Por Rodrigo Vergara Marzo 30, 2016

"Ya no aguanto más el cargo de conciencia. Queríamos quemar, pero yo no quería que los viejitos murieran", confesó José Manuel Peralino Huinca el 23 de octubre a los fiscales Schiffele y Arroyo.

El pacto de silencio definitivamente se había quebrado. Uno de los imputados detenidos durante la madrugada de hoy por el crimen del matrimonio Luchsinger Mackay decidió hablar. Pero la confesión, conocida a principios de octubre, fue solo el punto de reinicio de una investigación que le ha generado al Gobierno y al Ministerio Público más críticas que halagos. Y por la que  existe, hasta ahora, un solo condenado: el machi Celestino Córdova, quien pugna una condena de 18 años por este hecho. La más alta por delitos relacionados al denominado conflicto mapuche o, como se lo moteja ahora, delitos relacionados a la  “violencia rural”.

Si bien la confesión fue obtenida por la PDI a principios de octubre, los datos entregados fueron el gatillante de un trabajo planificado desde la Fiscalía Regional. La idea era no repetir errores comunes que, generalmente, terminaban mediatizadas absoluciones. La memoria del fracaso estaba fresca con la causa que involucró a Raúl Castro Antipán, quien pasó de testigo protegido de la Fiscalía a ser sindicado por la opinión pública y los abogados de mapuches implicados en diferentes causas en la que actuó como testigo, como un activista infiltrado por Carabineros que, incluso, propiciaba atentados en esa condición.

Por lo mismo, la labor investigativa encomendada por el equipo de fiscales liderados por el jefe regional, Cristian Paredes, quien operó secundado por los persecutores Luis Arroyo y Alberto Schiffelle (ambos de la Fiscalía de Alta Complejidad), al grupo selecto de seis oficiales de la Brigada de Investigaciones Policiales Especiales (BIPE) de la PDI fue reconstruir y tratar de acreditar la secuencia de hechos que el delator incluyó en su declaración.

Así, hasta ahora, se habrían establecido una serie de secuencia de hechos. Entre ellos, que el grupo de detenidos más el condenado Celestino Córdova, se reunieron en la casa de la machi Francisca Linconao, ubicada a ocho kilómetros (en línea recta) de la Granja Lumahue, lugar donde vivía el matrimonio de Werner Luchsinger y Vivianne Mackay. El encuentro se habría gestado a eso de las diez de la noche del tres de enero de 2013. Desde ese lugar, y luego de establecer la planificación, habrían partido en (a lo menos) tres vehículos hasta el lugar de los hechos.

Ya en el lugar, el grupo partió el ataque con piedras, luego elevarían el nivel de violencia a los disparos. Posteriormente el atentado incluyó el fuego a la casa y, casi en paralelo, el enfrentamiento con Luchsinger. Desde ahí la historia es más o menos conocida: Luchsinger cae herido, pero antes de eso habría disparado su arma para herir a Celestino Córdova. En el intertanto, la mujer llama a Carabineros para denunciar el ataque y pedir ayuda, la que llegaría demasiado tarde. Ambos ancianos no verían el amanecer del cuatro de enero.

Así, los datos entregados por el confesor, que también incluyeron las rutas de escape y el posterior pacto de silencio, debieron ser trabajados. Todo será expuesto en la audiencia de formalización de cargos por incendio con resultado de muerte de carácter terrorista y será un juez del Tribunal de Garantía de Temuco, quien decida si los antecedentes entregados por los fiscales tienen cierto grado de credibilidad.

Las fuentes consultadas de la Fiscalía y la PDI  esperan, en primera instancia, dejar en prisión preventiva a la mayoría de los imputados. Aseguran que, esta vez, el trabajo tiene un grado de fineza mayor al de otras oportunidades: “Fue un procedimiento limpio”, dicen. Tanto así que se supo, incluso, que se dejó pasar la etapa estival para practicar las detenciones, ya que algunos de los imputados trabajaban de temporeros en la fruta y estarían fuera de la región. Consultados los investigadores sobre la versión de que el detenido confeso habría tratado de suicidarse, estos señalaron que, al menos, oficialmente no hay nada al respecto.

Por hora la expectación se trasladará al juzgado temuquense, ya que en ese lugar la causa rendirá la primera “prueba de la blancura”.

No la única ni la última, por cierto.

Relacionados