
Luego de iniciar la conversación con el chileno, Grondona agarró del brazo a su interlocutor y, apretándoselo con fuerza, le dijo: “Te voy a dar un consejo, un consejo que yo no te lo he dicho en todo caso: cuando a uno le ofrecen un regalo que todos los demás han recibido, debe recibirlo también. Vós terminás tu mundial y recibís la plata”.
En ese instante Grondona jaló hacia él el brazo de Jadue y le preguntó: “¿Me entendiste?”; a lo que el presidente de la ANFP respondió que sí. Ahí el argentino agregó: “No quiero que nadie vuelva a desconfiar de ti”.
Según Jadue, en ese instante comprendió que no había vuelta atrás en relación con las conversaciones que había mantenido con Jinkis, pero también, asegura, pensó de inmediato en lo que se le vendría encima si se descubrían esos manejos de la Confederación.
“Todo se sabe al final”, reconoce que pensó, pero no hizo nada para cambiar el rumbo de las conductas que estaba adoptando.
Tras la finalización de la Copa del Mundo, Jadue abrió una cuenta corriente en dólares en Estados Unidos y recibió tres depósitos, de cuatrocientos mil cada uno, correspondientes a los años 2012, 2013 y 2014. De esta forma, por primera vez según su relato, aceptó dineros de la Conmebol, concretando el recibo de los “bonos y comisiones” que, a la larga, terminaron condenándolo.
A esa altura su suerte estaba sellada. Y es que, tal como se lo había dejado muy en claro Julio Humberto Grondona, “hay regalos a los que uno no les puede decir que no…”.